Costa Rica se ubica entre los países con menor crecimiento esperado en la producción en América Latina y el Caribe en este año, según el nuevo informe semestral del Banco Mundial para la región titulado: “Volver a Crecer”, el cual publicó este 29 de marzo.
El Banco Mundial pronostica crecimientos en la producción de Costa Rica de 2,6%; 3,3% y 3,1% para este y los próximos dos años, respectivamente.
El 2,6% se ubica por debajo del 4,4% de promedio latinoamericano y del Caribe, excluyendo a Venezuela.
En el 2020, nuestro país se ubicó entre los países cuya producción cayó menos con la pandemia. En ese año el producto interno bruto disminuyó 4,6% según el Banco Mundial; por debajo del promedio latinaoamericano y del Caribe de una reducción de 6,7%.
El aumento en la producción estimado para este año por el organismo internacional coincide con el pronóstico del Banco Central de Costa Rica y el 3,3% para el 2022 es un poco más bajo que el esperado por la autoridad local, de 3,6%.
La entidad explica, en su informe, que pronosticar el crecimiento económico de la región en el 2021 es un desafío, porque mucho depende de cómo se desarrolle la pandemia en los próximos meses.
“El desarrollo de vacunas eficaces y seguras en apenas un año desde el primer brote de la covid-19 es un logro científico sin precedentes. Pero producir vacunas en la escala necesaria para detener la pandemia es un desafío”, indicó el organismo
Con dosis escasas y capacidad limitada, el lanzamiento de la vacuna es lento en la mayor parte de la región, lo que implica que la inmunidad colectiva no puede obtenerse antes del final del año. Además, tampoco está claro qué tan efectivas serán las vacunas contra nuevas variantes del virus.
Las repercusiones de la pandemia en la región son severas, según dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe.
“El daño es severo y estamos viendo mucho sufrimiento, en particular entre los más vulnerables (... ) pero siempre hay que mirar hacia adelante y aprovechar esta oportunidad para realizar las transformaciones necesarias que aseguren un futuro mejor”, comentó Jaramillo.
La fuerte contracción causada por la pandemia el año pasado tuvo costos económicos y sociales enormes. La tasa de desempleo en general aumentó y la pobreza se disparó, si bien en algunos países el uso masivo de transferencias sociales hizo mucho para amortiguar el impacto social de la crisis, destacó el organismo en un comunicado
La crisis de la covid-19 tendrá un impacto a largo plazo sobre las economías de la región. Es probable que los menores niveles de aprendizaje y de empleo reduzcan los ingresos futuros, mientras que el elevado nivel de endeudamiento público y privado puede causar tensión en el sector financiero y frenar la recuperación.
Algunos resultados positivos
Sin embargo, también hay algunos desarrollos internacionales alentadores y nuevas oportunidades.
En primer lugar, mientras que el comercio mundial de servicios se redujo drásticamente, el comercio de bienes se ha mantenido relativamente bien. Y dada la rápida recuperación del este de Asia, y de China en particular, la mayoría de los precios de las materias primas son ahora más altos que antes de la crisis de la covid-19, lo cual beneficia a los países que exportan estos productos.
En segundo lugar, las remesas a la región también han aumentado en relación con el tiempo anterior a la covid-19. Esto es alentador, dada su enorme importancia para el nivel de vida en varios países de la cuenca del Caribe y de América Central.
Un tercer acontecimiento positivo ha sido el acceso continuo a los mercados de capital internacionales por parte de la mayoría de los países de la región.
“De hecho, los préstamos en el exterior aumentaron durante la pandemia, lo que contribuyó a políticas económicas de apoyo a pesar del espacio fiscal limitado”, indica el estudio.
“A medida que las economías repuntan este año, algunos sectores y empresas ganarán y otros perderán”, expresó Martín Rama, economista en jefe del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe.
“Esta pandemia dio lugar a un proceso de destrucción creativa que puede resultar en un crecimiento más acelerado pero que también puede agrandar la desigualdad dentro y entre países de la región”, añadió Rama.
Por ejemplo, los servicios hoteleros y personales pueden sufrir daños a largo plazo, aunque las tecnologías de la información, las finanzas y la logística se expandirán.
A mediano plazo, las ganancias pueden ser mayores que las pérdidas. La mayor transformación puede resultar de la digitalización acelerada, que podría conducir a un mayor dinamismo en la intermediación financiera, el comercio internacional y los mercados laborales, añade el comunicado.
Bajar costos energéticos
La tecnología, añade el comunicado, también supone una oportunidad para transformar el sector energético.
Argumenta que América Latina y el Caribe posee la matriz de generación eléctrica más limpia de todas las regiones en desarrollo, fundamentalmente debido a la abundancia de energía hidroeléctrica. La región debería tener la electricidad más barata del mundo en desarrollo, pero en su lugar tiene la más cara, esencialmente debido a las ineficiencias.
Las empresas y los hogares de la región pagan mucho más por la electricidad que consumen de lo que costaría generarla. Estas ineficiencias se reflejan en apagones frecuentes, pérdidas técnicas y comerciales, empresas públicas con exceso de personal y abusos del poder de mercado por parte de generadores privados.
“Con un marco institucional adecuado, la tecnología puede aumentar la competencia en el sector, reduciendo así el precio de la electricidad y aumentando la proporción de energía renovable”, agrega el comunicado.
Por ejemplo, la generación distribuida puede hacer que empresas y hogares dependan de sus propias fuentes de energía, como paneles solares, y que compren o vendan electricidad a la red según la hora del día.
Además, un aumento en el comercio transfronterizo de electricidad puede aprovechar las diferencias en capacidad instalada, costos de generación y estacionalidad de la demanda para generar beneficios mutuos. No obstante, esta mejora en la eficiencia solo tendrá lugar si la electricidad puede comprarse y venderse a un precio adecuado.