Un mayor uso de Internet y mejoras en algunos indicadores de la educación permitieron bajar la pobreza multidimensional, que es aquella que toma en cuenta diferentes privaciones que sufren los hogares, de 25,9% (casi 334.000 hogares) en el 2010 a 16,6% (unos 266.000) en el 2019, según los datos que tiene en su página web el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
La pobreza multidimensional es una medida complementaria a la pobreza de ingreso, en la cual se compara el ingreso del hogar con el costo de un grupo de alimentos y otras necesidades básicas. La pobreza en esta medición se ubicó este año en 21%.
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El índice de pobreza multidimensional (IPM) considera cinco dimensiones: educación, vivienda, salud, trabajo y protección social.
Cada dimensión está compuesta por indicadores. La suma de los indicadores de cada dimensión es de 20% y la suma de las cinco dimensiones es de 100%. Si las privaciones del hogar suman 20% se considera que el hogar sufre de pobreza multidimensional.
Por ejemplo, si un hogar que tiene una persona entre 5 y 17 años que no asiste a la educación formal entonces se le asigna un 5%; si además la vivienda de esta familia tiene el techo y el piso en mal estado se le suma otro 5%, si la familia tiene al menos una persona sin seguro de salud se le suma otro 5% y si además tiene una persona que ha estado desempleada por más de 12 meses se le suma un 6,67%. En este caso las privaciones que tiene el hogar suman 21,67% y por lo tanto se considera que sufre de pobreza multidimensional.
José Aguilar, director ejecutivo de Horizonte Positivo, organización de empresarios que apoya la aplicación de este indicador para Costa Rica, explicó que en la medición que realizaron tienen un resultado levemente diferente para el 2010, de 26,7% de hogares con pobreza multidimensional respecto al total de hogares, lo cual obedece a ajuste metodológico que realizó el INEC en el 2014; no obstante, la tendencia es la misma: hacia la baja.
Los resultados se pueden analizar de tres formas: se puede comparar el número de hogares con carencias respecto al total de hogares del país, que fue lo que se hizo en este trabajo para ver qué influye en la baja general, también se puede comparar los hogares con carencias respecto al total de hogares pobres, para ver cuán importante es la carencia para los de menos recursos. Otra comparación es los hogares con carencias respecto a los que potencialmente pueden verse afectados, por ejemplo, medir si se tiene una persona entre 5 y 17 años que no asiste a la educación formal y si solo se consideran los hogares pobres que tienen una o más personas en esa edad.
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¿Cuáles indicadores mejoran?
Al comparar el número de hogares con cada una de las 20 carencias que considera el indicador con el total del país entre los años 2010 y el 2019 hay una mejora en todos los indicadores, pero donde más mejora hay es en el acceso a Internet y tres indicadores de educación que son: “bajo desarrollo de capital humano”, “sin logro de bachillerato, y “no asistencia a la educación formal”, según los datos publicados por el INEC en su página web.
En el caso de Internet, en el 2010 en un 18,3% de los hogares ninguna persona de cinco años o más había utilizado Internet en los últimos tres meses. Este porcentaje bajó a apenas un 2,6% en el 2019.
“El acceso a Internet se ha convertido en una necesidad e, incluso, en una forma de inclusión social; por lo tanto, se ha considerado internacionalmente como un dato importante en los indicadores de bienestar de la población”, explica el Instituto Nacional de Estadística y Censos en el documento metodológico.
De acuerdo con datos más recientes de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel), la suscripciones totales de acceso a Internet han mostrado una tendencia creciente entre el 2014 y el 2018. Costa Rica sumó el año pasado 5,57 millones de suscripciones.
Cuatro años antes ese volumen era un 16% menor, según el informe de estadísticas publicadas por la Sutel.
El economista Pablo Sauma comentó que la apertura del mercado de telecomunicaciones, donde hoy participan varias empresas, es lo que ha permitido dicha expansión.
Natalia Morales, investigadora del Programa Estado de la Nación, explicó que el rubro “sin uso de Internet” ha tenido un peso relevante en la reducción de la pobreza multidimensional debido al uso inexistente que tenían muchos de los hogares con privaciones hace algunos años, y a que es uno de los indicadores más sencillos de incrementar, pues se considera con privación aquellos hogares donde ninguna persona –de 5 años y más–, ha utilizado Internet en los últimos tres meses (no se mide para hogares unipersonales de adultos mayores).
“Esto quiere decir que con sólo que una persona del hogar haya usado Internet, ya no se considera con privación, no mide si ese hogar tiene acceso permanente a Internet, ni la razón por la cual utilizó”, señaló Morales.
En “bajo desarrollo de capital humano” se considera que tienen esa carencia aquellos hogares donde ningún adulto de 25 a 64 años alcanza un nivel académico de acuerdo a su grupo de edad. El porcentaje de hogares en esta condición bajó de 16,3% en el 2010 a 10,8% en el 2019 y es la segunda carencia más importante.
En la mejora de este indicador, explicó Sauma, influye el factor demográfico y la educación a largo plazo.
“Va muriendo gente con menor educación e ingresando gente con mayor educación, lo que mejora el indicador”, detalló.
Si se compara el indicador de “bajo desarrollo del capital humano” con el total de hogares con pobreza multidimensional, pasa de 62,9% en el 2010 a 64,8% en el 2019, según los datos de Horizonte Positivo.
“Casi 7 de cada 10 hogares que están en pobreza multidimensional tienen a sus adultos sin educación secundaria, sin educación técnica”, explicó Aguilar. Añadió que esto afecta a otras dimensiones como la del trabajo y la de salud.
En la carencia llamada “sin logro de bachillerato” se ubicaron los hogares con al menos una persona que se encuentre en edades de 18 a 24 años y que no tenga bachillerato de secundaria académica o técnica, o que no esté asistiendo a la educación formal. El porcentaje de hogares en esta situación bajó casi a la mitad: de 9,6% a 4,9% en el periodo señalado.
Solo entre los hogares pobres multidimensionales, esta carencia también bajó al pasar de 37,1% a 29,6% entre los años 2010 y 2019, según los datos de Horizonte Positivo; no obstante, todavía sigue afectando a casi la tercera parte de las familias con menos recursos.
Mientras que en “no asistencia a la educación formal” se ubican los hogares con al menos una persona que se encuentre entre los 5 y 17 años y no asista a educación formal. También se considera con privación si una persona de 5 a 17 años asiste a educación abierta. Los hogares con esta carencia pasaron de 4,9% a 1,2% en los años señalados respecto al total de hogares y según los datos del INEC.
Solo entre los hogares pobres, también tuvo una reducción importante al pasar de 18,8% a 7,3%, según Horizonte Positivo.
¿En cuáles indicadores falta mayor avance?
Para Morales el desafío ahora es cómo reducir las dimensiones e indicadores de mayor incidencia. Por ejemplo, la dimensión de calidad de la vivienda, el acceso al seguro de salud de la Caja Costarricense del Seguro Social, aumentar aún más el bajo desarrollo de capital humano, aspecto muy complicado si se considera que la mayoría de afectados son personas adultas, o mejorar la calidad del empleo mediante mayor cumplimiento de garantías laborales.
Se intentó tener una opinión de algún jerarca del Ministerio de Educación y del Ministerio de Desarrollo Humano e Inclusión Social, pero no fue posible.
Entre los indicadores que muestran una menor reducción entre el 2010 y el 2019 se encuentran: “el desempleo de larga duración y personas desalentadas” que casi no cambió, pero se mantiene relativamente bajo respecto al total de hogares (1,8% en el 2019). No obstante, si solo se consideran los hogares pobres esta carencia afectó a casi la décima parte de ellos en este año.
Este indicador incluye a aquellos hogares que cumplan al menos una de las siguientes condiciones: con al menos una persona de 15 años o más que ha estado desempleada durante más de 12 meses y que buscó trabajo la semana anterior a la entrevista, o personas fuera de la fuerza de trabajo desalentadas (que ya no buscan empleo porque creen que no van a encontrar).
El resultado es diferente al desempleo que mide trimestralmente la Encuesta Continua de Empleo, que son las personas en la fuerza de trabajo que estaban sin empleo en la semana de referencia y que en el tercer trimestre de este año llegó a 11,4%.
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Por otro lado, el indicador “sin seguro de salud” es el que más afecta (11,4% del total de hogares en el 2019) e incluye a a aquellos en los cuales al menos una persona que no cuente con un seguro de salud. Este indicador era en el 2010 de 14,2%.
Solo entre hogares pobres, la carencia del seguro de salud pasó de 54,8% en el 2010 a 68,6% en el 2019, por lo tanto, en casi 7 de cada 10 familias con limitaciones hay al menos una persona sin este seguro, según Horizonte Positivo.