París, 8 may (EFE).- La Confederación Campesina y las secciones francesas de Greenpeace y ATTAC han organizado hoy en once regiones de Francia una "jornada nacional de oposición" a los organismos genéticamente modificados (OGM), en un intento de hacer presión sobre el Gobierno y también con la vista puesta en Bruselas.
El Ejecutivo conservador de Jean-Pierre Raffarin debe decidir a fin de mes si autoriza nuevas pruebas de OGM a campo abierto y consultará al público, vía internet, entre los días 10 y 20.
Mientras, la Comisión Europea se dispone a autorizar la importación de un maíz transgénico -el primero desde la moratoria de 1999- y estudia un proyecto de directiva considerado como decisivo antes del lanzamiento de cultivos de OGM en Europa.
En Francia, menos de 100 hectáreas de OGM se cultivan hoy, de los cuales unas 30 a título experimental.
"Frente al doble lenguaje" del Gobierno que, por una parte, hace declaraciones "prudentes" sobre los OGM y, por otra, vota a favor de autorizarlos en Bruselas, es "capital que las colectividades territoriales se movilicen y tomen todas las medidas" para garantizar la preservación de "una agricultura de calidad", indicó la organización ecologista Greenpeace en un comunicado.
Para Greenpeace está claro que la moratoria debe mantenerse: las condiciones de su levantamiento están "lejos" de darse.
La ONG ha unido fuerzas con la alter-globalista ATTAC y el sindicato Confederación Campesina -cuyo ex portavoz José Bové dio con sus huesos en la cárcel por la destrucción de cultivos transgénicos-, para organizar una movilización en 17 municipios de once regiones de la Francia metropolitana.
Con el eslogan "No a los OGM en mi municipio", incitan a los alcaldes a tomar posición, tal como han hecho "cientos" de municipios que por decreto han prohibido los tests de OGM en sus territorios municipales.
La victoria de la izquierda en las elecciones regionales han alentado a los adversarios de los OGM.
Cinco regiones, que ya estaban en manos socialistas, se habían comprometido a combatir los transgénicos antes de los comicios.
Desde entonces, lo han hecho otras tres, incluido el feudo del primer ministro, el conservador Jean-Pierre Raffarin, que está ahora bajo control socialista. Otras dos se disponen a seguir su ejemplo.
La mejor arma en los tribunales en la lucha contra los OGM es la defensa de la agricultura biológica.
El único decreto municipal anti-OGM que no ha sido anulado es el de un municipio de Gers (suroeste), que ha argumentado que la presencia de OGM perjudicaría a los agricultores biológicos.
Si otros alcaldes siguen ese ejemplo, los tribunales estarán desbordados y habrá un pulso político, vaticina la ex ministra de Medio Ambiente, Corinne Lepage.
Por tanto, la defensa de la agricultura biológica -que hoy ocupa el 1,3 por ciento de las superficies cultivadas en Francia- puede ser el mejor baluarte en el combate venidero con el Gobierno galo y la propia Comisión Europea. EFE
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