Hong Kong. La “guerra de los semiconductores” entre Estados Unidos y China empezó en octubre del 2022, cuando Washington tomó medidas para restringir el acceso de Pekín a los últimos desarrollos en esa tecnología, argumentando cuestiones de seguridad nacional.
China refutó esas apreciaciones y acusó a Estados Unidos de practicar un “terrorismo tecnológico” y de obstaculizar injustamente su crecimiento económico. Este es un resumen de los principales retos relacionados con esas tensiones entre ambas potencias:
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¿Por qué son importantes los chips?
Los microchips impulsan la economía mundial. Estos pequeños y delgados componentes de silicio se encuentran en todo tipo de dispositivos electrónicos, desde bombillas led hasta automóviles, pasando por lavadoras de ropa y teléfonos inteligentes.
También son esenciales para el buen funcionamiento de los sistemas informáticos en las áreas judiciales y sanitarias, de transportes y de energía, en la mayoría de los países. Según un informe del año pasado de la consultora McKinsey, los microchips representarán un mercado de $1.000 millones en el 2030.
Y resultan esenciales para China, segunda economía mundial, donde la masiva fabricación de aparatos electrónicos depende en gran medida de la importación de chips. Las importaciones chinas de estos componentes llegaron en 2021 al equivalente de $430.000 millones, una cifra superior a la de sus compras de petróleo.
¿Por qué apuntar a China?
Más allá de los iPhone, los automóviles Tesla y las consolas Playstation —todos con plantas de producción en China— los chips más potentes son esenciales para el desarrollo de la inteligencia artificial o de sistemas militares de última generación.
Washington anunció en octubre de 2022 controles para impedir el acceso de China a “tecnologías sensibles con aplicaciones militares”. Los Países Bajos y Japón siguieron el ejemplo el mes siguiente; si bien ninguno de estos países nunca mencionó a China, estas medidas irritaron a Pekín.
¿Por qué se preocupa China?
La fabricación de chips es extremadamente compleja. Muchos pasos dependen de los desarrollos estadounidenses o de las empresas japonesas y neerlandesas, hegemónicas en producir máquinas capaces de imprimir los diagramas de circuitos integrados.
“China tardará años en desarrollar alternativas equivalentes a las que ya no tiene acceso”, explicó a esta agencia Chris Miller, autor de “Chip War: the fight for the World’s most critical technology” (La guerra de los chips: el combate por la tecnología más crítica del mundo). ”Si fuera tan simple, las empresas chinas ya lo habrían hecho”, agregó.
¿Cómo afectarán las sanciones?
Antes de la decisión estadounidense, las compañías chinas habían acumulado reservas de chips y otros componentes para amortiguar temporalmente el impacto de las sanciones.
Pero algunas compañías chinas, incapaces de acceder a los componentes, ya perdieron lucrativos contratos en el extranjero y se vieron obligadas a despedir personal y congelar proyectos de expansión. Las restricciones afectaron a algunos de los principales fabricantes chinos de chips, como Yangtze Memory Technology Corp (YMTC).
Una de las sanciones más severas fue bloquear el acceso a la mano de obra altamente calificada, luego que Estados Unidos prohibió a sus ciudadanos trabajar en áreas de alta tecnología para empresas de China. Un sondeo entre empresas chinas del sector estimó que en 2024 necesitarán 800.000 trabajadores extranjeros.
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¿Cuál es la respuesta china?
Pekín reaccionó con ira y se comprometió a acelerar sus esfuerzos para alcanzar un 70% de autosuficiencia en semiconductores para 2025. Decenas de miles de millones de dólares fueron inyectados en la producción nacional, sin resultado inmediato.
Según los expertos, hoy China satisface menos del 20% de su demanda. Puede que alcance su objetivo de autonomía, pero llevará tiempo. Para eludir las sanciones, investigadores de la Academia de Ciencias de China propusieron canalizar de manera más efectiva inversiones hacia la investigación pura.
Uno de sus principales beneficiarios parece ser YMTC, que recibió una inyección de $7.100 millones desde que entraron en vigor los nuevos controles de exportación. Bill Gates “no cree que Estados Unidos pueda impedir que China tenga buenos chips”. Pero “vamos a obligarlos a gastar tiempo y mucho dinero para fabricar los suyos”, afirmó en marzo el cofundador de Microsoft.