Call of Duty es, sin lugar a dudas, una de las sagas más exitosas en la historia de los videojuegos. Millones de fanáticos en todo el mundo esperan año a año con muchas ansias las nuevas sorpresas que traerá la serie, pero los seguidores son tan fieles como exigentes.
Eso quedó demostrado el último año, en el que perdieron 30 millones de usuarios. En los últimos 12 meses, la cantidad total de jugadores de la saga se redujo de 127 millones en junio del 2021 a 94 millones para el mismo mes de este año, según los datos mensuales de usuarios activos publicados por el desarrollador Activision Blizzard.
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Este número sigue siendo enorme en comparación con otros juegos, pero claramente representan una caída en su base de jugadores. En general, los ingresos de la empresa también cayeron un 13,9%, hasta los $1.780 millones, en relación con los registros de setiembre anterior.
¿El culpable? Activision achacó la brutal caída en sus números a su videojuego anterior, Call Of Duty: Vanguard, que se lanzó el año pasado, pero no funcionó como se esperaba. Múltiples errores, problemas de conexión y muchos otros problemas llevaron a los usuarios hasta a quejarse en redes sociales.
Nuevos aires
Ahora, la franquicia busca retomar su camino de éxito con la más reciente entrega de la saga: Call Of Duty: Modern Warfare 2. Y la verdad, el inicio no pudo ser mejor. El título ha sido un éxito en ventas desde su lanzamiento el 28 de octubre anterior.
De hecho, el nuevo videojuego de Activision Blizzard estableció un nuevo récord de ventas en su primer fin de semana de lanzamiento para la historia de la franquicia, con $800 millones en tres días, y recientemente se convirtió en el Call of Duty que más rápido alcanzó los $1.000 millones en ventas.
Esa cifra la consiguieron en los primeros diez días de lanzamiento del videojuego, con lo que superaron el récord que ostentaba el Call Of Duty: Black Ops 2, que en el año 2012 tardó 15 días en sobrepasar esa marca de recaudación, según un comunicado de la firma.
Activision lanzó esta secuela del Modern Warfare del 2019 consciente de que esta subsaga ha sido una de las más exitosas hasta la fecha para la franquicia. Incluso, el impacto entre la comunidad de jugadores ya es notable, pues el juego acumula más 1.000 millones de partidas y 200 millones de horas jugadas solamente en el modo multijugador.
Como si eso fuera poco, este juego también se convirtió en el mayor lanzamiento de la tienda digital de videojuegos de PlayStation Store para un título de la saga de Call of Duty en la historia. Por donde se vea, el Modern Warfare 2 ha sido una completa locura en cifras.
Sin embargo, no todo queda ahí. La apuesta de Activision por recuperar a su base de fanáticos sigue siendo agresiva tras su último lanzamiento, ya que el próximo 16 de noviembre sacarán la versión 2.0 de Warzone, su juego de Battle Royale (modo de último hombre en pie que mezcla elementos de supervivencia, exploración y recolección de objetos) gratuito.
Los fanáticos de la saga esperan con ansias el lanzamiento, luego del éxito que tuvo su primera versión, publicada por la compañía en el 2020. Activision también anunció que trasladará Warzone a dispositivos móviles, aunque no definieron una fecha, medios especializados en videojuegos apuntan a que eso ocurrirá en algún momento del 2023.
Aún sin fecha oficial de lanzamiento, la compañía habilitó un preregistro en las principales tiendas de dispositivos móviles, que ya superó las 25 millones de solicitudes. Esta sería la segunda versión de la saga que llega a los celulares, luego de la publicación de Call of Duty Mobile en el 2019.
Solamente en la tienda Play Store de Google, el videojuego suma más de 100 millones de descargas. De acuerdo con el último reporte de ganancias de la empresa, la versión móvil generó $89,4 millones en mini transacciones para el tercer trimestre y ya supera los $1.500 millones en ingresos totales desde su lanzamiento.
Turbulenta compra de Microsoft
En enero, Microsoft, dueño de la marca Xbox, anunció el acuerdo para comprar la compañía Activision Blizzard, con sede en California, por un precio de $69.000 millones, es decir, a unos $95 por acción y ya fue aprobada por las juntas directivas de ambas empresas.
Sin embargo, en el proceso de compra han habido algunos obstáculos. La transacción, que se espera que se cierre en el año de cierre fiscal que finaliza el 30 de junio del 2023, pero podría aplazarse algunos meses más, ya que la compra está siendo analizada con lupa por los reguladores antimonopolio de Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo.
En caso de concretarse la transacción, este acuerdo sería el más grande en la historia del sector tecnológico. Por esa razón, los entes reguladores han afirmado que se tomarán el tiempo necesario para darle luz verde a la compra, con el fin de analizar su impacto en la industria de los videojuegos.
Justamente, otra de las grandes disputas gira en torno a la saga de Call of Duty y como la compra por parte de Microsoft, rival directo de Sony en el mundo de las consolas, podría afectar futuros lanzamientos del juego más popular de Activision Blizzard.
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Sony, fabricante de la PlayStation, expresó su preocupación ante los reguladores antimonopolio sobre la posibilidad de no poder acceder a un título que consideran indispensable, en caso de que Microsoft, desarrollador del Xbox, decida lanzar el juego de forma exclusiva para sus productos.
Sin embargo, la empresa fabricante de los Xbox prometió que el Call Of Duty estará por varios años más después del vencimiento del contrato vigente con Sony y también mencionaron que esperaban brindar acceso al videojuego para la consola Nintendo Switch, donde actualmente no está disponible.
El medio The Financial Times reveló recientemente que la Unión Europea iniciará una investigación profunda del caso en las próximas semanas; entre los que destaca el analizar si Microsoft está incumpliendo o no las normas antimonopolio del bloque.
El camino para concretar la compra parece complejo, y es poco probable que se concrete en la fecha establecida por las compañías, pero los reguladores serán los que tengan la última palabra ante el acuerdo alcanzado por las dos grandes firmas tecnológicas.