Hace cuatro años, una fruta se convirtió en el pilar económico de César Rangel Avendaño y Carolina Ferreira Ferreira después de perder sus empleos en Costa Rica. Habían llegado a este país por motivos laborales, provenientes de su natal Venezuela.
Ante la necesidad de generar ingresos y tras decidir quedarse aquí luego del nacimiento de su hijo Juan Pablo, que ahora tiene seis años, comenzaron a analizar opciones.
Fue en febrero de 2019 cuando surgió la idea de establecer un emprendimiento en el que el coco fuera el producto estrella. En agosto de ese mismo año, La Cocotería abrió sus puertas.
“Después de un cambio de empleo y quedarme sin opción laboral, consideramos regresar a Venezuela o mudarnos a Portugal, donde tenemos familia. Sin embargo, decidimos emprender aquí, en Costa Rica, por nuestro hijo, que es costarricense. Tuvimos varias ideas, y entre ellas estaba ‘La Cocotería’, que al principio no tenía nombre”, relató Avendaño, quien ha estado radicado en Costa Rica durante siete años.
La idea surgió después de observar en las ferias de agricultores que las personas consumían solo el agua de pipa y desechaban el resto de la fruta. Recordaron una bebida consumida en las zonas costeras de Venezuela, el batido de coco.
Observando el gusto de los costarricenses por la fruta y teniendo en cuenta que se produce localmente, decidieron apostar por esta opción.
Sin experiencia previa en cuanto a la fruta ni en los métodos de preparación, comenzaron a capacitarse de manera autodidacta. Así, la pareja se aventuró con La Baticocada, un batido de coco, como su producto estrella. Tanto el nombre del emprendimiento como el de la bebida ya están registrados como marcas, indicó Avendaño, de 42 años.
Gracias a las habilidades de Carolina en la elaboración de repostería, añadieron opciones a base de coco al menú. Además, empezaron a colaborar con otros emprendedores que también aprovechaban esta fruta.
Avendaño compra productos de esos negocios y los ofrece en su tienda, manteniendo la marca de los fabricantes. Entre los productos se incluyen salsas, vinagre, aceite, yogures y helados.
“Nos tocó conocer al consumidor de Costa Rica, sabíamos que les gustaba el coco pero nuestra expectativa era si nuestros productos iban a ser aceptados”, afirmó por su parte Ferreira.
Tras un inicio prometedor, el emprendimiento tuvo que hacer frente a la emergencia de la pandemia de la covid-19. Sin embargo, lograron sobrellevarla, incluyendo la opción de entregas a domicilio y aprovechando la reducción del costo del alquiler del local, ubicado en San Rafael de Escazú.
En respuesta a la pandemia, ampliaron su oferta para incluir leche de coco, ceviche y mezclas congeladas para la elaboración de batidos.
En este punto, pusieron en práctica sus experiencias profesionales. Avendaño es contador y administrador de empresas, mientras que Ferreira es farmacéutica con especialidad en mercadeo.
“Nos tocó reinventarnos”, señaló Ferreira. Actualmente Avendaño se encarga de la parte operativa, enfocado en los batidos y Ferreira se dedica a la repostería y la gestión de las redes sociales.
Cocos grabados y 55 tipos de batidos
La visión empresarial de esta pareja los llevó a encontrar una oportunidad en la cáscara de la fruta, la cual ha resultado ser un éxito, según Avendaño. “Personalizamos los cocos para eventos con las marcas que nos indican”, explicó.
A pesar de que la demanda de cocos personalizados se mantiene constante, lo que realmente entusiasma a este emprendedor es tener un menú con 55 opciones de batidos. Incluso planea expandir la oferta a 100 o más tipos de bebidas a base de coco y su agua.
“Mi objetivo es que cualquier persona que quiera disfrutar de un batido de coco con cualquier fruta que se le ocurra pueda encontrarlo en nuestro negocio. Mi meta es llegar a 100 o más opciones. En todo el mundo, existe un Récord Guinness de 164 batidos en un solo establecimiento, y yo quiero lograrlo solo con batidos de coco”, comentó.
Avendaño destacó las bondades naturales de Costa Rica que permiten ofrecer una amplia variedad de frutas en sus mezclas.
Entre las opciones se incluyen algunas menos convencionales, como aguacate, mora, fresa, maracuyá, banano, cas, pitahaya y la llamada Puerto Viejo, que imita el sabor del tradicional agua de sapo del Caribe.
La fruta utilizada en el negocio se adquiere a un productor de Limón, y tanto Avendaño como Ferreira se encargan personalmente de la operación del negocio.
Aunque Avendaño recuerda con nostalgia su país de origen, junto con su esposa expresaron su agradecimiento a Costa Rica por la cálida acogida que ha recibido su emprendimiento.
Sus metas incluyen convertir a La Baticocada en un producto de consumo masivo, y tienen planes para su comercialización. Además, están abiertos a propuestas de inversión y no descartan la posibilidad de expandirse mediante franquicias.
“Seguimos teniendo la calidad que teníamos desde el día 1 que abrimos”, aseguró Ferreira quien trata al máximo de priorizar la atención de su hijo, conjugándolo con la atención del emprendimiento. “Nuestra meta es que nuestras bebidas estén entre las preferidas de los costarricenses”, concluyó.