Después de haber logrado que su emprendimiento de comidas diera frutos, los planes de Marcela Echeverría se vieron suspendidos por la emergencia que provocó la pandemia de la covid-19. Sin embargo, lejos de frustrarse, decidió reinventarse y hoy en día dirige tres pequeñas empresas bajo la marca La Gracia.
Una de estas empresas se dedica a la elaboración de rompope, que en los próximos días comenzará a distribuir en varias cadenas de supermercados.
Echeverría, de 52 años, optó por emprender en un negocio propio hace 15 años y se lanzó al servicio de catering, el cual resultó exitoso en poco tiempo. Su enfoque se centró en el segmento de clientes corporativos, brindando comida para eventos de empresas e instituciones. Todo iba sobre ruedas hasta que en 2020, con la crisis sanitaria, se vio obligada a cerrar.
“Empecé a pensar, ¿ahora qué hago? Todo estaba cerrado, no había eventos ni nada. Entonces, comencé a ofrecer comida preparada y gracias a Dios tuvo muy buena acogida. Recordemos que la gente no podía ir a restaurantes y estaba confinada en sus hogares, por lo que optaban por alimentos ya preparados”, relata la emprendedora.
Manteniendo el contacto con sus clientes corporativos, comenzó a atender pedidos especiales: canastas con golosinas, postres o repostería, además de incentivos para empleados, como cenas preparadas para familias. Fue así como surgió el que se convertiría en su producto estrella: el rompope.
La decisión por el rompope
“Me empezaron a pedir que preparara cajitas alusivas a la época navideña y ahí es donde nace el rompope. Gracias a Dios, ha tenido una excelente acogida”, asegura Marcela, quien es diseñadora publicitaria de profesión.
Sin embargo, el éxito provocó que la demanda superara su capacidad y la llevó a buscar asesoría para iniciar la producción a mayor escala, asegurando la calidad del producto. Así, una amiga especialista en tecnología de alimentos le proporcionó las instrucciones para el proceso.
Al mismo tiempo, se inscribió en un curso de mercadeo digital ofrecido por la Asociación Gerontológica Costarricense (Ageco) para personas de 45 años en adelante.
Luego, en su búsqueda por herramientas que ayudaran a impulsar sus emprendimientos, se inscribió en el programa Pasión por el Sabor, desarrollado por la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia).
Mediante un acompañamiento de nueve meses, los pequeños negocios aprenden acerca de las regulaciones de la industria de alimentos, seguridad alimentaria y mercadeo.
Al finalizar el programa, y una vez que los emprendimientos están formalizados, tienen la oportunidad de colocar sus productos en supermercados y tiendas de conveniencia.
Echeverría comenta que, gracias a la experiencia adquirida con los años, logró identificar al rompope como el producto al que apostaría para llevarlo a las góndolas de los supermercados. Esta decisión la llevó a producirlo en diferentes presentaciones y variedades.
La bebida, que elabora en las instalaciones que alquila en Altos de Guadalupe, será colocada en las tiendas del Grupo Gessa y en Auto Mercado en los próximos días. Estará disponible en cuatro presentaciones: tradicional, deslactosada, alta en proteína y baja en grasa, y sin azúcar agregada, en tamaños de 210 mililitros y un litro.
Asegura que el producto, que ya distribuye a través del colectivo de emprendedores Nancú en Nicoya, tiene una buena demanda durante todo el año.
“En este momento no hay ningún rompope que esté en góndola sin azúcar agregado o alto en proteínas”, asegura a la vez que tiene como objetivo promover su consumo como bebida nutritiva y no un producto de consumo estacional.
Tienda pick up
Doña Marcela es madre de cuatro hijos: tres varones y una mujer, con edades entre 18 y 27 años. Ellos son su fuente de motivación e inspiración. Además, cuenta con el apoyo de sus hermanos, quienes en algún momento se han convertido en inversionistas de apoyo para sus emprendimientos.
El 2 de agosto, inauguró una tienda de comida preparada para llevar (pick up) que cuenta con un catálogo digital para realizar pedidos. Esta tienda operará dos veces a la semana y también funcionará como el lugar para preparar el servicio de catering.
Su objetivo es proporcionar una alternativa saludable frente a la comida rápida.
En el mismo local, también funciona la planta de fabricación del rompope y emplea a cuatro colaboradores. Estima que la inversión en los equipos asciende a ¢6 millones.
Echeverría explica que una empresa ayuda a mantener la otra, mientras logra la autosostenibilidad financiera de cada una, que es su meta principal.
La empresaria detalla que la elección del nombre La Gracia by Marcela’s Bakery es un homenaje de agradecimiento porque a pesar de la pandemia, el servicio de catering no solo continuó, sino que se extendió a dos nuevas líneas de negocios.
“Eso solo es por gracia, por gracia de Dios verdad, porque yo solita no lo hubiera podido lograr, estoy sacando a mis hijos adelante y dejándoles un legado”, concluye.