La pandemia golpeó fuertemente los ingresos laborales de los trabajadores de todos los grupos, pero en mayor medida de los más pobres, donde se concentra la informalidad. En el 2021 los que más ganan recuperaron el nivel de entradas que tenían antes de la pandemia; incluso el 10% con más caudal ya superó lo que recibía previo a la crisis, pero los más pobres todavía no lo logran.
La pandemia deja entonces, como saldo, una mayor brecha entre quienes más ganan por trabajo y los que menos, es un país cuya desigualdad de ingreso es de las más altas del mundo.
Los datos provienen de una investigación realizada por el economista Andrés Fernández. De acuerdo con el estudio, en el 2019 los deciles 1 y 2, que incluye a los trabajadores más pobres, recibían en ese entonces un 3% del ingreso generado por trabajo y los deciles 9 y 10 (los que más ganan), 50,5%. En el 2021, luego de la pandemia, los dos primeros deciles obtenían 2,8% y los dos últimos 50,9%.
LEA MÁS: Andrés Fernández, economista: ‘La desigualdad es un tema de oportunidades’
El estudio se titula: Desempleo, pobreza y desigualdad en Costa Rica durante la pandemia por el Covid-19: Consideraciones para una recuperación resiliente y fue elaborado para la Academia de Centroamérica. Todavía no está disponible pero la Academia y la Fundación Konrad Adenauer Costa Rica hicieron un Facebook live para comentar los resultados. Fernández hizo luego los cálculos para el 2021 para esta información.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, para 99 naciones, cita la investigación, Costa Rica se encuentra en el top 10 de países con mayor concentración del ingreso en el quinto quintil (el 20% que más recibe). También Costa Rica ocupa el primer lugar en desigualdad de ingresos entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), según el documento Estudios Económicos del 2020, con datos al 2018.
No parece, pero sí hubo impacto
A primera vista pareciera que la pandemia no tuvo impacto en la desigualdad en nuestro país, pero eso depende, dijo Fernández, de los ingresos que se consideren. Detalló que hay tres tipos de desigualdad: una es cuando se miden los recursos de los hogares, otra cuando se consideran las entradas de las personas y una tercera, que no mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos, que es la desigualdad en el ingreso por trabajo.
Para medir la desigualdad una de las herramientas más utilizadas es el coeficiente de Gini, que es un número de cero a uno. Cuando el indicador se acerca a uno muestra que existe una mayor concentración del ingreso y cuando se acerca a cero indica que los ingresos se distribuyen de manera más uniforme.
Según explica Fernández en el estudio, los datos publicados por el INEC para el 2019 y 2020, muestran que la desigualdad según el ingreso total de los hogares, así como en el ingreso por habitante aumentó (en ambos casos) menos de un 1%, al pasar de 0,508 puntos a 0,513 puntos y de 0,514 a 0,519, respectivamente.
“A simple vista pudiera parecer que el impacto de la disminución de empleos e ingresos en los hogares sobre la desigualdad fue relativamente bajo, pero un análisis pormenorizado revela importantes afectaciones para distintos grupos de interés”, explica Fernández en el documento.
El economista comentó que las transferencias estatales a los hogares, como el Bono Proteger, ayudó a que la desigualdad de los ingresos de los hogares no aumentara tanto con la pandemia. La desigualdad del ingreso por trabajo sí tuvo un incremento importante (de 4% al pasar de 0,466 en el 2019 a 0,486 en el 2020) con la pandemia porque en esa ya no se toman en cuenta las transferencias estatales. Para el 2021 bajó a 0,472.
“Pero lo interesante que hallamos en el estudio es que no aumentó la desigualdad porque los que ganan más se hicieran más ricos y los que ganan menos se hicieran más pobres, sino que todos perdieron, todos los deciles de ingreso (se dividen los trabajadores en diez grupos, según su ingreso) tuvieron menores remuneraciones medias, pero los más pobres les fue todavía peor”, explicó Fernández.
“Eso es básicamente porque muchos de los que están ahí concentrados pertenecen al sector informal y el sector informal fue el que más se vio afectado con la pandemia. Tres de cada cuatro puestos de trabajo que se perdieron debido al covid en el segundo semestre del año 2020 estaban en el sector informal”, añadió el investigador.
¿Cómo ayudar a los trabajadores de menores ingresos a recuperarse?
El reto que tiene ahora el país es abrir las oportunidades para que los trabajadores de menores ingresos se recuperen y para ello hay dos vías, según Fernández, la educación y la formalización del empleo.
“No necesariamente existen recetas para disminuir la desigualdad en un país, sino que conforme aumente la producción y se reduzca la pobreza los efectos que va a tener eso sobre la desigualdad son sumamente positivos y por supuesto para reducir la pobreza, más allá de los enfoques asistencialistas, más allá de darles el dinero para que no sean pobres, es lograr que las políticas universales, en particular la educación logre cubrir a la mayor cantidad posible de personas, que hoy no lo hace”, opinó Fernández. VEA: Entrevista.
Para fomentar la formalidad vuelve a tomar importancia el tema de las cargas sociales que encaracen el trabajo y que por lo tanto desestimulan la formalidad.
“Las propuestas que más se están comentando últimamente son la de que las cargas sociales existan, pero que estén con cargo al presupuesto nacional, que el mismo Gobierno las financie pero a través de la recolección de otro tipo de impuestos, para que ya no recarguen sobre el patrono, reducen sus costos de contratación, elevaríamos el nivel de contratación y posiblemente incrementaría la formalidad”, comentó Fernández.
Para Juan Robalino, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (IICE) hasta que no se resuelva el problema de desempleo de aquellos menos calificados será muy difícil ver mejoras en los índices de desigualdad del país.
“Las tasas de desempleo del quintil más bajo (el 20% más pobre) son muchísimo más altas que las de los quintiles más altos. Además, para el quintil más pobre, son las mujeres las más afectadas. Las tasas de desempleo de las mujeres del quintil más pobre llegaron a alcanzar el 30% durante esa década (del 2010 al 2020). Sin poder resolver los retos del mercado laboral, es muy difícil resolver el problema de desigualdad. Esto debido a que los ingresos de los sectores más vulnerables dependen casi en su totalidad de la posibilidad de participar en el mercado laboral”, comentó Robalino.
Para el Director, las ayudas sociales contribuyen a aplacar esta desigualdad. Sin ellas, seguramente estaríamos en una situación de desigualdad mucho peor, apuntó.
Mantener una alta desigualdad, la cual proviene de una caída de los ingresos de las personas más pobres, puede generar descontentos sociales que afecten la paz social y con ello la economía de todos los hogares.
Nota del editor: Al momento de redactar la información el estudio no estaba disponible, pero ya lo está en esta dirección.