Lidia Ruiz, de 60 años, coordina una asociación de mujeres que procesan el cacao en la comunidad Bajo Los Indios, ubicada en el territorio indígena de Abrojos Montezuma, en la frontera con Panamá.
A pesar de enfrentar la falta de electricidad e Internet, las ganas de lograr una mejora económica para la comunidad mantiene animadas al grupo de 15 mujeres que se dedican a esta actividad desde hace 10 años.
El proyecto inició en el 2009 con la conformación de un comité de mujeres. Cuatro años después, en 2013, se convirtió en la Asociación de Mujeres Ngöbe (Asomun), y a partir de entonces, se dedican al procesamiento del cacao que luego comercializan.
Doña Lidia, madre de ocho hijos, el menor de 22 años, explica que empezó a capacitarse con el Instituto Nacional de la Mujer (Inamu) en diferentes temas y fue ahí donde decidió organizar al grupo.
“Después de las capacitaciones, surgió la idea de crear algo. Como mujeres en el territorio, no tenemos muchas oportunidades de trabajo y enfrentamos dificultades para llevar alimentos a nuestras casas. Mi idea fue sacar adelante a las mujeres que no tienen trabajo”, señala.
A pesar de que desde su niñez ha estado relacionada con el cacao, debido a que su familia tenía árboles, desconocía las posibilidades de procesarlo, ya que en ese entonces era utilizado para trueque. “Ellos lo cambiaban por alimentos, como arroz, azúcar y café, pero no generaba recursos”, recuerda.
El grupo de mujeres no siembra el cacao; lo compran a quienes lo producen en la zona. Doña Lidia afirma que cuando surgen necesidades, los hombres de la comunidad también se involucran.
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El grupo indígena Ngöbe es de origen panameño con una población estimada de 3.515 personas. Está ubicado en los territorios Coto Brus, Abrojo Montezuma, San Antonio-Osa y Conte Burica, según refiere información del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).
El proceso
Todo comienza con la compra del cacao en “baba”, que son las semillas del fruto revestidas de un material viscoso. Luego, estas semillas se almacenan en cajones durante varios días para someterlas a un proceso de secado.
Una vez secas, se procede a moler el cacao, y parte de las semillas se utiliza para elaborar la pasta que luego se convierte en las barras de cacao amargo que venden. El resto del cacao se comercializa en polvo.
El grupo enfrenta desafíos en su comunidad. La escasez de transporte dificulta la movilidad y la logística para llevar sus productos al mercado.
La casi nula disponibilidad de Internet limita el acceso a información y oportunidades comerciales en línea. Además, la falta de energía eléctrica supone un obstáculo para desarrollar sus actividades de manera eficiente.
A lo largo de los años han recibido apoyo de organismos que han permitido al grupo continuar con la elaboración de sus productos. Especialmente, la reciente instalación de energía eléctrica en el centro de acopio cerca de la comunidad que facilitará el proceso de tostado del cacao.
El secado se realiza de manera natural con lo que mantienen su compromiso con prácticas sostenibles y tradicionales, posteriormente lo muelen con una máquina manual similar a las utilizadas para el maíz.
Los deseos de doña Lidia y su grupo son tener un espacio para vender sus productos para lograr mayor visibilidad y acceso a potenciales clientes. También buscan obtener capacitación adicional, ya que actualmente cuentan con un molino donado, pero no saben cómo utilizarlo.
Durante este tiempo, los productos son comercializados en ferias o de manera directa cuando llegan compradores a la comunidad.
Según el Plan Nacional de Cacao 2018-2028, los registros históricos existentes refieren que en Costa Rica, la siembra y producción de cacao se realiza desde la época colonial y en el siglo XVII se ubicó como uno de los principales productos de exportación del país.
Las principales regiones productoras de cacao en Costa Rica son el Caribe, el Norte y la región Brunca, que se encuentra en la frontera con Panamá.
En el 2017, un análisis de la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria (SEPSA) reveló que la producción de cacao se desarrollaba en 1.41 fincas, con un total de 3,286.6 hectáreas sembradas. El 79% de estas fincas tenían un tamaño menor a las 2 hectáreas, lo que demuestra que el cultivo del cacao es predominantemente a pequeña escala.
Los desafíos
Casilda Montezuma, es la vicepresidenta de la asociación de mujeres, al igual que doña Lidia se trasladó al colegio cercano de la comunidad para poder acceder a Internet. Ella coincide con doña Lidia en que el principal interés del grupo es poder comercializar sus productos de manera más efectiva.
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Los ingresos logrados por las ventas son reinvertidos en el emprendimiento en la mayoría de las ocasiones. Sin embargo, en otros casos, el grupo se ve obligado a apoyarse mutuamente, aportando un poquito cada una para enfrentar gastos o necesidades adicionales.
Según señala Casilda, esta colaboración entre las mujeres de la asociación es fundamental para mantener su proyecto en funcionamiento y superar cualquier desafío que se presente.
Con el apoyo de varias organizaciones, empezaron a comercializar los productos bajo la marca Orebä. Ofrecen presentaciones de 250 gramos de cacao en polvo a un precio de ¢3.000, así como barras de cacao a diferentes precios.
Además de los productos de cacao, Asomun también comercializa harina de plátano y artesanías.