Costa Rica, al igual que otros países de América Latina y el Caribe, también desacelerará el ritmo de crecimiento de su producción al pasar de 5,5% en el 2021, a 3,7%, en el 2022; según estima la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su informe anual Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2021, publicado este 12 de enero.
El 11 de enero el Banco Mundial estimó un crecimiento de 3,5% para la producción de Costa Rica en el 2022, luego de estimar 5% en el 2021, en su informe Perspectivas económicas mundiales. En octubre del 2021, el Banco Central de nuestro país estimó un crecimiento de 5,4% para el 2021 y 4,5% para el 2022; este mes dará a conocer nuevas proyecciones como parte del Programa Macroeconómico 2022 y 2023.
Según la Cepal, América Latina y el Caribe desacelerarán su ritmo de crecimiento en el 2022 a 2,1%, luego de crecer 6,2% promedio el año pasado. Esta desaceleración sucede en un contexto de importantes asimetrías entre los países desarrollados, emergentes y en desarrollo sobre la capacidad de implementar políticas fiscales, sociales, monetarias, de salud y vacunación para una recuperación sostenible de la crisis desatada por la pandemia de la covid-19.
De acuerdo con el organismo, el crecimiento de 2,1% promedio esperado refleja una alta heterogeneidad entre países y subregiones: el Caribe crecerá 6,1% (excluyendo Guyana), América Central crecerá 4,5%, mientras que América del Sur lo hará en 1,4%. En tanto, en el 2021 la región mostró un crecimiento superior al esperado, promediando 6,2%, gracias a la baja base de comparación que constituyó el año 2020, la mayor movilidad y el favorable contexto externo.
En el 2021, 11 países de América Latina y el Caribe lograron recuperar los niveles de PIB previos a la crisis. En el 2022, se agregarían otros tres, con lo que se alcanzaría un total de 14 países de los 33 que conforman la región.
Un 2022 complejo
Según el reporte, la región enfrenta un 2022 muy complejo: persistencia e incertidumbre sobre la evolución de la pandemia, fuerte desaceleración del crecimiento, se mantienen la baja inversión, productividad y lenta recuperación del empleo; persistencia de los efectos sociales provocados por la crisis, menor espacio fiscal, aumentos en las presiones inflacionarias y desequilibrios financieros.
“La desaceleración esperada en la región en 2022, junto a los problemas estructurales de baja inversión y productividad, pobreza y desigualdad, requieren que reforzar el crecimiento sea un elemento central de las políticas, al tiempo que se atienden las presiones inflacionarias y riesgos macrofinancieros”, señaló Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.
Según el informe, es central que la combinación de políticas monetarias y fiscales prioricen estímulos al crecimiento junto con la contención de la inflación. Ello requiere utilizar políticas macroeconómicas coordinadas y el uso de todos los instrumentos a disposición, para priorizar adecuadamente los desafíos del crecimiento con la estabilidad monetaria y financiera.
En materia de empleo, durante el año pasado este se recuperó a una menor velocidad que la actividad económica: un 30% de los empleos perdidos en 2020 aún no se recuperaban en el 2021. Asimismo, se acentuó la desigualdad entre hombres y mujeres, lo que refleja la sobrecarga del cuidado sobre las mujeres y el menor dinamismo de sectores que concentran el empleo femenino, como los servicios.
Para 2022, Cepal proyecta una tasa de desocupación de 11,5% para las mujeres –levemente inferior al 11,8% anotada en 2021, pero aún muy superior al 9,5% existente antes de la pandemia en el 2019–, mientras que para los hombres la desocupación sería de 8,0% este año, casi igual a la del 2021 (8,1%), pero todavía muy por encima del 6,8% anotado en el 2019.
El informe también aborda uno de los temas económicos más preocupantes en la actualidad a nivel regional y mundial: el alza de precios de los productos y servicios.
En 2021 se registraron presiones inflacionarias en la mayoría de los países de la región, lideradas por aumentos en los alimentos y la energía (la inflación llegó al 7,1% promedio a noviembre, excluyendo a Argentina, Haití, Surinam y Venezuela), y se espera que estas persistan en el 2022. Los bancos centrales anticipan que los niveles de inflación se mantendrán por encima del rango meta establecido, aunque tenderán a converger a estos hacia finales de 2022, o comienzos de 2023. Nuevamente, el precio de la energía y de los alimentos en los mercados internacionales, así como la evolución del tipo de cambio, serán fundamentales para explicar la dinámica futura de los precios.