Belsa Rodríguez tiene un negocio de joyería sostenible, fabricada con desechos sólidos, desde hace 20 años. Esta artesana de Manuel Antonio, Quepos, utiliza objetos como botellas plásticas y llantas para producir aretes, collares y muchas otras piezas que sobresalen por sus diseños y colores.
Hace poco menos de un año, un grupo ciudadano conoció su colección “Llantas pensionadas” y le ofrecieron participar en una iniciativa para potenciar emprendimientos. Ella no dudó en aceptarlo. Junto a Rodríguez, otras 59 pequeñas empresas del país recibieron capacitaciones, charlas y acompañamiento por parte del proyecto “Con Sentido Popop”.
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La iniciativa fue organizada por Esteban Solís, su hermana Laura y otras dos personas, quienes decidieron acompañar a ese grupo de emprendedores por todo un año, con ayuda de expertos en diferentes áreas empresariales, como mercadeo y redes sociales, tomando como referencia un proyecto similar que se realiza en Kassel, Alemania.
Además, otro de los propósitos de la iniciativa era que entre los mismos emprendedores formaran una especie de network (red de contactos empresariales que puede ser de utilidad ante cualquier situación futura), que les permitiera apoyarse entre sí.
Ahora, como parte del proceso final del acompañamiento, los emprendedores tendrán una tienda conjunta donde pondrán a la venta sus productos, sin tener que pagar una cuota por el espacio y donde todas las ganancias van directamente para ellos.
La tienda estará ubicada en el local #32 del centro comercial Escazú Village y abrió sus puertas este sábado 12 de noviembre. El espacio tiene la particularidad de que los emprendedores se apoyarán entre todos, por lo que ellos mismos serán los encargados de vender sus productos y los de sus compañeros.
En la tienda habrá una gran diversidad de productos, desde alimentos hasta joyería, y estará abierta hasta el próximo 23 de diciembre, con un horario de 12:30 p. m. a 8:00 p. m. los lunes; de 11:00 a. m. a 8:00 p. m. de martes a sábado; y de 11:00 a. m. a 6:00 p. m. los domingos.

“El espacio temporal lo comparamos como un proyecto de graduación. Lo importante no es el presentarlo, sino todo lo que pasó antes. Ahí, el emprendedor presentará sus productos para que las personas pueden apreciarlos, entiendan el valor que representan y a la vez, puedan comprarlos”, explicó Esteban Solís.
El organizador actualmente vive en Alemania y comentó que realizaron un proceso de selección entre alrededor de 120 emprendimientos. Echaron mano de empresas privadas para financiar parte del proyecto, ya que la iniciativa no tiene fines de lucro.
“Nosotros no queríamos ganar nada, es un trabajo ad honorem. El proyecto fue 100% de ayuda a los emprendedores para que salgan adelante. Así fue como empezamos a trabajar la iniciativa”, afirmó Esteban, quien agregó que unas 50 personas se interesaron en la iniciativa y les brindaron ayuda para formar a los emprendedores.
En el espacio de venta, la dinámica será muy distinta a las ferias o mercaditos más tradicionales. En esa tienda conjunta, los emprendedores entregan los productos a la organización y ellos se encargan de toda la logística para acomodarlos con un sentido de circulación.
Otra diferencia es que en el espacio las personas eligen lo que desean comprar y lo pagan en una caja única, ya sea en efectivo o con tarjeta, como habitualmente se hace en una tienda. “Lo diferenciamos de una feria, porque se le quita al emprendedor todo el problema de logística que implica trasladar mesas, los cobros y demás”, comentó Laura Solís.

Potenciar los productos
Como bien comentaron los organizadores, la idea central con la que se inició el proyecto era potenciar los productos de los diferentes emprendimientos en todo sentido, mediante capacitaciones que involucraron a especialistas en diversas áreas de negocios y a los mismos emprendedores, bajo un enfoque de networking.
“Para nosotros ha sido muy enriquecedor y muy satisfactorio el proceso de ver cómo los emprendimientos de las personas han ido creciendo. Ellos llegaban a las convocatorias con mucha ilusión y emoción, eso al final nos motiva a todos”, afirmó Laura.
Belsa Rodríguez, dueña del emprendimiento Bel Joyería, afirmó que la experiencia fue muy enriquecedora, pues además del aprendizaje empresarial, también pudo desarrollar un empaque con palmas secas para los productos de la colección que presentará en la tienda colaborativa, que le permitió darle una nueva identidad a sus productos.
“La colección de “Llantas pensionadas” es joyería hecha con llantas de camiones. Yo las rescato y son un gran tesoro para mí, porque hago aretes, collares, brazaletes y las pinto al óleo”, comentó la artesana, que usualmente vende sus productos en Manuel Antonio, así como en el mercado de artesanías de San José.
Por otra parte, Ana Joyce Chinchilla y su socia Lizzy Grynspan, también participaron del proyecto con su emprendimiento Oro Prieto, que nació antes de la pandemia con el propósito de llevar la chocolatería tradicional a otro nivel, al fusionarlo con el arte.
“El proyecto nació con la idea de hacer chocolates que parecieran joyas y ofrecerle a la gente no solamente un producto, sino una experiencia a nivel gastronómico. Además, todos son pintados a mano por nosotras y desarrollamos nuestras propias pinturas para darle el color que queremos”, explicó Ana Joyce.

Ellas comercian sus productos en línea, por medio de redes sociales, anteriormente han vendido en galerías y tiendas gourmet de forma temporal, pero esta será la primera ocasión que tendrán sus creaciones en un proyecto de esta naturaleza.
“Todo el que es emprendedor sabe lo que cuesta salir adelante en Costa Rica, y que se nos de la oportunidad de poder mostrar nuestro trabajo y conocer que no estamos solos, que las necesidades de Oro Prieto también las tienen otros emprendedores, es muy valioso”, agregó Chinchilla.
Chinchilla y Grynspan dijeron que antes de ingresar al proyecto ellas ya tenían un producto bastante terminado, con una presentación sólida, pero pudieron potenciar el área de mercadeo durante el proceso, así como compartir y aprender de otros emprendedores.
“El aprendizaje mayor es darnos cuenta de la capacidad creativa que hay en este país, y de los emprendimientos que hay en Costa Rica. Es impresionante como en un espacio tan pequeño, hayan productos tan novedosos y tan bonitos”, afirmó Grynspan.
Las emprendedoras están trabajando en el lanzamiento de una tableta rellena de chocolate que esperan sacar al mercado en dos semanas, durante el evento. “Este proyecto nos hizo pensar cómo desarrollar un nuevo producto, que no requiera de tanto cuidado para preservarlo”, comentó Lizzy.