Después de la época de regalos, playa, fiesta y pago de impuestos, la llamada cuesta de enero es un buen momento para ordenar las finanzas familiares.
Quienes utilizaron el aguinaldo y otros ingresos para pagar deudas e iniciar un ahorro en diciembre, sentirán que el arranque del 2005 es sinónimo de tranquilidad.
Sin embargo, para aquellas personas a las que ni el también llamado décimo tercer mes les alcanzó y debieron usar sus tarjetas de crédito, representantes de bancos y centros de investigación de finanzas personales dieron algunos consejos para ponerse al día desde el primer mes del año.
Rónald Jiménez, gerente Financiero del banco Scotiabank, indicó que el consumidor debe escribir los ingresos (incluyendo el salario escolar) que proyecta tener durante los próximos dos o tres meses junto con el ahorro que tiene hasta la fecha, así como los gastos proyectados -pagos de tarjeta de crédito, préstamos, gastos de vacaciones, compra de los útiles escolares y gastos normales básicos de la familia-.
Según Jiménez, es necesario tener claro el panorama financiero de los dos primeros meses del año, toda vez que la repercusión de la cuesta de enero llega hasta marzo.
Gasto moderado
También es importante tener conciencia de la situación financiera personal y hacer un uso moderado de los ingresos.
Cuando las deudas por préstamos tengan un alto peso en el balance entre ingresos y egresos, el consumidor tiene la opción de consolidar esos compromisos en una sola entidad financiera, buscar un mayor plazo de pago y un menor pago mensual.
El mercado ofrece opciones para refinanciar deudas de tarjetas de crédito que le permiten al consumidor acceder a un préstamo personal, de acuerdo con la garantía y capacidad de pago que tenga, mediante el cual consolidar su deuda.
Recuerde que si se extiende la deuda en el tiempo, se paga una mayor cantidad de dinero al final del período pactado.
Amanda Velázquez, gerente de Mercadeo de Banex, reconoció que es mejor tener las deudas en la misma moneda que se recibe el salario -colones, para la mayoría de trabajadores- y así minimizar el impacto de una eventual aceleración en la devaluación.