Andrés Muñoz y Luis Diego Bolaños son amigos desde la infancia, cuando solían jugar al fútbol en su barrio en Tres Ríos, Cartago, y vivían uno frente al otro.
Años después, estos emprendedores de 26 y 25 años dieron a Gricket House, un negocio dedicado a la fabricación de barras comestibles a base de proteína de grillo que está ganando terreno entre los amantes de la cultura fitness. El alto contenido de proteína de la harina derivada de los insectos propulsó a esta industria, especialmente como sustituto de la carne.
La génesis de Gricket House se remonta a 2016, cuando Muñoz, como parte de un curso académico, visitó el Museo de Insectos de la Universidad de Costa Rica y se intrigó por la práctica del cultivo de estos animales. Tras meses de investigación, a principios de 2018, los fundadores crearon las primeras muestras del producto.
Muñoz explicó a La Nación que tras dar regalías, “sin darse cuenta” las personas estaban buscando comprar su producto. Así fue como en 2019 iniciaron la venta de las barritas nutricionales en gimnasios, y en 2022 ingresaron a supermercados.
Los fundadores reconocen que superar la barrera cultural en torno al consumo de insectos es uno de sus desafíos más persistentes desde el inicio del proyecto.
“Necesitamos sensibilizar y educar al consumidor para que entienda los beneficios de consumir insectos, y se quite el sesgo de que no se ve bien o no puede saber bien. Hay que entender que no es para todos, pero sí se ha ido sensibilizando más el consumo de insectos”, explicó.
A pesar de los obstáculos culturales, los fundadores identificaron una gran oportunidad de mercado en la comunidad fitness, ya que muchos de sus clientes buscan fuentes de proteína de alta calidad y no tienen prejuicios respecto al consumo de insectos o productos a base de ellos.
Según mencionaron, los primeros clientes que tuvieron al inicio del negocio estaban en búsqueda de nuevas fuentes de proteína, que fueran de buena calidad. Para esas personas, no existía algún sesgo o tabú alrededor del consumo de insectos, sino que se enfocaban más en los beneficios nutricionales de estos animales.
La tendencia hacia un estilo de vida saludable es crucial para el crecimiento de Gricket House, según sus fundadores. Además, la empresa está expandiendo su oferta para atender a personas que llevan un estilo de vida saludable pero menos activo físicamente y que necesiten fortalecer el consumo de proteínas en su alimentación diaria.
“El éxito de Gricket House es que podemos hacer una barrita que sabe igual a una de cereal, pero que tiene todos los nutrientes y beneficios que los insectos nos aportan”
— Andrés Muñoz, cofundador de Gricket House
Un cambio legal que permitió la apertura
Andrés Muñoz explicó que un cambio en la reglamentación sobre el consumo de insectos en Costa Rica permitió una “mayor apertura” por parte de las personas a consumir alimentos con base en harina de grillos.
En agosto de 2021, el Servicio de Salud Animal (Senasa) excluyó al gusano de harina y al grillo de la Ley de Conservación de Vida Silvestre, lo que allanó el camino para la producción de productos como los de Gricket House.
Cuando Gricket House inició con los primeros desarrollos de sus productos, tuvieron que tocar las puertas de varias instituciones públicas, ante la incertidumbre de la reglamentación alrededor de este tipo de alimentos.
“Vimos que no había mucho apoyo, pero logramos solventarlo al conseguir un proveedor que vendía la harina de grillo. Tiempo después se impulsó la regulación y se formalizó en el país”, explicó Muñoz.
El cofundador de la pequeña empresa indicó que el cambio en la reglamentación permitió una mayor aceptación del consumo de productos con base en los grillos y gusanos de harina en Costa Rica.
El efecto del cambio reglamentario se sumó a la necesidad de buscar fuentes alternas de proteína más sostenibles, más naturales y de mayor calidad.
“Al final de cuentas más de dos billones de personas consumen insectos a nivel mundial dentro de su dieta diaria, no es algo que nos inventamos nosotros, sino que lo incluímos en Costa Rica”, dijo Andrés.
Actualmente, la empresa está compuesta por cinco personas y tiene su propia planta de producción en Curridabat, obteniendo la materia prima de proveedores locales de harina de grillo.
Ojos puestos en el exterior
Actualmente Gricket House tiene la mirada puesta en la exportación y está en proceso de formalizar su primera incursión en el mercado internacional. Se encuentra recibiendo asesoría de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) y ya mantuvieron contactos con posibles clientes en México, Estados Unidos, Colombia y Chile.
Según un estudio reciente de Procomer, llamado Mercado internacional de insectos comestibles de 2022, estos productos tienen un alto potencial de crecimiento debido a su valor nutricional, bajo riesgo de transmisión de enfermedades y beneficios ambientales.
A pesar de las oportunidades, el estudio también identifica barreras en la demanda de insectos para consumo, como la falta de un marco regulatorio estandarizado, barreras psicológicas y posibles alergias en los consumidores.
A nivel mundial, los grillos son los insectos más comercializados, y el valor del mercado en 2020 alcanzó los $374 millones, con una proyección de crecimiento anual del 28% hasta 2027. Los principales mercados son Tailandia y Estados Unidos.
Hasta el momento, Costa Rica no registra exportaciones de insectos comestibles, pero la industria está dando sus primeros pasos, principalmente a través de emprendimientos como Gricket House, según Procomer. Los fundadores esperan concretar sus primeras ventas al exterior a finales del próximo año.
Actualmente, los productos de la empresa están disponibles en más de 150 puntos de venta, donde destacan centros de acondicionamiento físico, cafeterías, farmacias, Auto Mercado y Fresh Market. De igual forma, atienden pedidos por medio de WhatsApp al 8908-3057.