La medicina privada ha dejado de ser un producto destinado a un grupo exclusivo de costarricenses y su radio de acción se ha expandido, impulsado por la creciente oferta y diversificación.
Las clínicas pequeñas han ganado buena parte de mercado y en la zona rural, donde la medicina privada también se abre paso.
Bernal Aragón, director general de la Clínica Bíblica, reconoció que el pastel se ha dividido en más pedazos, a la vez que consideró que los precios se han tornado más accesibles que hace unos años.
Además de la competencia, Aragón expresó que hay otro factor que incide: la llegada de tecnología más moderna –que reduce la necesidad de internamiento en algunos males– ha influido en la accesibilidad a los servicios privados.
Un estudio realizado el año anterior por la empresa CID-Gallup, mostró que de cada cinco hogares del área metropolitana de San José, dos dijeron haber utilizado atención médica tanto pública como privada y uno, exclusivamente, en centros privados.
La medición contempló hogares de nivel socioeconómico medio y alto, y la pregunta se refería a los 12 meses anteriores al momento de la pregunta.
Roberto Herrera, director médico del hospital CIMA San José, aseguró que, en el caso de ese centro médico, las admisiones crecieron un 12,5 por ciento el último año y la atención de emergencias aumentó un 23,5.
Pujantes
A la par de los grandes hospitales privados, algunas iniciativas que empezaron en pequeña escala siguen creciendo. Un ejemplo es la clínica Santa Catalina, en Desamparados, que empezó con dos médicos en 1989.
Uno de ellos fue Arturo Romero, quien indicó que ya cuentan con 40 médicos, un edificio moderno y tienen en preventa una torre médica de consultorios.
Para Romero, hay dos razones básicas para la expansión de la medicina privada: el desmejoramiento en la atención de la seguridad social y la nivelación de precios combinada con facilidades adicionales que se ofrecen.
Una muestra de esas estrategias para acercar al público a las clínicas privadas la citó Víctor García, gerente de operaciones de la clínica Jerusalem, en Guadalupe, Goicoechea.
Esa firmó un convenio con el Banco Popular para que financie, a cinco años plazo, cualquier tipo de atención médica, que puede ir desde un parto hasta tratamientos estéticos.
Aragón mencionó que en la Bíblica también han implementado paquetes con todo incluido para partos, cirugías ambulatorias y otros casos, en los que el cliente sabe con antelación lo que le costará todo el proceso.
Más allá
La zona rural también empieza a ser tierra fértil para la salud privada y en Ciudad Quesada, San Carlos, Alajuela, hay un claro ejemplo.
Allá, el Consorcio de Cooperativas del Sector Salud tomó en administración el hospital Monte Sinaí y está próximo a negociar la compra del lugar.
Ese Consorcio desarrolló clínicas como la de San Juan de Tibás y Pavas, pero en este caso esperan usar un modelo diferente, más parecido a un hospital privado con costos muy accesibles, según indicó el doctor Mauricio Vargas, gerente del grupo.