La aplicación Wink, de Coopenae, nació como una opción de banca 100% digital en Costa Rica.
Desde el celular, el usuario puede abrir una cuenta de ahorro que estará ligada a la aplicación y con la cual se puede transferir dinero, ahorrar y organizar presupuestos de forma automática, categorizar y agrupar gastos, así como tener control sobre cualquier transacción desde y hacia su cuenta, y recibir las notificaciones, todo esto en tiempo real.
El único contacto físico que tiene la persona con este servicio es al momento de la entrega de su tarjeta de débito Visa para efectuar compras.
Wink nació de la unión entre Coopenae y una fintech.
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Fintech es un término que surge de las palabras en inglés: finance y technology –tecnología financiera–, y se trata de empresas que ofrecen tanto para entidades financieras como para personas físicas servicios innovadores mediante la utilización de tecnología, con el objetivo de hacer más eficientes los procesos y abaratar costos.
Wink fue creada como respuesta al nuevo consumidor digital, quien espera que sus servicios estén disponibles en su celular, que necesita estar informado de todos los movimientos en sus cuentas y desea realizar presupuestos inteligentes.
De momento, esta plataforma cuenta con 15.000 usuarios, cifra que no es mala para la cooperativa, pero que para el Sistema Nacional Financiero todavía es pequeña.
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“Durante los 53 años de existencia de Coopenae, antes de Wink, teníamos poco menos de 120.000 clientes asociados y en unos pocos meses hemos logrado que esto crezca en más de la sexta parte”, afirmó Adrián Álvarez, subgerente general de la cooperativa.
En un inicio, la cooperativa trabajó junto a la fintech para desarrollar Wink, pero más adelante Coopenae decidió adquirir el 100% de la participación sobre este proyecto.
El reto que tiene la cooperativa es acelerar el crecimiento de esta plataforma y convertirla como referente en materia de banca digital.
Entre los principales desafíos que tuvo que afrontar la cooperativa se encontraron el cambio de cultura, la educación, la planificación, el trabajo en conjunto con la alta gerencia y la gestión de proyectos de forma ágil.
“Pasamos de hacer planes estratégicos de cuatro a cinco años, a plantearnos para dos años. Sigue siendo un periodo largo para algunas decisiones que tenemos que tomar con referencia a la evolución de estos productos”, añadió Álvarez.
La cultura organizacional de la fintech con la cooperativa fue un reto y fue importante el apoyo de la alta gerencia para llegar a acuerdos en que ambas partes ganaran.
Acelerar procesos
Un caso similar ocurrió con Coopeservidores, entidad financiera que vio la necesidad de mantenerse actualizada para no morir en la era digital.
“Estábamos centrados en el producto y nunca le preguntábamos al asociado qué quería. Invertíamos dinero en soluciones que no necesariamente eran las que los usuarios esperaban. Las fintech y startups sí tienen ese pensamiento de centrarse en el cliente”, afirmó Vivian Arias, directora de innovación de Coopeservidores.
Por esta razón es que en la cooperativa salieron a la búsqueda de los actores de emprendimientos y fintech para conocerlos, saber en qué están trabajando, asesorarse en tendencias e incluso hacer negocios.
Esta cooperativa asegura que ya invirtió en una fintech para el desarrollo de nuevos servicios.
Aunado a la participación directa con los emprendedores, en Coopeservidores crearon Nova Hub para estimular la innovación abierta.
Se trata de un espacio en donde las ideas se convierten en prototipos, se validan y se lleva a cabo trabajo colaborativo.
De esta forma la entidad financiera confía en que podrán acelerar los procesos para crear soluciones que respondan a las necesidades de un mercado que cada vez es más digital.
Fintech en Costa Rica
Un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Finnovista (organización que promueve los ecosistemas fintech)y que fue presentado este año, determinó que en Costa Rica existen 25 fintech en operación.
La innovación tecnológica en la industria financiera se presenta como una oportunidad para digitalizar y formalizar diferentes negocios en el país, así como para ampliar el acceso a una parte de la población que hasta el momento se encuentra desatendida.
El 33% de las fintech costarricenses se enfoca exclusivamente en clientes no bancarizados, subservidos por la banca o de la base de la pirámide, lo que promueve la inclusión financiera, según indica el estudio mencionado. El 38% de ellas tiene soluciones que han sido pensadas indistintamente para clientes bancarizados y no bancarizados.
Aunque el potencial de las fintech para generar inclusión financiera es prometedor, los reguladores cuentan con el reto de garantizar seguridad en las transacciones que se llevan a cabo en estas empresas, ya que se podría prestar para actividades ilícitas.
En América Latina se contabilizan más de 1.300 fintech. Del total regional, Costa Rica posee 25, es decir, 2%.