Durante el fin de año del 2020 los hogares costarricenses continuaron cautelosos con su consumo y lo recortaron en 2,6% respecto a lo que gastaron en el cierre del 2019.
Según los datos que publicó el Banco Central, en el último trimestre del 2020 los hogares bajaron su consumo final en 2,6% respecto al mismo periodo del año anterior.
Esta reducción es un poco menor a la registrada en los dos trimestres anteriores, afectados también por la pandemia, que fueron de 6,6%, en el segundo trimestre; y 4,9%, en el tercer.
Los datos se desprenden de la publicación del producto interno bruto trimestral del Banco Central por la vía del gasto (incluye el gasto de los hogares, del Gobierno, la inversión de las empresas y la demanda externa).
Según dicha información, el producto interno bruto del último trimestre del 2020 bajó 5% respecto al mismo trimestre del año anterior.
Además del consumo de los hogares, la inversión de las empresas, reflejada en la formación bruta de capital fijo, disminuyó 3,6%.
Por su parte, el gasto del Gobierno General, el cual considera la administración pública en general, aumentó 3,2%.
En la demanda externa, las exportaciones de bienes y servicios cayeron 13% respecto al mismo periodo del año anterior y las importaciones, 9,5%.
Fuerte impacto en los hogares
Para Norberto Zúñiga, economista de Ecoanálisis y de la Academia de Centromérica, si bien la producción disminuye a menor ritmo a medida que la economía mundial se recupera y se permite una mayor apertura, la caída de 5% de la producción, en el último trimestre, es muy fuerte.
“El impacto ha sido muy significativo en los gastos de consumo final de los hogares, las exportaciones de servicios (turismo) y la formación bruta de capital fijo (inversión)”, indicó Zúñiga.
La reducción en el consumo de los hogares es congruente con la caída en el ingreso nacional disponible, el cual el Banco Central estima que disminuyó 4,2% en el 2020.
El economista Max Alberto Soto, indicó que el consumo es un componente importante de la producción y como tal de la recuperación.
Indicador | Medición |
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Consumo final de los hogares | La información base para estimar el cálculo del consumo final del sector hogares es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del 2018. En la misma, el gasto registrado es aquel que realiza el hogar para consumo propio, más lo que recibe de otros hogares (donado), no así lo que el hogar compra para regalar (esto se excluye de la definición de gasto de consumo). Adicionalmente se usan registros administrativos, información de entidades financieras e instituciones de gobierno. Finalmente, se realizan ajustes al consumo de los hogares por producto debido a los cálculos de producción y el análisis de los niveles de consumo per cápita armonizados en los equilibrios de oferta y utilización (que a su vez incorporan otras fuentes de información para su cálculo). |
Consumo final de las instituciones sin fines de lucro que le sirven a los hogares | Corresponde a la producción de no mercado más el gasto en bienes y servicios adquiridos a productores de mercado para ser suministrados a los hogares en forma de transferencias sociales en especie. Estas cifras se estiman con base en información reportada por asociaciones sin fines de lucro, de acuerdo al Estudio Económico a Empresas e información de transferencias pagadas a estas instituciones por parte del Gobierno Central. |
“La recuperación depende mucho del consumo privado (representa cerca del 60% del PIB), y fue el más golpeado por la pandemia en buena medida por las acciones que se adoptaron que restringían, por un lado, el consumo de ciertos servicios, y por otro lado, redujo el ingreso, vía reducciones en la jornada o despidos”, indicó Soto.
Para Zúñiga preocupa especialmente la caída continua en todos los trimestres de los últimos dos años de la inversión, fundamental para el crecimiento sostenido de mediano plazo, lo cual, según su criterio, es reflejo de la incertidumbre, desconfianza y negativo ambiente de negocios que prevalece en el país.
“Es imperativo aprobar los proyectos requeridos para suscribir el convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero deberíamos ir más allá con proyectos de ajuste estructural”, indicó Zúñiga.
Añadió que, en su opinión, en el mejor de los casos nuestra economía podría crecer durante este año alrededor de 3%, 50% menos de la caída del 2020.
Para Soto, la recuperación depende del consumo y ésta, en buena medida, de la recuperación del mercado laboral, que a su vez se relaciona con el ritmo al que se puedan abrir las actividades económicas, sobre todo las que fueron más golpeadas, en particular el turismo, el comercio y el transporte.
Añadió que dicha apertura depende de otras medidas, como el ritmo de vacunación, por un lado, y de las confianza de consumidores y empresarios y eso está en función del convenio con el FMI.
Este economista añadió que, contrario a lo que ocurre en otras economías desarrolladas, como la de Estados Unidos, que han aprobado paquetes fiscales gigantescos, en países como Costa Rica, que ya tenían muchas limitaciones en el ámbito fiscal, la reactivación depende más de la política monetaria, donde el Banco Central ha actuado.