Mina de Venetia, Sudáfrica. AF.P Los diamantes se hacen desear. Para lograr extraerlos, un gigante minero sudafricano se gasta $2.000 millones en cavar túneles en una mina a cielo abierto, en pleno monte.
Desde hace unos 20 años, De Beers explota la mina de Venetia, cerca de la frontera con Zimbabue y Botsuana. En dos décadas, los mineros cavaron un agujero de 450 metros de profundidad y más de un kilómetro de diámetro.
En la mina actual, están obligados a construir canales subterráneos para acceder a rocas que contienen diamantes a más de 1.000 metros de profundidad.
De Beers, principal productor mundial de diamantes en valor, estima que esta colosal inversión le generará beneficios durante al menos dos décadas.
“Estamos atravesando un periodo difícil”, explica el director general de la mina, Ludwig Von Maltitz. “A nivel mundial, es probable que ya se hayan encontrado las fuentes de diamantes de más fácil acceso”.
“El proyecto de Venetia es gigantesco, sobre todo porque muy pocos siguen invirtiendo en las minas en Sudáfrica”, séptimo productor mundial de diamantes en volumen, afirma Peter Major, analista de Cadiz Solutions, un fondo de inversión de Johannesburgo.
“Siempre se ha dicho que el crecimiento demográfico y la creciente dificultad para encontrar diamantes harán subir los precios, pero eso está por ver. Actualmente muchos productores pierden dinero”, asegura.
Los precios de los diamantes han fluctuado con fuerza. Después de la crisis de 2008, los precios se recuperaron un poco hasta tocar techo en 2011 y fueron cayendo un 20% hasta 2015. Luego subieron algo.
Debido a estas fluctuaciones, De Beers cerró el año pasado varias minas de diamantes en Canadá y en Botsuana. También vendió sus últimos activos en la ciudad sudafricana de Kimberley. Una decisión muy simbólica: allí fue donde el colono británico Cecil Rhodes fundó el grupo en 1888, unos años antes del descubrimiento en Sudáfrica del mayor diamante hallado hasta ahora, el Cullinan.
Pese a este contexto moroso, De Beers se lanzó en el proyecto de Venetia, una de las cinco minas diamantes más grandes del mundo allá por 2022 y explotable hasta 2043, como mínimo.
“La volatilidad (de los precios del diamante) es más frecuente hoy, pero sigo siendo optimista”, afirma Ludwig Von Maltitz.
En la última década, la demanda se sostuvo por compradores chinos e indios, que adoptaron la tradición occidental del anillo de compromiso de diamantes.
El mercado sigue frágil. Según De Beers, la demanda mundial de diamantes ha aumentado un 2% entre 2014 y 2015. El mayor crecimiento fue en Estados Unidos y China, mientras que en India y la región del Golfo bajó.
La situación en “China e India, pero también la especulación con la continua inflación del diamante han contribuido al aumento de los precios" de estas piedras preciosas, señala el analista Paul Zimnisky.
“Cuando los precios suben, las minas que no eran rentables pasan a serlo. Pero lleva tiempo que una mina de diamantes esté operacional, quizá diez años”, explica. Es el motivo por el que sorprende el gasto de $2.000 millones en la de Venetia.
Una apuesta que llama la atención además porque el sector minero se enfrentará a la competencia de los diamantes sintéticos, cuyo precio podría caer en los próximos años con la mejora de la tecnología.
Aún así “vale realmente la pena seguir con el proyecto Venetia”, asegura Richard Grieg, uno de sus responsables.