San José.
Algunos de los empleados de la cadena Burger King afirmaron que el cierre de los restaurantes la mañana de este lunes los tomó por sorpresa y que llegaron normalmente a trabajar.
Aunque la mayoría prefirió no dar declaraciones, los pocos que se animaron coincidieron en que se presentaron, como es costumbre, a las 7 a. m. a los restaurantes.
En el punto de venta del norte de La Sabana, los empleados fueron avisados a las 7 a. m. de que no tocaran nada y a eso de las 9 a.m. se les notificó acerca del cierre general de todos los 29 restaurantes, ubicados en distintos puntos del país.
Gimena Carmona, Juan Fernando Porras y Rebeca Alonso, estaban al costado norte el restaurante de La Sabana, en la parada de autobuses, mientras intentaban digerir lo que se les acababa de comunicar.
"Para mí es una situación muy fuerte, porque mi esposo también era empleado de la cadena en BK Plaza de la Cultura. Los dos nos quedamos sin empleo y tenemos dos hijas, una de nueve meses y la otra va a cumplir dos años", expresó Carmona, de 25 años, quien agregó que aún estaban asombrados.
Porras, de 23 años, dijo que tenía dos años de laborar en BK La Sabana y Alonso, de 19 años, apenas tenía cuatro meses de estar en ese restaurante de la cadena.
La franquicia de Burger King en Costa Rica anunció su cierre, la mañana de este lunes en un comunicado de prensa. Afirmó que fue una medida unilateral de la casa matriz en Estados Unidos, pero la empresa madre aseguró que la firma en Costa Rica tenía más de un año de usar el nombre sin autorización.
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Porras y Alonso, en tanto, lamentaron que sus planes de reiniciar sus estudios en el 2016 se vean truncados, pues deben comenzar a buscar trabajo.
En el restaurante del costado norte del Parque Central, en San José (antiguo cine Palace), Anthony Jara y María Fernández, dos clientes frecuentes, llegaron a las 11:55 a. m. a almorzar, como lo hacían al menos cuatro veces a la semana, pero ahí les informaron del cierre.
Jara explicó que la comida de esa cadena les gustaba, que estaba cerca de su oficina y que se les ofrecía un combo a ¢1.000, lo cual les resultaba muy accesible. Ahí mismo comenzó a ponerse de acuerdo con Fernández para buscar un nuevo sitio donde comer.