La cantidad de ocupados en Costa Rica, al tercer trimestre del 2021, se mantenía en 69.000 personas por debajo del registro del mismo periodo del 2019, justo antes de la pandemia, según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Ese lastre persistente, sin embargo, se concentra en el sector informal del empleo.
Mientras la recuperación del sector formal ya es completa y hoy se estima que existen 1,17 millones de personas ocupadas –un poco más que en el 2019–, la población en la informalidad laboral se estima en 926.300, lo cual representa unas 74.000 personas menos que en la prepandemia.
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Por empleados informales se entienden a todos aquellos ayudantes no remunerados, trabajadores y empleados de empresas no constituidas como sociedad, empleados ocasionales, aquellos que prestan sus servicios a cambio de salarios en especie y similares.
El empleo informal fue el que más cayó con la llegada del coronavirus e, inicialmente, también fue el que se recuperó con mayor fuerza. Sin embargo, dicha recuperación se ha estancado desde finales del 2020, según los datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE), estudio que actualiza sus registros sobre informalidad laboral cada trimestre natural del año.
El fenómeno podría ser ocasionado por la mezcla de al menos dos factores, según comentó la coordinadora de la ECE, María Luz Sanarrusia. Es posible que algunas labores informales se hayan perdido del todo o no hayan logrado recuperarse todavía ante cambios estructurales de consumo por la pandemia, como la venta de comidas en pequeños negocios; y también podría ocurrir que algunos empleos se hayan formalizado ante la amenaza del virus y la necesidad del aseguramiento.
Dos polos
En la comparación con la prepandemia se observan dos principales tipos de empleo informal que fueron afectados por la crisis del coronavirus. Al tercer trimestre de 2021 se estimó la pérdida de unas 44.700 personas ocupadas informalmente con jornadas efectivas de menos de 15 horas; así como otras 42.300 personas con jornadas efectivas de más de 48 horas.
En cambio, las personas ocupadas informalmente entre las 15 horas y las 48 habrían recuperado sus niveles de la prepandemia y crecido en otras 13.000, según la ECE.
El empleo informal suele ofrecer peores condiciones, ante la ausencia de contratos de trabajo y derechos similares. También suele estar más sujeto a la presencialidad y, por ende, endeble ante el impacto de todas aquellas medidas restrictivas y condiciones sociales que la impiden.
Sanarrusia destacó que la pérdida de alguna parte del empleo informal es comprensible justo por ese motivo.
“Hubo una reconversión con el coronavirus. En la pandemia se conservaron más los empleos formales y se destruyeron más empleos informales. En la calle y en la vía pública existen trabajos que ahora han venido disminuyendo, como los servicios de comidas en lugares de trabajo o ventas similares, que son presenciales”, explicó.
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Además, consideró posible que alguna parte de las empresas y emprendimientos informales que sobrevivieron a la pandemia hayan optado por buscar la formalidad, ante los riesgos de contagio y la urgencia del aseguramiento.
“La pandemia generó la necesidad de que parte del empleo informal se convirtieran en formal; si existían problemas de salud, la persona tenía que estar asegurada y eso impactó”, dijo Sanarrusia.
En su más reciente Informe de Política Monetaria, el Banco Central señaló el estancamiento del empleo informal. El emisor recordó que: “algunas de las actividades más golpeadas por las restricciones sanitarias y las consecuencias de la pandemia (como el turismo, el comercio, la construcción y las actividades de entretenimiento) eran precisamente las más intensivas en el empleo de trabajadores, entre ellos los informales”.
Según la ECE, una pequeña parte de las personas ocupadas en empleos informales corresponden a personas no remunerados. Sin embargo, la encuesta identificó una baja de 43.500 informales en el grupo con ingresos de entre uno y dos salarios mínimos, y otros 19.900 menos, con ingresos de dos salarios mínimos en adelante. Los remunerados con menos de un salario mínimo aumentaron en 3.500.
Trabajos pequeños
La mayoría de los puestos informales que se perdieron entre los terceros trimestres del 2019 y el 2021 ocurrieron en espacios laborales pequeños o propios. En establecimientos unipersonales, la encuesta registró una caída de 19.000 personas empleadas informalmente; en emprendimientos de entre dos y cinco personas, la reducción fue de 61.300.
Por el contrario, las estimaciones apuntaron a un crecimiento de unas 9.500 personas ocupadas informalmente en establecimientos de 30 personas o más.
En cuanto a la actividad de estos establecimientos, se registraron 53.800 personas ocupadas menos en empresas, locales o fincas; así como otras 17.200 trabajadores informales menos en vía pública y 14.900 en sitios de construcción u otros.
El empleo informal dentro de la vivienda propia o del empleador, por otra parte, más bien registró un aumento de 11.800 las personas ocupadas en comparación con el tercer trimestre de 2019.
Según Sanarrusia, la caída en empleo informal afecta desde propietarios de restaurantes o sodas, hasta vendedores ambulantes o educadores que ofrecen lecciones privadas. “En sodas, por ejemplo, afectó el teletrabajo, que redujo la clientela y su consumo”, explicó.
Cifras engañosas
En el tercer trimestre del año anterior a la pandemia (2019), el empleo informal representó 46,3% del empleo general, según la ECE. Hasta el tercer trimestre de 2021 representaba 44,2%.
Los datos del cuarto trimestre aún no están disponibles, pues el INEC los publicará hasta febrero próximo. Sin embargo, la institución recientemente publicó la tasa provisional de informalidad entre setiembre y noviembre pasados, la cual fue de 44,8% para ese periodo.
En el segundo trimestre del 2020, durante el momento de mayor impacto de la pandemia, la tasa de empleo informal llegó a caer a 39,8%. No obstante, las reducciones no corresponden a mejoras estructurales, recordó Sanarrusia; más bien representa la pérdida de fuentes de ingresos para un sector vulnerable de la población.
El último Informe del Estado de la Nación analizó las cifras de empleo informal en Costa Rica hasta el segundo trimestre de 2021. Concluyó que, si bien menores índices de este indicador laboral suelen ser positivos, el caso originado por la pandemia no puede entenderse así sino como “destrucción de empleo”.
Una disminución del empleo informal sería realmente positiva si se contrarresta con mejores opciones de trabajo formal para las personas que se quedan sin el primero, o por la formalización integral de esas fuentes informales, pero no por su mera desaparición.