Irene Rubinstein Reifer no había nacido cuando su papá Rogelio Rubinstein, y su mamá María Reifer, tomaron las riendas de una pequeña paragüería ubicada en el corazón de San José. El negocio pasó a la familia cuando su abuelo materno lo adquirió de don Domingo Rego, quien lo fundó en 1937.
Sus padres, Rogelio y María, asumieron en ese entonces la tarea de administrar el taller sin saber nada de la fabricación de paraguas y sombrillas. El antiguo dueño estuvo con ellos durante seis meses para que aprendieran el oficio, que desempeñaban con una máquina de coser, tela de color verde y unos cuantos armazones.
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Casi 75 años después de que la familia Rubinstein Reifer adquiriera el negocio, Irene es quien lidera la paragüería Rego, que con el paso de los años se convirtió en la marca favorita de paraguas y sombrillas de muchos ticos, quienes incluso la ven con nostalgia, pues les recuerda la escuela, colegio, y hasta a seres queridos que eran fieles a la empresa.
Irene no recuerda cuando fue exactamente que heredó el reconocido negocio de su familia, pues asegura que desde que tiene memoria, ella y sus tres hermanos (Israel, Jacobo y Helen) estuvieron involucrados en la paragüería de alguna forma u otra.
“Mi hermana y yo siempre estábamos involucradas. Yo me crié aquí y me hice en la paragüería chiquita (detrás de La Merced), crecí ahí y prácticamente era la que manejaba ese negocio. Al pasar el tiempo, mis papás se hicieron mayores. Lastimosamente fallecieron mis dos hermanos mayores, y nos quedamos a cargo de la paragüería”, explicó Irene.
En los años al frente de su empresa familiar, no todo ha sido sencillo. El 2015 fue un año particularmente retador para la paragüería, pues un incendio en la fábrica, ubicada en el local sobre la avenida 4, en San José, marcó un antes y un después en la historia de la empresa.
“El incendio nos marcó, fue un golpe muy duro para mi hermana y para mí, porque había que tomar la decisión de si seguíamos como empresa o veíamos qué hacíamos. En ningún momento lo dudados, lo primero que hicimos fue decirle a los empleados que estuvieran tranquilos, que íbamos a continuar”, afirmó Irene.
El incendio se dio en la segunda planta del edificio más grande de la paragüería en San José, donde se encontraban materias primas, como textiles, así como máquinas para la confección de los paraguas y sombrillas, algunas de ellas databan desde su fundación, en 1937.
Ese siniestro los impulsó a seguir creciendo y tomaron la decisión de trasladar la parte administrativa, de fabricación y de venta al por mayor y al detalle, a unas instalaciones en Barreal de Heredia, desde donde se maneja gran parte de las operaciones de Rego.
Además, remodelaron el local afectado por el fuego, el cual adquirió su familia en 1954 a raíz del crecimiento que tuvo la empresa cuando estaba en manos de sus padres. Allí venden todo tipo de productos para cubrirse de la lluvia, brindan el servicio de reparación de sombrillas y paraguas, y también mantienen el establecimiento detrás de la iglesia de la Merced, pues es una ubicación muy reconocida por la gente.
Reinventarse
Luego del incendio del 2015, la empresa también evolucionó en otros sentidos, con la introducción de nuevos productos y accesorios, siempre relacionados al mercado de protección contra la lluvia, como capas, sombreros, y una amplia gama de sombrillas y paraguas con diseños particulares y exclusivos de la marca.
“Nosotros nos caracterizamos por siempre irnos innovando, éramos una empresa que empezamos con el lápiz en la mano, y ahora usamos todos los sistemas tecnológicos más avanzados que hay. Estamos buscando lo más innovador y lo que a la gente le gusta”, aseguró Irene.
Ella ha liderado todo ese proceso para reinventar la marca, que también cuenta con una tienda en línea, venta que trabaja 24/7, donde cualquier persona de Costa Rica o fuera del territorio nacional puede adquirir los diferentes artículos que ofrecen.
Pese a esos procesos de innovación, tampoco han dejado de lado su esencia, que los catapultó como una de las empresas referentes en el mercado de sombrillas y paraguas, como el servicio de reparación, que, según Irene, se mantiene muy activo hasta la fecha.
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Uno de esos clientes es Adrián Retana, quien tiene más de 15 años de adquirir sombrillas y paraguas de la marca Rego, los cuales lleva a reparar cuando se les daña alguna pieza como las varillas o se rompe la tela. “Cuando el daño no es mucho, yo los traigo aquí para que me lo reparen, me sale más cómodo que comprar una nueva”, comentó Retana.
La heredera de Rego manifestó que una de sus principales alegrías es ver a sus clientes contentos con sus productos. “Nos gusta que hablen de la marca Rego para toda la vida, que ellos nos ayuden a nosotros y que nosotros le ayudemos a ellos con un artículo de calidad”, mencionó Irene.
Un equipo
La historia de la familia Rubinstein Reifer y la paragüería Rego se inició en 1937, cuando don Rogelio y doña María emigraron a Costa Rica desde Polonia siendo adolescentes, poco antes de que se desencadenara la Segunda Guerra Mundial.
“Muchos de los judíos veían que el panorama era difícil para ellos, entonces buscaron rumbos diferentes. Ellos vinieron acá sin idiomas, sin nada, ellos se conocían en Polonia, pero aquí fue cuando se encontraron y estudiaron juntos contabilidad”, aseguró Irene.
El abuelo materno de Irene trabajó “polaqueando” y compró una finca en la que producía café. Casi una década después, en 1948, le compró la paragüería a Domingo Rego, para que doña María y don Rogelio desarrollaran ese negocio en el local detrás de la iglesia de La Merced.
Desde entonces, trabajaron en equipo hasta consolidar la empresa. Don Rogelio se encargaba de la producción y de la venta al por mayor, mientras que doña María llevaba las riendas de la tienda y la distribución. Debido a su crecimiento, la familia adquirió, en 1954, el establecimiento ubicado en avenida 4, donde llegaron a trabajar hasta 70 personas en la producción de sombrillas.
Esa esencia de trabajo en equipo se mantiene hoy en día, pues sus colaboradores tienen una relación muy buena con la familia, particularmente con Irene, ya que la mayoría tienen décadas de trabajar para la marca. “Tenemos personal muy calificado, de muchos años, que tiene una forma muy jovial de atender a los clientes”, expresó Rubinstein, quien agregó que actualmente tienen 15 empleados.
Una de ellas es Anita Brenes, quien tiene 25 años de trabajar en la tienda sobre avenida 4 y se encarga de la reparación y venta de artículos. “Yo vivo muy agradecida, aprendí de muchas de mis compañeras. Desde que me abrieron las puertas he estado aquí trabajando”, afirmó.
Por su parte, Nidia Ortega comentó que suma 20 años de ser colaboradora de Rego, donde se desempeña como costurera y vendedora, también en avenida 4. “Este es mi segundo hogar, es muy bonito porque se trata con muchas personas”, aseguró.
En tanto, Jeffrey Mora tiene 17 años de encargarse de la reparación estructural de las sombrillas y paraguas, así como en el área de ventas. Él aprendió el oficio de la reparación de estos artículos en la paragüería y desde entonces se ha mantenido en la empresa.
“Yo arreglo prácticamente todo, solamente la capa no. Varillas, remaches, todo lo que tenga que ver con la armazón de la sombrilla”, agregó.