Tres muestras de barras de chocolate tico, producido con cacao de San Carlos en Alajuela, participarán en una competencia mundial de calidad, tras ganar primeros lugares en un certamen regional. La empresa que las elabora comenzó en una cocina en San Isidro de Heredia, de las manos de un periodista estadounidense y un historiador costarricense.
Hace 17 años, ambos asumieron el reto de elaborar chocolates encargados por un amigo para su matrimonio. El primer pedido comercial llegó tres meses después, y entre los dos se encargaban de todas las funciones del naciente emprendimiento.
Chocolate Sibö, fundada en setiembre de 2007, toma su nombre del dios de la creación para las etnias Bribri y Cabécar, relata George Soriano, director de Mercadeo y Ventas, quien se instaló en Costa Rica hace 25 años y es periodista de profesión. Junto a su socio Julio Fernández, estudiaron chocolatería en Francia, Bélgica e Italia.
Para llegar a la final mundial, el primer paso fue obtener la medalla de oro en una de las categorías del International Chocolate Awards para América Latina y el Caribe, el 12 de setiembre pasado. La barra Coffee Toffee ganó como la mejor preparación con leche e ingredientes adicionales mezclados o incrustados en el chocolate. Logró 90,1 puntos de 100 en la competencia. El cacao utilizado se produce en San Carlos.
La barra contiene un 63% de cacao, lo que la coloca en la categoría de dark milk. Se le añade caramelo crujiente a base de café producido en la zona de Los Santos, explicó Soriano.
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Además, obtuvieron la medalla de bronce en la categoría de chocolate oscuro con la barra Huetar, cuyo cacao es cultivado en la finca La Dorada, también en San Carlos.
Asimismo, lograron otro bronce con una barra de chocolate oscuro con caramelo elaborado con sal marina. Las tres muestras serán enviadas al juzgamiento mundial que se llevará a cabo a inicios de noviembre en Hannover, Alemania.
Chocolatería promueve sostenibilidad
Chocolate Sibö (se pronuncia Sibú) se ha enfocado en promover el cultivo sostenible de cacao en Costa Rica y la producción de chocolates finos de alta calidad. Soriano indica que no poseen fincas propias; su modelo de negocio consiste en trabajar con productores de cacao.
La chocolatería recibe los granos tostados y se encarga de procesarlos hasta convertirlos en los productos que comercializan. “La mejor forma de crear demanda por el cacao costarricense es hacer un chocolate de altísima calidad”, afirmó Soriano. Destacó que, donde se cultiva cacao, se siembra un bosque, lo que convierte a este producto en un aliado para la sostenibilidad ambiental.
“No solo se trata de producir cacao, sino de ver el bosque como generador de valor agregado a los productos elaborados”, añadió Fernández.
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Actualmente, la empresa cuenta con 18 empleados. El negocio se diversifica: una parte de la operación está en Escazú, donde además de barras, producen dulces con chocolate y otros productos a base de cacao. En San Isidro de Heredia elaboran bombones, trufas, caramelos, galletas y repostería, detalla Soriano, de padre cubano.
Distribuyen sus productos en cadenas de supermercados a nivel nacional, en centros comerciales y en dos tiendas propias. En estos locales, ofrecen catas de chocolates que incluyen la narración histórica de la producción de cacao en Costa Rica y Centroamérica.
La oferta de productos incluye recetas precolombinas que Fernández rescató, así como las últimas tendencias en chocolatería. Los empaques y diseños de los productos incorporan motivos autóctonos. Además, la empresa produce chocolate con cacao de Turrialba.
Chocolate Sibö también exporta a Japón, Estados Unidos y Canadá. Su portafolio de productos está disponible en su sitio web e incluye unas 20 variedades de barras, entre ellas una línea sin azúcar, 15 tipos de recubiertos, 16 clases de bombones, seis mezclas para hacer chocolate caliente y una variedad de confecciones.
Soriano, de 52 años, llegó a Costa Rica como parte de un proyecto de voluntariado para enseñar inglés en Chilamate, Sarapiquí, que inicialmente duraría seis meses. Decidió quedarse por su “enamoramiento” con el país e inició una carrera como periodista freelance, hasta llegar a ser editor del periódico Tico Times. Posteriormente, incursionó en el turismo, donde conoció a Fernández.
En 2016, se integró como socio Alfredo Echeverría Lutz, ingeniero industrial que coordina los aspectos financieros, de procesos y es amigo de infancia de Fernández. “Son compas de escuela y colegio”, menciona Soriano.
La cocina de Heredia, que era parte de una pequeña casa de huéspedes que administraban Fernández y Soriano como socios se convirtió en un taller de chocolate con tienda y salón para tours y almuerzos.