Era un joven veinteañero, estudiante de Química de la Universidad de Costa Rica, el que todos los fines de semana iba a trabajar de bartender al Tennis Club. Ahí su labor principal era sacarle el jugo a los limones.
“El jugo de limón era importantísimo para los tragos, entonces mire, con esta mano y con esta otra yo dele y dele a los limones”, cuenta ahora aquel joven.
Se trata de Jorge Wálter Bolaños, quien llegó a ser el encargado financiero mundial de una de las 500 empresas más grandes de Estados Unidos, H.B. Fuller Company (de 1990 al 2001), y rector de las finanzas de Costa Rica como ministro de Hacienda (de mayo del 2022 a junio del 2003), entre otros muchos cargos.
Quienes lo conocen saben de su humildad y su hablar pausado, casi sacerdotal, lo cual es producto, como dice él mismo, de su origen humilde y quizá de su paso por el Seminario.
Cuenta que su padre le perdonaba cualquier nota mala, pero en conducta le exigía un 10 y esa senda de valores lo llevó por buen camino. De ese camino habló Bolaños para el espacio Gente, de La Nación.
–Cuéntenos sobre sus padres.
–La familia nuestra es muy pequeña, eran mi padre y mi madre, ambos ya fallecidos. Mi padre era carpintero. Tuve una hermana.
”Mi padre había nacido en Santo Domingo de Heredia y se fue a hacer una obra a Río Grande, allá en Atenas. Mi madre había nacido en Escobal de Atenas, un pueblito muy desconocido en aquel momento.
”Ellos se casaron posteriormente y se vinieron a vivir a Barrio Cuba (...) Estando en Barrio Cuba tuve la posibilidad de matricularme en la Escuela San Bosco. Era una escuela católica, regida por padres salesianos. Eran muy rigurosos estos padres porque eran de origen español.
”En la Escuela San Bosco, me fue bien, siempre me fue bien en mis notas. Posteriormente mi padre logró comprarse un lote muy chiquitito en Lotes Vargas Araya, que queda yendo para Monterrey.
”Sabe que nos sucedió en familia una cosa muy interesante. Mi mamá tenía un hermano, y un día se cayó un árbol, entonces el señor le regaló el árbol. Gracias a Dios que nos regaló el árbol y el transporte del árbol a San José, entonces ahí vino el troncote, ese grande que pasó a un aserradadero y de ahí salió la casa nuestra. Los fines de semana mi papá y yo íbamos a construir la casa, entonces la construimos sin ningún gasto”.
–¿El árbol alcanzó para toda la casa?
–Sí, imagínese el tamaño de la casa… (se ríe).
”Posteriormente a eso, yo incluso caminaba desde Lotes Vargas Araya, ahí en San Pedro, hasta la Escuela San Bosco porque no podía dejar la escuela, ni había plata para los pases”.
–¿Cuánto era la distancia?
-Vargas Araya al Mercado Central eran como seis kilómetros o siete y luego del Mercado Central hacia la escuela eran unos tres kilómetros: yo diría 10 kilómetros.
–Nueve o 10 kilómetros para un lado…
–...y nueve pal otro.
”Eso no era problema (...) excepto cuando llovía, porque se le mojaba a uno todo el bulto famoso, ese era el único problema.
”Eso fue Lotes Vargas Araya, y posteriormente gracias a esa casita que se había construido, se vendió y mi padre compró otra en Tibás. Ya ahí era una casita de dos aposentos, y luego se le agregó un tercer aposento. Eso me permitió ir al colegio de Tibás”.
–¿El Liceo Mauro Fernández?
–El Mauro Fernández, ahí me gradué de quinto año.
”Tuve un periodo de dos años, hablando un poco de las penurias económicas, donde el sacerdote de la localidad de Tibás, me dijo: yo le consigo una beca para que usted se vaya al Seminario Menor de Tres Ríos, y mi padre que era tan religioso y mi madre también vieron eso como la gran oportunidad y yo sin decir nada porque la autoridad es la autoridad.
”La cosa fue que estuve dos años en el Seminario Menor y luego regresé a estar en el colegio de Tibás, de ahí me gradué”.
–¿En el Seminario Menor qué edad tenía?
–Estaría yo cursando el inicio de la secundaria. Estaba yo como de 13 o 14 años.
”Regresé al Mauro Fernández y ahí fue donde decidí que me gustaría empezar a estudiar Química. Comencé a estudiar Química y la Universidad (de Costa Rica) era muy magnánima, todo se lo daban a uno, yo tenía que pagar los pases para viajar, pero tuve el problema que en Química uno tiene que asistir a laboratorios donde se usan probetas, líquidos, químicos, y había que pagar una cuota.
”Ante esa falta de dinero y con mi deseo de seguir Química dije: tal vez hay que trabajar y un vecino de la casa me dice: yo te llevo a que me ayudés al Tennis Club, y muy comprometido el señor, que era el jefe del bar del Tennis Club, me llevó. Entonces comencé a trabajar ocasionalmente, comenzando con los viernes en la noche, luego los sábados y luego los domingos”.
–¿De qué hora a qué hora trabajaba?
–El viernes comenzaba tardito, como a las 6 de la tarde y saldría 8 de la noche, una cosa así. Los sábados sí tenía que entrar bien temprano, como 8 de la mañana y salía 8 de la noche y los domingos era entrar a las 8 de la mañana y salir por ahí de las 5 de la tarde.
”Lo bonito es que el Tennis Club en aquel momento era muy famoso (...) como que las gentes bien vestidas y todo eso les gustaba llegar ahí, pero además de eso fue el lugar por el que por alguna razón se metió Paco Navarrete, que en aquel momento era lo más famoso y lo más querido por toda la juventud, entonces claro que para mí era un placer, imagínese estar ahí todos los sábados en las tardes escuchando a Paco Navarrete.
”Entonces, ¿qué es lo que yo hacía en eso? En aquel momento no había nada para extraerle el limón a los jugos, y el jugo de limón era importantísimo para los tragos, entonces mire, con esta mano y con esta otra yo dele y dele a los limones, siempre me quedaban estas pobres cositas aquí (se señala los dedos), bien, con rajaditas, verdad, del montón de limones que tenía que sacar desde buen temprano. ¡Qué fácil hubiera sido tener un exprimidor o una máquina eléctrica!”.
–Como llegaba ahí gente famosa, ¿conoció alguno en ese tiempo? Algún político, artista, además de Paco Navarrete?
–Sabe que es el problema, siendo yo de ninguna familia, no sabía quién era quién. Estos conceptos le vienen a uno después.
”Como a los tres años de hacer esto comencé a ver que en la Universidad, en Química, iban a subir las tarifas, porque ya no era un laboratorio, eran dos laboratorios, tres laboratorios”.
–¿En qué año de Química estaba?
–En tercer año de Química, había avanzado, sí, pero también química lo daban en la mañana, entonces figúrese usted que ahí tomé una decisión, ya averiguando, y estando metido ahí en la universidad, de que la Facultad de Ciencias Económicas daba clases en la noche nada más, entonces, ¿qué me permitía eso? Ahí no había laboratorio que había que pagar, mantenía una beca de ayuda que daba la Universidad y podría trabajar durante el día.
”Entonces figúrese usted que eso me quedó perfecto, ya dejé de trabajar los domingos, ya no lo necesitaba, y entonces más bien ahí hice gestiones para ir a trabajar a una empresa. Un primo mío era el jefe del área de computación de lo que se llamaba la Oficina Técnica Mecanizada (pertenecía a Hacienda), que era la oficina que mantenía las máquinas para hacer los giros de pago.
”Esa Oficina Técnica Mecanizada hacía esas tarjetas (para los pagos) y fue la primera vez que empecé a hacer cosas con aquellos computadores de antes.
”Entonces aprendí de la computación inicial y un día hicieron un examen porque la IBM estaba buscando a alguien y no ve que con tan buena suerte que saqué la mejor nota y me llevó la IBM.
”Yo iba a IBM hasta que me gradué y empezó mi deseo de sacar una maestría e hice una solicitud a Incae, pero obviamente sin plata. Por suerte logré que Incae me diera un financiamiento, pero era como dormir con un puñal porque si fallaba en los estudios, ¿quién me pagaba el estudio? Siempre vivía acongojado, pero superándome mucho”.
“ Los estilos confrontacionales a mí me tienen preocupado, los veo cada vez más”.
— Jorge Wálter Bolaños
–¿Sus papás lo vieron graduarse y llegar a todos estos puestos?
–En realidad no, ellos murieron muy jóvenes, mi mamá murió como a los 45 años. Mi papá sí murió más viejo, uno le cuenta, pero tal vez no entendía.
”Habíamos hecho un comité de egresados de Incae, ahí estaba yo en la Junta Directiva y ahí fue donde conocí a don Wálter Kissling. En aquel momento él estaba trabajando con Kativo, la productora de pinturas y entonces me llamó y me dijo: ‘venite a mi oficina para hablar. ¿Qué carajo estás haciendo?’ Diay don Wálter yo tengo que trabajar, tengo una deuda que había adquirido, eran como $50.000 de Incae y figúrese usted que para ser honesto un día llegué a mi casa con el cobro de intereses y lloré. ¿Por qué? Porque el cobro de intereses era mayor a mi salario.
”Lo cierto del caso cuando Wálter Kissling me dijo eso, ahí mismo dije: Wálter dame un salario que sea superior a $1.000 y yo me voy con usted mañana. (También hizo un arreglo de pago con el Banco de Costa Rica).
”Wálter mi pidió que me hiciera cargo de las finanzas de Latinoamérica.
”Gozo yo con mis amigos porque les digo que a mí me daban el campo de handicap que hay en los parqueos. ‘¿Por qué renqueas?’ No porque era el único que hablaba tan mal inglés (se ríe)”.
–Esta primera experiencia en el Tennis Club, ¿qué le enseñó?
–Yo sí creo lo siguiente: no hay trabajo bajo, ni hay trabajo alto, todo depende del cariño o la abnegación con que uno lo vea. Si usted me dijera ¿usted volvería a hacer eso? Mi respuesta sería sí, recuerdo solo experiencias positivas de eso.
-¿En algún momento soñó o se imaginó en llegar a administrar financieramente una de las empresas más grandes de Estados Unidos (H.B. Fuller Company) ?
–La verdad que uno nunca sabe cuál es ese destino que viene; yo nunca lo había pensado. Posteriormente, y ya comentando con don Wálter Kissling, él tenía una visión como más amplia, entonces gracias a eso me abrió a mí también un poquito los ojos.
”Una de las preocupaciones que yo tenía era don Wálter: ¿cómo hacemos con el inglés?, ¿cómo hacemos para ir yo a las conferencias esas que hay que hacer, las presentaciones? Todos salimos, todos sabemos hacer las cosas, hay que entrarle, respondía”.
–Si tuviera que darle un consejo a los jóvenes costarricenses, ¿cuál sería?
–Diría así: todos tenemos las habilidades para progresar lo que queramos, lo que pasa es que hay que sentirlo para poderlo hacer. Yo lo digo porque a veces hablo con alguna persona y dice: yo no se de eso, no importa, vos vas a salir adelante.
”Yo diría: capacidad, todos la tenemos, no hay que tenerle miedo a enfrentar esas cosas, hay que saber tener a ese amigo confidente, conseguir un buen jefe.
”Si usted, por ejemplo, tiene un mal jefe, salga corriendo, así lo pongo. Es mejor conseguir esa persona que te vaya guiando con el paso del tiempo y eso te permite progresar.
”Ser humilde para aprender, eso me parece que es importantísimo y estudiar todos los días”.
–¿Qué lo hace mantener los pies en la tierra?
–Creo que el origen humilde, me hace sentirme humilde, yo me recuerdo de mi madre, me recuerdo de mi padre con sus capacidades académicas nulas, pero empeñados en ir siempre adelante.
”Se me olvidaba contarle, que mi padre que no sabía leer me decía, y esto porque en la escuela San Bosco nos daban una libreta con las calificaciones del trimestre: cuando yo llegaba con la libreta, mi papá me decía: ‘yo le perdono cualquier nota mala, pero en conducta usted me tiene que traer 10 (la escala era de 0 a 10)’. Y usted no tiene idea de cómo eso me ayudó en mi vida, conducta 10, ser buenos siempre porque si usted es bueno siempre, entonces es excelente estudiante, y así lo he practicado y con todo el mundo que pueda”.
–¿Actualmente es socio el Tennis Club? ¿Lo visita?
–(Se ríe) No. He ido a visitar, por supuesto que no me conoce nadie.
Al final de la entrevista se le consultó a Bolaños sobre cómo ve al país y se mostró un tanto pesimista pues dijo que ve al país con una deuda alta, con los fondos de pensiones en problemas, un país con muchas desigualdades, desempleo, subempleo y pobreza; con egoísmos grupales y manifestó su preocupaciones por los estilos confrontacionales.
“Si usted busca una solución y se ayuda de otros humildemente uno logra que él gane, ella gane. Pero si yo lo que quiero es demostrar que yo soy el que sé y usted no sabe, entonces pretende que él gane y usted pierda, así no avanza el país. Los estilos confrontacionales a mí me tienen preocupado, los veo cada vez más”, concluyó Bolaños.