Por Carlos A. Moreno
Río de Janeiro, 1 ene (EFE).- El socialista Luiz Inácio Lula da Silva llegó hoy a la mitad de su mandato como presidente de Brasil con exitosos indicadores económicos que nadie preveía y que le han garantizado elevados índices de popularidad.
Brasil, según las previsiones del Gobierno y de economistas privados, cerró 2004 con un crecimiento económico del 5 por ciento, el mayor en los últimos diez años (desde el 5,85 por ciento medido en 1994), un saldo comercial récord de unos 33.000 millones de dólares y una inflación, controlada, de cerca del 7,4 por ciento.
Tales indicadores eran imprevistos el 1 de enero de 2003, cuando el líder socialista asumió la presidencia brasileña en medio de las dudas de los empresarios y de un mercado financiero que siempre desconfió de sus propuestas como líder de la oposición socialista.
El temor del mercado al mandato de un obrero, ex líder sindical y ex defensor de banderas como el rechazo al Fondo Monetario Internacional (FMI) y la moratoria de la deuda exterior se reflejó en un aumento sin precedentes del llamado índice de riesgo del país, que mide la desconfianza de los inversores extranjeros.
Ese índice llegó a subir hasta 2.436 puntos en octubre de 2002, cuando Lula venció las elecciones presidenciales, y cerró el año pasado en 463 puntos, uno de sus menores niveles desde 1997.
Los buenos indicadores económicos del año pasado coronaron el duro ajuste realizado por Lula en su primer año de Gobierno, cuando elevó los intereses para combatir la inflación, renovó el acuerdo con el FMI, recortó los gastos públicos y logró un superávit fiscal equivalente al 4,32 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).
Ese esfuerzo le costó gran pérdida de popularidad al mandatario, apenas permitió un crecimiento económico del 0,5 por ciento en 2003 e impidió a Lula cumplir muchas de las promesas que hizo como candidato, como las de doblar el salario mínimo, generar 10 millones de empleos y aumentar significativamente los gastos sociales.
Los éxitos económicos contrarrestaron los problemas que el Gobierno ha tenido en los programas banderas de Lula, como el del combate al hambre, que avanza a pasos lentos, y el de reducir las históricas desigualdades brasileñas.
Pese al lento avance de los programas sociales y gracias a los éxitos económicos, Lula recuperó parte de la popularidad que perdió en su primer año de Gobierno, y hoy es apoyado, según diferentes encuestas, por entre el 45 y el 56 por ciento de la población, un índice elevado para un presidente en el ecuador de su mandato.
Según los sondeos, una sólida mayoría lo considera el mejor presidente de Brasil desde el fin del régimen militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.
El fuerte crecimiento económico del año pasado, con aumento de la producción industrial, del empleo y de la renta, no era esperado ni por el propio gobernante. "La economía es lo que más ha tenido buenos resultados hasta ahora", admitió recientemente el jefe de Estado al celebrar los indicadores que prestigian su mandato.
El ministro de Hacienda, Antonio Palocci, afirma que el crecimiento económico del año pasado se ubicó por encima de cualquier previsión y aclaró que, por primera vez en su historia, Brasil creció en medio de un período de inflación baja y gastos públicos controlados.
A comienzos de 2004 el Gobierno preveía para el año un superávit en la balanza comercial de 19.150 millones de dólares, inversiones extranjeras directas por 12.000 millones de dólares y un déficit de 3.500 millones en las transacciones corrientes con el exterior.
Las últimas cifras indicaban que el superávit comercial llegó 33.000 millones de dólares, las inversiones subieron hasta 17.000 millones de dólares y, en lugar de déficit en transacciones con el exterior, Brasil tuvo un superávit de 10.500 millones de dólares.
A ello se suma una reducción de la deuda pública al equivalente al 52 por ciento del PIB, frente al 57,6 por ciento en 2003, y un aumento de 3.000 millones de dólares en las reservas líquidas, hasta 25.400 millones de dólares.
Para Palocci, esos indicadores permiten pensar en un largo período de crecimiento económico y ya calcula en un 4 por ciento el aumento del PIB en 2005.
Con el crecimiento económico garantizado, las metas de Lula para sus últimos dos años de mandato son "mejorar la condición de vida del pueblo, generar empleos y mejorar la distribución de la renta", pues "al fin de cuentas, para eso es que el pueblo me eligió". EFE
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