Landon Josué Castro, oriundo de Siquirres, viaja desde hace dos años, los siete días de la semana, a vender patí al cruce de San Miguel de Heredia, en la ruta 32. Se despierta a las 2:30 a. m. para tomar el autobús de las 4 a. m.
Inicia la venta de su producto a las 6 a. m. y trabaja hasta agotar su mercadería. El dinero que obtiene lo destina al sustento de sus padres. Castro, de 18 años, es parte de los 238.000 trabajadores informales registrados en Costa Rica al cierre del 2024, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El joven limonense labora en la vía pública porque no encontró una oportunidad de empleo en su localidad. Cursó hasta quinto año de colegio, pero no logró graduarse. Su objetivo es completar la secundaria y, posteriormente, estudiar ingeniería en sistemas.
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Según la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del INEC, la informalidad afecta principalmente a los hombres con baja escolaridad. A mediados del 2023, se contabilizaban 169.600 personas en esta condición. Sin embargo, esta cifra aumentó hasta alcanzar los 238.000, lo que representa una cuarta parte del total de empleados informales en el país.