El Banco Mundial estima un crecimiento de 3,5% para la producción de Costa Rica en el 2022, luego de un crecimiento estimado de 5% en el 2021, según el informe Perspectivas económicas mundiales. La proyección del organismo es más baja que el 4,5% de aumento para este año que estimó, en octubre del 2021, el Banco Central de nuestro país.
De acuerdo con un comunicado difundido por el organismo, la mañana de este 11 de enero, luego del fuerte repunte registrado en el 2021, la economía mundial está entrando en una pronunciada desaceleración en medio de las nuevas amenazas derivadas de las variantes de la covid-19 y el aumento de la inflación, la deuda y la desigualdad de ingresos, lo que podría poner en peligro la recuperación de las economías emergentes y en desarrollo.
Se espera que el crecimiento mundial se desacelere notablemente, del 5,5% en el 2021 al 4,1% en el 2022, y al 3,2% en el 2023, a medida que la demanda reprimida se disipe y vaya disminuyendo el nivel de apoyo fiscal y monetario en todo el mundo.
La rápida propagación de la variante ómicron indica que probablemente la pandemia continuará afectando la actividad económica en el corto plazo. Asimismo, la marcada desaceleración de las principales economías (tales como los Estados Unidos y China) pesará sobre la demanda externa en las economías emergentes y en desarrollo.
LEA MÁS: Banco Central prevé mayor crecimiento por mejora en exportaciones, consumo y construcción
Según el informe, en un momento en que los gobiernos de muchos países en desarrollo carecen de espacio macroeconómico para apoyar la actividad si fuera necesario, los nuevos brotes de covid-19, la persistencia de las presiones inflacionarias y de los cuellos de botella en las cadenas de suministro, así como la elevada vulnerabilidad financiera en numerosas partes del mundo, podrían aumentar el riesgo de un aterrizaje brusco.
“La economía mundial se enfrenta simultáneamente a la covid-19, la inflación y la incertidumbre respecto de las políticas; el gasto público y las políticas monetarias se adentran en un territorio desconocido. El aumento de la desigualdad y los problemas de seguridad son particularmente perjudiciales para los países en desarrollo”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.
“Para lograr que un mayor número de países se encamine hacia un crecimiento favorable, se requiere la acción internacional concertada y un conjunto integral de respuestas de política en el nivel nacional”, añadió.
La desaceleración coincidirá con la ampliación de la divergencia entre las tasas de crecimiento de las economías avanzadas y las de las emergentes y en desarrollo. Se espera que, en las economías avanzadas, el crecimiento disminuya del 5% en el 2021, al 3,8% en el 2022, y al 2,3% en el 2023, un ritmo que, si bien más lento, será suficiente para restablecer las tendencias previas a la pandemia en la producción y la inversión.
En las economías emergentes y en desarrollo, en cambio, se espera que el crecimiento caiga del 6,3% en el 2021, al 4,6% en el 2022, y al 4,4% en el 2023. Para ese año, las economías avanzadas habrán logrado recuperar por completo su producción; no obstante, en las emergentes y en desarrollo, esta se mantendrá 4% por debajo de la tendencia anterior a la pandemia. Para muchas economías vulnerables, el revés será aún mayor: la producción de las economías frágiles y afectadas por conflictos se ubicará 7,5% por debajo de la tendencia previa a la pandemia, y la de los pequeños estados insulares será 8,5% más baja.
Mientras tanto, el aumento de la inflación, que afecta particularmente a los trabajadores de bajos ingresos, limita la política monetaria. A nivel mundial y en las economías avanzadas, la inflación ha alcanzado las tasas más altas desde 2008. En los mercados emergentes y en desarrollo, ha llegado a la tasa más alta desde 2011. En consecuencia, para contener las presiones inflacionarias, muchas economías emergentes y en desarrollo han comenzado a retirar las medidas de apoyo mucho antes de que se complete la recuperación.