Unos 900.000 costarricenses no pudieron acceder, en el 2020, a una dieta saludable. La cifra refleja un alza considerable en comparación con los tres años previos, cuando 800.000 personas en el país no tuvieron capacidad económica para adquirir este tipo de alimentos.
El dato proviene de un informe elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y otras cuatro agencias, que fue presentado en enero de este año. El reporte, titulado Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional, evalúa la situación de América Latina.
El costo de una dieta saludable se define como el precio de los alimentos más baratos y disponibles localmente, para satisfacer las necesidades de energía de 2.330 kilocalorías diarias.
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Dicho análisis muestra el panorama del 2020, un año que estuvo marcado por la pandemia, pues provocó serias consecuencias económicas (como desaceleración de la producción y alto desempleo) y aumentó las brechas entre las poblaciones más vulnerables, principalmente en América Latina, que se caracteriza por ser una de las regiones más desiguales del mundo.
En el caso de Costa Rica, fue uno de los países cuya desigualdad en el ingreso entre los hogares aumentó en la pandemia, junto con Ecuador y Uruguay, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), presentado en noviembre anterior.
En cuanto al acceso a una dieta saludable, Costa Rica y Panamá son los países de Centroamérica con el porcentaje más bajo de personas que no tienen capacidad financiera para adquirirla (menos del 20% de la población), pero tienen los costos más altos para comprar ese tipo de alimentos.
Costo local
Para quien vive en el país, el costo por día y por persona de una dieta saludable, para el 2020, fue de $4,11, el segundo más alto de Centroamérica, solamente detrás de Panamá, con $4,48. Ese costo es mayor al promedio de toda Latinoamérica ($3,89) que, a su vez, fue el más alto en comparación con otras grandes regiones del mundo.
La dieta saludable establecida por la ONU toma los requerimientos nutricionales fijados por las guías alimentarias basadas en alimentos (GABA) para una vida activa y saludable. En dichas guías se incluye una amplia variedad de productos no procesados, o mínimamente procesados, y equilibrados entre todos los grupos alimenticios.
En Costa Rica, el Ministerio de Salud tiene una guía enfocada en adolescentes y personas adultas en la que se plantea que una dieta de este tipo debe de contener de seis a ocho porciones de cereales o verduras harinosas como el arroz o papa, así como dos de leguminosas como frijoles o garbanzos.
Además, tiene que incluir alimentos de origen animal, como carne, leche o huevos, al menos cinco porciones de frutas y vegetal, y un límite de menos de cinco porciones de grasas como aceites, mantequilla, entre otros. También sugiere reducir la ingesta de alimentos y bebidas altamente procesadas, grasas trans y azúcares añadidos.
Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, manifestó que los altos costos de los alimentos son un problema que afecta particularmente a las poblaciones vulnerables, las cuales tienen que destinar un mayor porcentaje de sus ingresos a la compra de esos productos.
Según la ONU, este panorama se ha complicado aún más, como consecuencia de la elevada inflación que afecta al mundo, junto con el alza de precios registrada a nivel mundial, especialmente por la guerra de Ucrania, así como la desigualdad y la pobreza, que han vuelto más difícil para los habitantes de la región acceder a una dieta más sana.
Como consecuencia del contexto inflacionario, en Costa Rica la diferencia en el gasto alimentario entre los quintiles de ingresos más bajos y más altos es de 22 puntos porcentuales, lo que da a entender que las personas más pobres destinan una mayor proporción de sus ingresos en alimentos que su contraparte, según la ONU.
Para obtener los resultados del costo de la dieta, la organización usa los últimos datos de precios al por menor disponibles en el Programa de Comparación Internacional (PCI), dirigido por el Banco Mundial, así como información de la FAO e Indicadores del desarrollo mundial.
En cuanto a los indicadores de acceso a una dieta saludable, este se mide por el porcentaje y el número de personas que no pueden permitirse el costo de una dieta saludable; el costo se compara con las distribuciones de ingresos específicas del país. Se considera que una dieta saludable es inasequible cuando su costo supera el 52% de los ingresos.
Un reto enorme
Francia Linares Orozco, directora ejecutiva del Banco de Alimentos de Costa Rica, organización que tiene la misión de disminuir el desperdicio y eliminar el hambre en el país, explicó que la pandemia les representó un gran reto debido al aumento en la demanda de alimentos en territorio nacional.
Linares afirmó que las personas con empleos informales fueron parte de la población más golpeada por la pandemia, así como las personas en situación de pobreza, indicador que en el 2020 alcanzó un 26,2%, lo que elevó la necesidad de incrementar la atención por parte del banco.
“Solamente en el 2020, apoyamos, además de las 39.000 que ayudamos por mes, a más de 2.000 personas adicionales mensualmente, y eso porque era lo que nos daba para hacer”, agregó.
En el 2021, la cifra se redujo a 1.000 personas adicionales por mes. La directora ejecutiva atribuyó esa disminución a la flexibilización de las medidas sanitarias para evitar la propagación de la covid-19, lo cual permitió a algunas personas del sector informal retomar sus actividades.
“Había mucha gente solicitando donaciones. Esos años fueron complicados, porque para la gente tener una dieta relativamente saludable, se les volvió casi imposible al no tener el poder adquisitivo”, resaltó Linares, quien agregó que el reto se mantiene producto del aumento en el costo de los alimentos por la guerra entre Rusia y Ucrania.
Para sortear el aumento de la demanda de alimentos en los últimos años, el Banco realizó diferentes iniciativas, como reclutar más empresas aliadas que envían donativos. Por ejemplo, se sumaron más de 13 en el 2022. Además, se suscribieron convenios con la compañía Horti Fruti y el Instituto Nacional de Aprendizaje para que les brinden frutas y verduras.
También tuvieron un crecimiento del 30% en la cifra de voluntarios que trabajaban en la organización el año anterior, así como una mayor cantidad de campañas de recolección de alimentos y dinero para comprar comida a granel o platos ya servidos.
De igual forma, han destinado esfuerzos para apegarse a la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de la ONU, para que las personas conozcan la labor de la organización, la cual tiene como propósito reducir lograr el objetivo de hambre cero, y la producción y consumo responsable, que ayuda a la disminución de gases contaminantes.
Pobreza y desigualdad
El informe de la ONU presenta una clara relación entre el nivel de ingresos de un país, la incidencia de la pobreza y el nivel de desigualdad, pues los países con mayores niveles en estos indicadores tienden a presentar mayores dificultades para acceder a una dieta saludable.
En Costa Rica, la pobreza en el 2022 se mantuvo en 23% y la pobreza extrema fue de 6,4% (similar al 6,3% del año pasado), de acuerdo con la medición por insuficiencia de ingreso o línea de pobreza, que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
La cifra equivale a 399.439 hogares en situación de pobreza; mientras que en el caso de la pobreza extrema, el porcentaje equivale a 110.631 hogares.
Sin embargo, la brecha del indicador entre la zona urbana y la rural siguió ampliándose, pues en la zona rural la pobreza pasó de 26,3%, en el 2021; a 28,3%, en el 2022, mientras que en la urbana no hubo cambios.
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En tanto, la desigualdad por ingresos en Costa Rica alcanzó, en el 2021, sus niveles más altos desde 1987, con un 0,524 en la estimación del coeficiente de Gini.
Para el año pasado, ese indicador se redujo a 0,504, según la Encuesta Nacional de Hogares, del INEC.
Eddy Madrigal, coordinador de la dicha Encuesta, explicó, en octubre pasado, que la desigualdad se redujo por el crecimiento de los ingresos de las familias más pobres. “Estamos hablando de que son ¢5.000 o ¢10.000 más y eso hace una diferencia sustancial en ellos (las familias de menores ingresos)”, resaltó.
A pesar de estas últimas cifras, el fenómeno de la desigualdad es uno de los principales problemas que enfrenta el país, junto a la pobreza y la falta de oportunidades laborales. Según el Programa Estado de la Nación, las brechas se han profundizado en los últimos años.
Panorama regional
El panorama regional en cuanto al acceso a una dieta saludable es crítico, pues más de 131 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe no pudieron acceder, en el 2020, a estos alimentos, cuyo costo en la región es el más alto del mundo.
La cifra equivale al 22,5% de la población regional y representa un incremento del 8% respecto al año previo, según el reporte. Esto representa un aumento de ocho millones de personas que no cuentan con los medios suficientes para acceder a una dieta saludable con respecto al 2019.
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Entre el 2019 y el 2021, la cifra de hambre en la región aumentó en 13,2 millones, alcanzando un total de 56,5 millones de personas en el 2021, situación que también fue afectada por el impacto mundial de la pandemia causada por la covid-19 en el 2020.
Los más afectados por este fenómeno en la región de Latinoamérica y el Caribe son los niños y niñas menores de cinco años, así como las mujeres, debido a que sufren una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria que los hombres.