El investigador Luciano Ciravegna, profesor del Incae y especialista en inversión e innovación en naciones emergentes, ofrece una opinión sobria y en perspectiva de lo que implica la salida de la planta manufacturera de Intel de Costa Rica.
No es tan trágico como se ha querido vender, opina, al menos desde un enfoque “macro” del sector tecnológico nacional. Su criterio lo respalda la ejecución de una de las investigaciones más profundas del conglomerado tecnológico costarricense, publicada en el 2012 en el Journal of Latin American Studies.
¿Cuál fue el impacto de Intel en el sector tenológico nacional?
Fue un impacto “bandera”, primero. Dio credibilidad a Costa Rica En ese momento, Intel era líder del sector, porque estaba el apogeo de las PC y laptops . Luego, claramente se generó mucha exportación, un efecto macroeconómico fuerte. En la fuerza de trabajo, generó mucho, pues sí, y perder 1.500 empleos es importante, pero en el contexto de la economía de Costa Rica, ese no es el impacto principal de Intel.
Uno de los problemas de Intel es que no es líder en smartphones ni tabletas. El cambio es estructural, no necesariamente ligado con Costa Rica, pero, ¿por qué cerró acá Intel y no en otro lugar, como Vietnam?
La razón es que Costa Rica no es un destino de manufactura de bajo costo. Es un país que se ha desarrollado porque su nivel de ingreso ha subido gracias a la inversión extranjera.
”Costa Rica sigue siendo atractivo pero para actividades más especializadas, de más valor agregado y salarios más altos. Ya no tiene mucho sentido producir muchos microchips en Costa Rica, pero sí tiene sentido tener a los ingenieros que desarrollan los productos, y eso hizo Intel”.
¿Hacia dónde va el clúster tecnológico de Costa Rica?
El clúster no es el mismo que el de 1997. Cuando llegó Intel, fue una de las primeras inversiones grandes. Después vinieron muchas otras multinacionales. Más de 80. Hubo una transformación. Costa Rica pensaba, tal vez, que el clúster iba a evolucionar hacia la manufactura, como la de la compañía Intel, pero a veces esa evolución no se puede controlar.
”Se vive hoy una evolución hacia los servicios, no hacia productos de manufactura. El clúster que tenemos hoy ofrece servicios al cliente, programación, no necesariamente hardware .
“Y eso es positivo, primero, porque los servicios no sufren tanto los problemas de infraestructura del país. Y, segundo, por contaminación. En los servicios se usan más computadoras y servidores, pero no hay una fábrica. Se consume menos energía, por ejemplo”.
¿Cómo debería ser ahora la estrategia del país para venderse en el mercado global?
Debe seguirse dando un mensaje muy claro y transparente de que se trata de una nación abierta a los negocios internacionales; un país que quiere inversión extranjera; de que es un país consecuente con lo que ofrece.
”A las empresas transnacionales no les gusta cuando se cambian las políticas muchas veces, y eso Costa Rica lo ha manejado muy bien. Si el gobierno sigue la misma trayectoria no debería haber mayor problema”.
¿No es una tragedia que se fuera la planta de Intel?
Nunca es bueno que se vayan empresas, pero la tendencia del clúster va alineada con las fuerzas competitivas de Costa Rica: gente bien pagada, bien calificada, que agrega valor.
”La debilidad de Costa Rica es la logística, la infraestructura. Los servicios alínean al país con la imagen de una nación verde que tiene Costa Rica.
”Si el país sigue entrenando gente, generando nuevos profesionales, ese clúster va a evolucionar hacia los mercado de más valor agregado”.