Aunque los pronósticos en tiempos de pandemia son complicados, hay coincidencia entre economistas de que hogares y empresas deben prepararse para un escenario 2022 donde las tasas de interés, la inflación y el tipo de cambio subirán, aunque la magnitud del aumento depende de muchas variables.
El Banco Central ya dio la primera señal de que las tasas de interés irán al alza cuando su Junta Directiva aprobó, el miércoles 16 de diciembre, el aumento de su tasa de política monetaria de 0,75% a 1,25%, lo cual significa el despido de las tasas históricamente bajas que mantuvo por casi año y medio. Además, la Junta acordó mantener una senda de aumentos graduales en esta tasa, y de ser necesario, intensificar el ritmo con el fin de mantener la inflación dentro del rango de 2% a 4%.
Ese mismo día, el Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal de Estados Unidos (su banco central), decidió mantener el rango de la tasa de fondos federales entre 0 y 0,25%; pero indicó que esperan al menos tres aumentos en dicha tasa en el 2022.
El aumento en tasas obliga a hogares y empresas a presupuestar más para créditos nuevos o viejos con tasas variables, pero también beneficia a los ahorrantes, quienes tienen tiempo de soportar tasas muy bajas.
Para quienes sus ingresos o gastos están en función de las tasas de interés deben seguirle la pista a temas como el déficit fiscal (exceso de gastos del Gobierno sobre sus ingresos) y su financiamiento, pues conforme más alto sea y mayor proporción de este se financie vía interna más presión habrá sobre los rendimientos internos. También conforme más préstamos externos consiga el Gobierno para atenderlo, menor será dicha presión.
Además deben estar atentos a la política monetaria que siga el Banco Central, pues conforme sea más restrictiva en busca de mantener la inflación bajo control, como ya lo advirtió, la presión al alza sobre las tasas será mayor. Les importará lo que suceda con las tasas internacionales, porque si estas suben se deben ajustar las locales para evitar salidas de capitales y a la demanda de crédito, pues conforme aumente y los bancos requieran captar más pueden verse motivados a subir los rendimientos para los ahorros.
Un aspecto importante para los ahorrantes es que conforme sube la inflación los rendimientos que reciben les alcanzan para comprar menos por lo que también deben poner atención a los indicadores de precios.
Inflación ya se empezó a acelerar
Respecto a la inflación, medida por medio del índice de precios al consumidor, comenzó a acelerarse desde agosto pasado y en noviembre alcanzó un 3,34% respecto al mismo mes del año anterior.
Según detalla el Banco Central, en su comentario de la economía nacional, publicado el 27 de diciembre pasado, con la información disponible a la fecha los modelos de pronóstico sitúan la proyección central de la inflación general entre 3% y 4% al término del 2021 y en el primer semestre del 2022.
Si bien, la inflación se mantiene dentro del rango meta entre 3% y 4% los habitantes tenían ya cinco años y nueve meses de convivir con variaciones en este indicador por debajo del 3%.
Un 3% de variación interanual en el índice de precios al consumidor implica que por cada ¢100.000 que gastaba hace un año, ahora requiere ¢103.000 para comprar lo mismo. Además el indicador tiene impacto en otros precios como los alquileres y el impuesto a los combustibles. En el caso de las empresas deben considerar esa inflación para sus flujos de caja.
Elementos que influyen en este indicador son los cambios en los precios internacionales de las materias primas, los combustibles es uno de los más importantes para los costarricenses; el aumento en la inflación internacional, en especial de Estados Unidos, de donde provienen el 43% de las importaciones de bienes (según los datos de los primeros 10 meses del 2021) y si se diera un aumento en el consumo interno por encima de la producción disponible, lo cual el Banco Central trata de evitar con el incremento en las tasas de interés.
El precio del dólar en colones, por su parte, cerró el año pasado con un aumento cercano al 5% (al 28 de diciembre) debido a una mayor demanda del sector público para pagar combustibles y deudas y un menor ingreso de divisas por turismo, entre otras causas.
“Para el 2022 las presiones para aumento en el tipo de cambio se mantienen. El Gobierno tiene vencimientos por $1.700 millones en el primer semestre y no va poder contar con los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta junio. Por otra parte los costos de importación seguirán altos, las operadoras de pensiones parece que seguirán invirtiendo parte en el exterior y esto continuará ejerciendo presión sobre el tipo de cambio”, consideró el economista Daniel Ortiz, director de Cefsa.
Añadió que si bien el turismo seguirá mejorando, estamos en un mercado cambiario con condiciones muy diferentes a las de años previos a la pandemia.
Situaciones que pueden presionar el dólar al alza son: mayores aumentos en los precios de las materias primas, una mayor demanda de divisas como refugio de los ahorrantes por las elecciones nacionales, un bajo nivel de reservas que limita al Banco Central a intervenir para frenar presiones al alza (la entidad debe cumplir con mínimos de reservas según el convenio con el FMI), la no aprobación de préstamos externos o que los organismos no desembolsen por incumplimiento de condiciones, una mayor demanda de divisas de las operadoras de pensiones para invertir en el exterior y una mayor demanda de las personas de dólares ante el premio negativo por invertir en colones (la ganancia que obtienen respecto a dólares).
Por otro lado, el buen desempeño de las exportaciones, la recuperación del turismo y la llegada de divisas por inversión directa son factores que aumentan la oferta de dólares y por lo tanto presionan hacia la baja el tipo de cambio.
Los tres se relacionan
El economista de Ecoanálisis y de la Academia de Centroamérica, Norberto Zúñiga, explicó que la inflación, el tipo de cambio y las tasas de interés constituyen los denominados “macroprecios” y son determinantes en las decisiones de los agentes económicos y aunque su pronóstico es muy complicado, tener idea de su eventual comportamiento en el futuro cercano es clave para una mejor toma de decisiones.
“Las condiciones internas y externas sugieren que estas importantes variables experimentarán cambios de consideración en el 2022. En realidad esos cambios se vienen presentado desde este año. La inflación se ha acelerado en los últimos meses y las tasas de interés empezaron a ajustarse; el tipo de cambio ha mantenido una fuerte presión desde el 2020″, indicó el economista.
“Todo pareciera indicar que las presiones sobre estos macroprecios se mantendrán, especialmente durante el primer semestre. Existe una relación directa entre todas ellas y tenderán a retroalimentarse en el corto plazo”, añadió.
No obstante, el impacto final dependerá de la reacción y responsabilidad de las actuales autoridades y las que elegirán en los próximos meses. Para Zúñiga es clave mantener la consolidación fiscal, ajustar la política monetaria y conservar vigente el convenio con el Fondo Monetario Internacional.