La crisis sanitaria ocasionada por la covid-19 ha dejado sin trabajo a uno de cada seis jóvenes, y los que siguen empleados han visto reducir sus horas de trabajo en 23%, según una encuesta a escala mundial que realizó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y varios asociados de la Iniciativa Global sobre Empleo Decente para los Jóvenes.
Los jóvenes generalmente afrontan mayores problemas para conseguir empleo. En Costa Rica, por ejemplo, en el primer trimestre de este año, las personas entre 15 y 24 años constituían el grupo más grande de desempleados con 39% del total, según la Encuesta Continua de Empleo.
En el mundo, en el 2019, la tasa de desempleo juvenil fue de 13,6%, más alta que la de cualquier otro grupo poblacional. Había alrededor de 267 millones de jóvenes –uno de cada cinco en el ámbito mundial – que no trabajaban, ni seguían una educación o formación profesional (nini).
Los jóvenes de entre 15 y 24 años que estaban empleados tenían, además, mayores probabilidades de estar en formas de trabajo que los hacía más vulnerables, como ocupaciones mal remuneradas, en la economía informal, o como trabajadores migrantes.
Los datos de la encuesta de la OIT están incluidos en el Observatorio de la OIT: La COVID-19 y el mundo del trabajo. 4a edición, publicado este miércoles 27 de mayo.
En este informe, la OIT explica que los jóvenes están siendo afectados de manera desproporcionada por la pandemia y el incremento rápido y sustancial del desempleo juvenil registrado a partir de febrero afecta más a las mujeres jóvenes que a los hombres jóvenes.
Oportunidades futuras
La pandemia también podría mermar las oportunidades laborales futuras de los muchachos por la interrupción de sus actividades educativas y de formación.
“Alrededor de la mitad de los jóvenes alumnos han manifestado que probablemente concluirán sus estudios con retraso, y el 10% prevé que no podrán terminarlos. Con arreglo a un baremo normalizado (conjunto de normas para evaluar una situación) para la evaluación del bienestar mental, más de la mitad de los jóvenes encuestados han pasado a encontrarse en situación de vulnerabilidad frente a episodios de ansiedad o depresión desde que comenzó la pandemia”, señala el informe.
Antes del comienzo de la pandemia, casi 496 millones de jóvenes participaban en programas de segundo ciclo de educación secundaria, educación postsecundaria no superior y enseñanza superior.
“Muchos de ellos han tenido que interrumpir sus estudios. Según se desprende de los primeros resultados de una encuesta conjunta de la OIT, la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y el Banco Mundial, alrededor del 98% de los encuestados de todas las regiones informaron del cierre íntegro o parcial de centros de educación y formación técnica y profesional y de centros de capacitación, y tres de cada cuatro señalaron que se habían suspendido o aplazado sus exámenes, entre otro tipo de evaluaciones”, indica el informe.
“Si no tomamos medidas inmediatas y significativas para mejorar su situación, el legado del virus podría acompañarnos durante décadas”, declaró Guy Ryder, director General de la OIT.
“Si su talento y energía son marginados por falta de oportunidades o de competencias, esto ocasionará un daño al futuro de todos nosotros y hará que sea mucho más difícil reconstruir una mejor economía poscovid”, añadió Ryder.
El Observatorio pide respuestas políticas urgentes, concretas y a gran escala dirigidas a apoyar a los jóvenes, incluidos programas amplios de garantía de empleo y formación en los países desarrollados, y programas intensivos en empleo y garantías en las economías de ingresos medios y bajos.
El informe advierte que, a largo plazo, los efectos de la crisis en los planos educativo y profesional no solo afectan adversamente la calidad y la cantidad de los empleos, sino que también va a exacerbar las desigualdades existentes tanto entre países como a escala nacional.