Cuando se piensa en países que dominan la industria automotriz, es normal que se venga a la mente China, Estados Unidos, Japón o Alemania, pues estas grandes potencias abarcan actualmente la mayor parte de ese mercado. ¿Creería usted si le dicen que, en algún momento de la historia, Costa Rica también acaparó una pequeña parte de esa industria?
Hagamos un pequeño viaje en el tiempo. Hay que remontarse a la década de 1960, cuando Nora Carvalho y John Schofield fundaron la Ensambladora Automotriz S. A. en Costa Rica, en aquel entonces ubicada en Lourdes de Montes de Oca, para armar vehículos de la famosa marca británica Land Rover.
Esta empresa, representada también con el nombre Almacén Electra S.A., se dedicó al ensamblaje de diferentes modelos de esta afamada marca británica –primero llamado Serie, y posteriormente Defender– por más de una década, según contó Jorge Arturo Chin Wo Solano, quien laboró como mecánico para Electra por 14 años.
Don Jorge Arturo, quien tiene 76 años, relató que él ingresó a la empresa en 1970 con 19 años y se desempeñó en varios puestos del Almacén, vinculados al área de mecánica. Aunque no laboró directamente en la ensambladora, conoció de cerca toda la dinámica del ensamblaje.
Según el medio OverDrive Costa Rica, nuestro país fue sede de una de las pocas plantas de ensamblaje que Land Rover estableció entonces fuera de Gran Bretaña. Por esa razón, es usual que algunos vehículos de la marca de ese entonces porten placas con los nombres de Ensambladora Automotriz S. A. o Almacén Electra S. A. en la parte trasera o en sus puertas, pues fueron armados en territorio nacional.
Don Jorge relató que en Costa Rica se ensamblaron los Land Rover tradicionales, como el Serie 3, y otro modelos como el Santana. Según contó, los vehículos llegaban en cajas y eran importados desde Gran Bretaña para ser armados y pintados en el país.
“Los vehículos venían en cajas, cada caja tenía un número a la par de la palabra ‘Job’. Ese número era la serie de un mismo carro, entonces venían las puertas, los guardabarros los diferenciales, el motor, la caja de cambios, el chasis. En la empresa pintaban y armaban, porque venían en ‘premier’ (pintura de base)”, explicó Chin Wo.
Él mencionó que el proceso de ensamblaje tardaba algunas semanas para completarse, aunque no recuerda con exactitud cuánto se tomaba armar uno de los vehículos. Sin embargo, aseguró que las personas debían pagar un adelanto y esperar un par de meses para recibir el carro ensamblado.
“Recuerdo cuando se ensambló el Land Rover 5.000 y se hizo toda una fiesta”, recordó Chin Wo. En relación con los precios, dependía estrictamente del modelo, pero don Jorge afirmó que antes de entrar a trabajar en el Almacén Electra uno de sus jefes adquirió un Land Rover Serie 2 de 1969 por un precio de ¢29.500.
“Yo recuerdo que trabajaba con un señor que vendía carros, antes de llegar a trabajar con ellos en el Almacén, y la mayoría los compraban ahí en Electra. Ese señor compró un Land Rover Serie 2 nuevo del año 1969 en ¢29.500″, manifestó don Jorge Arturo.
Solamente en la parte de mecánica del Almacén Electra, donde Chin Wo fue jefe, trabajaban 46 personas, de las cuales 19 estaban especializadas en los vehículos Land Rover. Finalmente, a inicios de los 80 la ensambladora cerró sus puertas debido a un fuerte incremento en los impuestos de importación de vehículos que cerró este capítulo de la industria automotriz del país.
Los inicios
La historia de Nora y John con los Land Rover se inició mucho antes de que la ensambladora empezara a armar los vehículos en Costa Rica, en 1963. De acuerdo con un artículo de la revista Land Rover Enthusiast, de mayo del 2002, todo comenzó en 1949.
Ese año, Schofield vio la nueva Land Rover anunciada en una revista y pensó que el vehículo era ideal para el clima del país, por lo que decidió escribirle a la Compañía Rover para establecer una franquicia de la marca en Costa Rica. Al tiempo, ellos recibieron una invitación para visitar la fábrica de la empresa en Gran Bretaña.
Según la revista, luego de la visita invirtieron todos sus ahorros en un solo vehículo que fue enviado desde ese país hasta Costa Rica. Así comenzaron a importar los Land Rover, aunque ya ensamblados. No fue hasta 1963 que el Gobierno disminuyó los impuestos para los carros armados en territorio nacional, en un esfuerzo para frenar el flujo de importaciones.
De inmediato, la pareja cambió los vehículos totalmente ensamblados por las kits de Land Rover que ingresaban en cajas para ser armados en Costa Rica. Al tiempo, algunas complicaciones en la producción de los modelos británicos los inclinó a incluir también a los modelos Santana (españoles).
De acuerdo con el artículo, la fábrica llegó a ensamblar unos 5.000 vehículos, aunque otras estimaciones indican que fueron 8.000 y llegaron a vender hasta 100 carros por mes.