En el último año, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) modificó en cuatro ocasiones su proyección sobre el plazo en el que la inflación entraría dentro del rango de tolerancia. El cambio más reciente lo anunció en la última reunión de política monetaria, el 18 de setiembre.
La meta inflacionaria del Banco Central es del 3%, con una desviación de un punto hacia arriba o abajo. Es decir, aunque 3% es el objetivo, el rango de tolerancia establecido se ubica entre el 2% y 4%.
Desde setiembre de 2023, se han efectuado nueve reuniones de política monetaria, en las que el Banco Central actualizó sus proyecciones. En casi la mitad de ellas (4), informó sobre un nuevo horizonte en el que se alcanzaría el rango objetivo, sin que a la fecha se cumpla la proyección.
En setiembre y octubre del 2023, la autoridad monetaria estimaba que la inflación interanual ingresaría en el rango de tolerancia en algún momento del primer semestre del 2024. Sin embargo, en todo ese periodo, el indicador, medido por la variación del índice de precios al consumidor (IPC), se ubicó por debajo de cero.
En la más reciente convocatoria, la del 18 de setiembre, el Banco Central ajustó considerablemente sus estimaciones. Ahora, aplazó el aterrizaje del indicador en el rango de tolerancia para el tercer trimestre de 2025, luego de proyectarlo para los primeros tres meses del próximo año en las reuniones de junio y julio.
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Este cambio en la trayectoria de la inflación se debe al comportamiento de los precios internacionales de las materias primas, en particular del petróleo, cuyos valores han sido menores a los observados en los meses anteriores, explicó el Banco Central.
Ante una consulta de La Nación, el ente emisor explicó que sus proyecciones dependen no solo de la evolución de la inflación, sino también de la trayectoria prevista para sus determinantes y los supuestos sobre la evolución de las principales variables locales y externas disponibles en cada momento.
El Banco Central argumentó que, luego de la pandemia, las proyecciones de inflación se han formulado en un contexto muy cambiante y, por tanto, de alta incertidumbre, y que esto queda evidenciado en los riesgos que han señalado, tanto internos como externos.
Entre los riesgos externos a la baja han destacado un crecimiento económico de socios comerciales menor al previsto o una reducción mayor en los precios de materias primas importadas. En el ámbito interno, señalaron la persistencia de valores de inflación por debajo del rango de tolerancia.
Por su parte, en cuanto los riesgos al alza, sobresalen los choques de oferta generados por conflictos geopolíticos o procesos electorales a nivel externo, mientras que a lo interno indicaron posibles impactos por fenómenos climatológicos adversos y, en meses anteriores, una recomposición de portafolios de inversión de colones hacia dólares.
Rodrigo Bolaños, expresidente del Banco Central, consideró que los ajustes no son una novedad en el área de proyecciones económicas, ya que otras entidades, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), también suelen ajustar sus estimaciones.
Sin embargo, Bolaños señaló que también podrían incidir los modelos o instrumentos que se usan en los cálculos. “Algunas entidades tienen modelos muy sofisticados, que no necesariamente aseguran que van a haber buenas proyecciones”, afirmó.
Bolaños agregó que también influye la volatilidad de variables relevantes para el cálculo, lo que amplía los rangos de confianza en torno a este tipo de estimaciones.
Por su lado, Rodrigo Cubero, también expresidente del Banco Central, dijo que las proyecciones a la baja responden a factores internos y externos, principalmente a la caída en precios de los combustibles y otras materias primas.
Cubero agregó que en el ámbito doméstico incidió la inflación más baja por más tiempo de lo esperado, vinculada en gran parte a la apreciación cambiaria, lo que deprime los precios indexados al dólar. También, una menor demanda interna, con lo cual no se ejerce presión a los precios.
Estas proyecciones son condicionales, es decir, se toman en consideración las posibles reacciones de política monetaria que pudieran presentarse a lo largo del horizonte de proyección. Además, se cubre un periodo de dos años.
Bolaños consideró que el Banco Central debería revisar el sistema de metas de inflación, para poner en aplicación toda la experiencia recogida durante este tiempo en los que se ha implementado.
Para este análisis solo se tomaron en consideración las ocasiones en las que el Banco Central estableció un nuevo horizonte. Por ejemplo, no se incluyó el cambio anunciado en la reunión de junio, en la que se dijo que la inflación entraría a su rango meta en el primer trimestre de 2025, puesto que ya se había mencionado ese periodo en marzo.
Implicaciones para las personas y empresas
Una de las principales implicaciones de esta dinámica es el impacto en la credibilidad del Banco Central, pues no solo se han cambiado las proyecciones, sino que la inflación ha permanecido fuera del rango meta desde abril de 2023, donde solo estuvo ese mes.
“A medida que pase el tiempo, sí le va hacer mella al Banco Central, porque se ve como que no actúa, no responde. Creo que tiene que sentarse y decir: voy a hacer esto para que realmente funcione. La percepción mía es que no hace mayor cosa”, dijo Bolaños.
Daniel Ortiz, director de Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), afirmó, el 20 de setiembre pasado, que si el Banco Central continúa anunciando una meta del 3%, pero no la cumple, las expectativas inflacionarias podrían desviarse. Este indicador es uno de los que más cuida el BCCR, pues es una guía en su sistema de metas de inflación.
Bolaños explicó que las expectativas se van a ver influidas por lo que realice el Banco Central en torno al control de la inflación con relación al rango meta. Por lo que, esta persistencia de la inflación fuera del rango resulta contraproducente.
En su más reciente decisión, los directores del BCCR señalaron como un riesgo a la baja en el indicador las menores expectativas de inflación ante la persistencia de los valores por debajo del rango meta.
El BCCR reconoció que los desvíos en sus proyecciones de inflación podrían incidir en la credibilidad del ente emisor, pero señaló que si estos se acompañan de justificaciones claras, los agentes económicos tendrán mayor facilidad para entender el fenómeno inflacionario.
“Al observar persistentemente mediciones de los indicadores de expectativas en el rango de tolerancia alrededor de la meta, no sería razonable pensar que los agentes hayan postergado decisiones de compra o modificado sus esquemas de fijación de precios con valores distintos a la meta de inflación”, destacó el BCCR.
Fuera de la meta
En setiembre, la inflación medida por el índice de precios al consumidor (IPC), calculado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), volvió a terreno negativo, tras dos meses en positivo.
El indicador interanual mostró valores negativos en 14 de los últimos 16 meses. Para el mes de setiembre cerró en -0,14%, sumando 17 meses fuera del rango de tolerancia del ente emisor.
La última ocasión en la que la inflación se situó en la meta del Banco Central fue en abril de 2023, pero solo permaneció un mes en este nivel. Para encontrar una permanencia más prolongada dentro de ese rango hay que retroceder a los meses de setiembre de 2021 y enero de 2022.
Desde entonces, la inflación se mantiene por debajo del rango meta inferior del Banco Central, que es del 2%. En la mayoría de este lapso, el indicador ha estado en terreno negativo.
Bolaños explicó que una de las implicaciones de que la inflación permanezca en estos niveles es que se introducen distorsiones en los precios, perjudicando aquellos que no pueden bajar.
Por su parte, Cubero manifestó que la inflación baja influye en las decisiones que toman las personas y empresas al momento de fijar precios, así como en una consolidación hacia la baja de las expectativas inflacionarias.
También se incrementa el valor real de las deudas en colones, ya que el poder adquisitivo del dinero aumenta, agregó Bolaños. Aunque el valor nominal de la deuda sigue siendo el mismo, es decir, la persona paga lo mismo, el valor real de esa obligación crece.
Para el Bolaños, el tipo de cambio podría ser un factor útil para lidiar con las desviaciones al alza y a la baja de la inflación, por la incidencia que puede tener en algunos precios. Sin embargo, reconoció que es algo que debe estudiarse y hacerse con cuidado.