Hacer un traje a la medida para que use un Presidente de la República podría ser considerado por muchos, como un honor. Hacerlo para uno que gobernó Costa Rica hace más de 100 años es un honor que pocos pueden sacar a relucir.
En la tienda Scaglietti de San José centro, que se ha mantenido detrás del Banco Central por más de un siglo, conservan el traje que le hicieron a la medida al presidente número 20 de Costa Rica: Alfredo González Flores.
El expresidente era solo uno de los políticos y distinguidos costarricenses de finales del Siglo XIX y principios del XX que eligieron la marca de origen italiano para hacer sus trajes.
En Costa Rica menos del 30% de los nuevos emprendimientos logran superar los tres años de vida, así que los negocios centenarios son contados. Dentro de ese puñado de marcas que habitan en la “zona azul empresarial”, Scaglietti es de las más longevas, una trayectoria que le ha permitido superar dos cambios de siglo, guerras mundiales, grandes depresiones financieras y revoluciones.
Por supuesto, enfrentar los giros en la industria de la moda, el surgimiento de las tiendas por departamento y los procesos sucesorios del negocio, no han sido menos retadores para un comercio dedicado a la alta confección.
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Scaglietti nació dentro de la familia que aún hoy conserva el apellido. Sante Scaglietti, un italiano que llegó al país a mediados de los años 1800 decidió probar suerte con la ropa. Tan bien inició el negocio y rápidamente llamó a sus sobrinos para que le ayudaran a continuar con la nueva tienda.
Empezar 130 años atrás (1888), como Scaglietti, tenía sus contras: más complicaciones para importar materias primas, variedades limitadas de productos y la necesidad casi al 100% de ser autodidacta en una profesión. Pero también existían ventajas.
En el San José de antaño los negocios casi nunca -o nunca- tenían competencia. Era además una ciudad en ebullición, lo que contribuía a que las ventas fueran buenas.
La llegada de los sobrinos Scaglietti a Costa Rica contribuyó al crecimiento y profesionalización de la marca. Don Sante tomó la decisión de capacitarlos en Italia y la empresa pasó de tener costureros a sastres profesionales. La decisión fue apostar al nombre y a la calidad y es la misma apuesta que sigue hoy.
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De uno de esos sobrinos desciende don Hugo Scaglietti, el actual propietario de la tienda. Pero desde antes de don Hugo la tienda realizó una movida fundamental para asegurar su sobrevivencia: vender ropa terminada –no a la medida– pero sí de buen diseño, y abrir su mercado al público femenino.
Sin embargo, sí fue don Hugo quien tuvo que tomar una decisión difícil a la que no se enfrentaron sus predecesores. Competir contra grandes cadenas de ropa y tiendas departamentales no es fácil para una sastrería. Ser una sastrería en pleno siglo XXI no es del todo sencillo.
Por eso, Hugo Scaglietti tuvo que delegar funciones y administrar la sucesión de la tienda de la manera que resultaba más obvia y la que le hacía más justicia a la marca: por medio de su familia.
Hoy, sus hijos son parte fundamental para que la tienda se mantenga viva y siga vendiendo. Además, son responsables de que no se quedara atorada en el tiempo y buscaran aprovechar las herramientas tecnológicas que ofrece el nuevo milenio.
Ya hace algunos años que Scaglietti no diseña el traje de un presidente –aunque sí de algunos políticos importantes de la Costa Rica actual– sin embargo, la sastrería se sostiene a base de calidad, tradición y buen nombre. Sigue vendiendo en la misma tienda del centro de San José, a la que a los años se sumaron dos tiendas más en la capital.