El presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, confirmó que hay una recuperación de la actividad económica más acelerada de lo que se había previsto, pero a su vez teme que el aumento en la tasa de contagio afecte la misma.
“Efectivamente, la evolución reciente del IMAE (índice mensual de la actividad económica) a julio muestra una recuperación más acelerada de lo previsto en la programación macroeconómica, lo que apunta a que el crecimiento del PIB (producto interno bruto) podría ser mayor al proyectado”, dijo el jerarca.
En julio del 2021, el IMAE aumentó un 10% respecto al mismo periodo del año anterior y el nivel del indicador, medido por la serie tendencia ciclo (excluye factores estacionales e irregulares) superó levemente el valor que tenía antes de la pandemia.
“Por otro lado, se está materializando un riesgo a la baja previsto en la Revisión del Programa Macroeconómico: el aumento significativo en la tasa de contagio por la covid-19. El impacto de esto sobre la recuperación económica hacia adelante podría compensar total o parcialmente el mejor desempeño hasta ahora”, dijo Cubero.
La entidad monetaria, como lo han hecho otras autoridades económicas en el mundo y los organismos internacionales, ha cambiado varias veces este año las proyecciones de crecimiento de la producción para el 2021 y el 2022.
En febrero pasado, cuando anunció el Programa Macroeconómico para esos dos años, la entidad proyectó un crecimiento de 2,6% en la producción para este año y 3,6% para el próximo.
En abril pasado, la autoridad aumentó la proyección de crecimiento para este año a 2,9% y en julio, cuando anunció la revisión del Programa Macroeconómico la subió a 3,9% para este año y 3,7% para el 2022.
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Cubero detalló que el Banco Central trabaja actualmente en el Informe de Política Monetaria que se publicará a finales de octubre próximo. Este informe incluirá una revisión de las proyecciones de crecimiento para el 2021 y 2022, con base en la información disponible más reciente.
Una mayor crecimiento en la producción implica que las empresas producen más y venden más y eso podría ayudar a reducir el desempleo (17,4% en el trimestre que terminó en julio), que es una de las principales secuelas económicas negativas que ha dejado la pandemia.