Las compañías Boeing y SpaceX avanzan en sus planes para enviar sus respectivas naves al espacio. Boeing anunció este lunes que su nave espacial Starliner estará lista en marzo del 2024 para realizar su primer vuelo tripulado, mientras que la Starship de SpaceX encendió brevemente los 33 motores Raptor de la primera etapa del cohete.
El programa de lanzamiento de la nave de Boeing ha sufrido numerosos aplazamientos, y aunque finalmente estaba previsto que transportara astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS) el 21 de julio, su despegue se volvió a aplazar a marzo del 2024, por problemas relacionados con un sistema de paracaídas defectuoso y una cinta de arnés de cables que, en determinadas condiciones, sería inflamable.
Mark Nappi, vicepresidente de Boeing y director del programa Starliner añadió que la fecha exacta del lanzamiento depende del calendario espacial y se decidirá junto con la NASA y United Launch Alliance, que proporcionará el cohete Atlas V para Starliner.
Steve Stich, director del programa Commercial Crew de la NASA, defendió los retrasos por motivos de seguridad y reiteró el compromiso de la agencia espacial con Boeing pese a las críticas de los observadores.
Por otra parte, el programa de nave interplanetaria Starship de SpaceX realizo una prueba de “fuego estático” de la denominada Booster 9, en el nuevo soporte de lanzamiento construido en la Starbase de Space X, en la costa del sur de Texas, encendiendo brevemente los 33 motores Raptor que tiene de momento el cohete.
Los representantes de la compañía de Elon Musk indicaron que no todos los propulsores funcionaron a la perfección, pues cuatro de ellos se apagaron prematuramente.
Starship, el sistema de transporte de próxima generación de SpaceX, que está diseñado para llevar personas y carga a la luna, Marte y más allá, tiene una prueba de vuelo completa en su haber.
Esa misión se lanzó desde Starbase el 20 de abril, con el objetivo de enviar el prototipo de nave denominado Ship 24 alrededor de la Tierra; el amerizaje estaba dirigido al Océano Pacífico cerca de Hawái. Sin embargo, eso no sucedió, pues Starship experimentó varios problemas poco después del despegue, y SpaceX envió un comando de autodestrucción, destruyendo el vehículo sobre el Golfo de México.
La próxima prueba de vuelo incluirá Booster 9 y un prototipo de etapa superior llamado Ship 25. Tendrá objetivos similares a los del primer despegue, según el fundador y director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk.
Sin embargo, no está claro cuándo tendrá lugar ese lanzamiento, ya que los problemas técnicos no son los únicos obstáculos que SpaceX debe superar. Por ejemplo, una coalición de grupos ambientalistas e indígenas demandaron a la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos, que otorgó una licencia para los lanzamientos de Starship desde Starbase.
La demanda afirma que la agencia no evaluó adecuadamente el daño que tales despegues podrían causar al ecosistema del sur de Texas y solicita que se realice una revisión ambiental más estricta antes de que más Starships despeguen del sitio.
Por otra parte, la NASA espera habilitar a Starliner como otro “taxi” para sus astronautas rumbo a la estación espacial, un servicio que SpaceX, del magnate Elon Musk, ha proporcionado desde la exitosa misión de prueba de su cápsula Dragon en el 2020.
La agencia espacial adjudicó contratos de $4.200 millones a Boeing y de $2.600 millones a SpaceX, en el 2014, poco después del fin del programa de transbordadores espaciales en una época en la que Estados Unidos dependía de los cohetes rusos Soyuz para los viajes a la ISS.