Después de unos años aciagos por la pandemia, las compañías aéreas esperan transportar el año próximo un “récord histórico” de 4.700 millones de pasajeros en el mundo, superando los 4.540 millones de 2019, antes de la crisis sanitaria.
A partir de 2023, las aerolíneas borrarán los efectos del covid-19 en sus cuentas y regresarán al verde con ganancias netas acumuladas de $23.300 millones, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
Esta organización aumentó considerablemente las proyecciones anteriores de $9.800 millones, publicadas en junio, pero en cambio revisó ligeramente a la baja la previsión de viajes aéreos para este año, de 4.350 millones a 4.290 millones. Para 2024, los beneficios deberán “estabilizarse” alrededor de los $25.700 millones, según IATA.
En cuanto a la facturación, el sector debe alcanzar un nivel sin precedentes de $964.000 millones, netamente por encima de los $896.000 millones estimados para 2023 y los $838.000 millones registrados en 2019. Pero el horizonte es distinto en función de las regiones: las compañías aéreas de Estados Unidos, Europa y Oriente Medio mantendrán sus beneficios en 2024.
Deficitarias en 2023, las aerolíneas de Asia-Pacífico también volverán al verde en 2024, según IATA, que prevé que las africanas y sudamericanas se mantengan en pérdidas un año más. Las compañías aéreas fueron de los sectores económicos más perjudicados por la crisis del covid debido al cierre de fronteras y las restricciones de movilidad.
Entre 2020 y 2022 acumularon pérdidas de unos $183.000 millones. “Dadas las pérdidas masivas de los últimos años”, los beneficios esperados en 2024 “ilustran la resiliencia del sector aéreo”, señaló el director general de IATA, Willie Walsh, que celebró “el ritmo extraordinario de la recuperación”.
Sin embargo, “parece que la pandemia ha costado cuatro años de crecimiento al sector”, apuntó Walsh durante una jornada de atención a medios en la sede de la organización en Ginebra, en Suiza.
Normalización
“A partir de 2024, las previsiones muestran que podemos esperar trayectorias de crecimiento más normales, tanto para los pasajeros como para la mercancía”, según el director general. El transporte de mercancías —una bombona de oxígeno para las aerolíneas en el punto álgido de la pandemia, cuando se evaporaron más de dos tercios de los pasajeros de 2019— ha perdido rentabilidad.
Su facturación debe alcanzar los $111.000 millones en 2024, contra $210.000 millones en 2021, pero todavía por encima de los $101.000 millones de 2019. En cambio, en el transporte de pasajeros, la fuerte recuperación de 2023 llevó a un encarecimiento de los billetes, dado que la demanda por viajar era superior a la capacidad de las aerolíneas, limitadas por las entregas tardías de aeronaves y otras dificultades operativas.
La tendencia debería ralentizarse en 2024, pero sin llegar a invertirse, señala la IATA. Al mismo tiempo, las tasas de ocupación de los aviones ya han vuelto a los niveles anteriores a la crisis sanitaria. Sin embargo, Walsh subrayó que la rentabilidad del transporte aéreo es débil en comparación a otros sectores, con un beneficio medio por pasajero de solo $5,45.
Los costes de las compañías seguirán inflados por el precio de los carburantes: en 2024, la factura del queroseno debe ser de $281.000 millones, lo que representa un 31% del gasto de explotación. El escenario de IATA se basa en un precio del barril de queroseno de $113,8 en 2024, cuando en 2019 era de $79,7.
Según estas previsiones, desveladas en plena cumbre climática de la COP28, las aerolíneas deben consumir 374.000 millones de litros de carburante en 2024, lo que emitirá 939 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. El transporte aéreo representa menos del 3% de las emisiones del CO2 mundial, pero suele quedar señalado porque solo es usado por una minoría de la población global.
Sus efectos en el calentamiento global son probablemente superiores porque también producen óxidos de nitrógeno y estelas de condensación. El sector se ha comprometido a llegar a “cero emisiones netas” de CO2 en el horizonte de 2050 y apuesta por una producción creciente y masiva de carburante de origen no fósil (combustible sostenible de aviación, SAF por sus siglas en inglés).
Pero los SAF representarán solo un 0,53% del consumo mundial de carburante del transporte aéreo comercial en 2024, contra un 0,2% estimado este año, según IATA.