A sus 98 años, Nora Carvalho no oculta su felicidad al recordar cómo fue que ella y su esposo, John Schofield, se lanzaron a la industria automovilística, hace más de 70 años. Fue a finales de la década de los 40 cuando decidieron probar suerte con la marca británica Land Rover para empezar a importar sus vehículos todoterreno a Costa Rica.
Doña Nora reconoce que aunque eran “unos chiquillos”, pues apenas estaban en sus veintes cuando decidieron casarse e incursionar en la venta de automóviles, se embarcaron en una aventura de la que no se arrepiente y que la llevó a vivir múltiples aventuras durante casi tres décadas.
“Estaba embarazada de mi hija Mariam, cuando mi marido decidió que él se iba para Inglaterra a pedir que nos dieran a nosotros la representación de Land Rover, que aquí nadie conocía. Total, por qué nos dieron la representación, todavía no lo sé, yo era una chiquilla muy jovencita”, explicó.
Cuando supo que les habían otorgado los derechos de importación del todoterreno británico, doña Nora buscó financiar el proyecto de inmediato. Ella relató que tenía un amigo en el Banco de Costa Rica con el que salía a bailar, al que le solicitó ayuda para gestionar un crédito por $50.000.
La cifra puede parecer insignificante si tomamos en cuento el costo actual que puede tener el fundar una empresa, más si es una industria como la automovilística, pero era una época completamente diferente. Esa cantidad de dinero, a valor presente, se estima en unos $550.000.
“No teníamos ni un cinco para traer los Land Rover, pero yo les dije que conseguía la plata. Me voy al Banco de Costa Rica, tenía un amigo que bailaba conmigo, y le dije ‘necesito que me prestés ya, ya, $50.000′. Él me respondió que cómo iba a pagar eso y le respondí que yo lo iba a pagar” contó doña Nora.
Finalmente les aprobaron el crédito y así fue como, tiempo después, empezaron a importar los primeros vehículos Land Rover, los cuales, según comentó doña Nora, eran totalmente desconocidos para la época en el territorio nacional.
Fue a principios de 1949 cuando doña Nora y don John entregaron el primer Land Rover por medio del Almacén Electra, bajo el cual empezaron a importar el todo terreno británico. Carvalho recuerda que ese primer vehículo lo vendieron en ¢18.500 y que era usual que las personas detuvieran a los propietarios para admirar el carro.
“Trabajábamos muy duro hasta la noche. En ese tiempo éramos muy poquitos habitantes en Costa Rica, pero no sé por qué tuvimos tanta suerte con el Land Rover, todo mundo se volvió loco y yo más, por supuesto. Íbamos a todas partes del país y la gente quedaba maravilla, nos querían dar dinero para que les guardáramos uno”, mencionó doña Nora.
Así fue como fueron construyendo, poco a poco, su empresa de importación de vehículos hasta consolidarla en Costa Rica a punta de mucho esfuerzo y trabajo, bajo el nombre de Almacén Electra. Años después fue que fundaron la Ensambladora Automotriz, que se encargaba de armar los vehículos en Costa Rica.
Nacimiento de Ensambladora Automotriz
Doña Nora y don John ya tenían poco más de una década de importar los vehículos ensamblados desde Reino Unido hasta Costa Rica, cuando decidieron ir más allá con una idea mucho más ambiciosa para aumentar la producción y satisfacer la demanda: armar los carros en el país.
“Primero nos dieron la distribución, en ese entonces podíamos traer seis armados, no existía el ensamblaje ni nada de eso, pero empezamos a hacer loco. Compramos un edificio en Lourdes, Montes de Oca, que se llamó Ensambladora Automotriz y ahí empezamos a construir los Land Rover”, afirmó doña Nora.
Las puertas de la ensambladora se abrieron en 1963. Para ese entonces el precio de los vehículos oscilaba entre los ¢40.000 y ¢47.000. En el país se ensamblaron los Land Rover tradicionales, como el Serie 2 y 3, y otros modelos como el Santana.
Los vehículos llegaban en barco a Costa Rica y eran trasladados en cajas de madera, importados desde Gran Bretaña. En cada uno de los viajes las embarcaciones podían traer hasta 24 Land Rover empacados y listos para ser completamente armados y pintados en el país.
Ella recuerda que para poder establecer la ensambladora enviaron algunos mecánicos a Reino Unido para que se capacitaran y pudieran armar los vehículos en Costa Rica. Ese grupo que viajó a Europa después se encargó de enseñar a los trabajadores que se quedaron en el país y ese conocimiento ha pasado de generación en generación.
La mayoría de los vehículos eran adquiridos por agricultores, los cuales pagaban una parte y después cancelaban a pagos el resto del monto. Según doña Nora, siempre mantuvo el orden en sus finanzas y era muy estricta con los créditos, por lo que nunca le quedaron mal ni ella lo hizo con sus préstamos.
Pese al éxito que tuvo su negocio por poco más de tres décadas, el aumento de los impuestos a las importaciones durante el gobierno de Rodrigo Carazo, a inicios de los años 80, obligó a la ensambladora a cerrar sus puertas tras haber traído unos 35.000 Land Rover al país, calcula esta empresaria.
Mujer pionera
Doña Nora nació en Panamá, donde pasó parte de su niñez, pero sus padres decidieron venirse a Costa Rica y finalmente terminó haciendo su vida en el país. Acá fue una mujer pionera en muchos sentidos, pero principalmente en el campo de los negocios y el deporte, dos mundos que para ese entonces eran dominados por los hombres.
Ella reconoce que fue gracias a su firma carácter que pudo sobrellevar esa tarea, pues siempre estuvo rodeada de hombres en sus labores. Incluso, en algunas de las fotografías que preserva, se puede observar cómo ella era la única mujer que figuraba en los eventos de su empresa.
“Yo cuando me proponía algo lo hacía, nunca me importó. Yo no sabía nada de negocios y me metí, ahí seguí. Yo creo que nunca me retiré, siempre he querido hacer negocios como sea”, expresó doña Nora, quien dejó de trabajar hace 18 años, cuando se concretó la venta de la Compañía Mercantil, empresa heredada de sus padres.
Doña Nora estudió hasta sexto grado en la Escuela Unificada República del Perú, es su único título; sin embargo, con alegría mencionó que todo lo aprendió con ayuda de sus amigos y que siempre tuvo una pasión por aprender cosas nuevas.
“Yo nunca fui bachiller, estuve en el Colegio de Señoritas y después en el de Sión, pero nunca saqué bachillerato, porque según yo me iba a hacer monja. Jamás cogí un libro de contabilidad, ni de nada, aprendí con mis amigos todo, siempre quería aprender algo nuevo”, expresó doña Nora.
Carvalho no solo fue pionera en los negocios, pues ella se convirtió en la primera mujer en llegar por tierra a Limón en un vehículo, que en este caso fue su adorado Land Rover. Ella maneja desde los 13 años y se encargó de planear y dirigir la primera caravana de 10 carros de la marca que llegó a Limón por vía terrestre, en 1969.
En aquel entonces, le consultaron por qué había decidido emprender la aventura y su respuesta es una muestra de la firmeza de su carácter. “Quise ir a Limón en esas condiciones porque me gusta, y quizás para demostrar que no sólo los hombres pueden hacer este tipo de cosas, sino que nosotras también somos capaces”, dijo doña Nora.
Ahora, más de 50 años más tarde, doña Nora contó que aprovechó que su esposo se fue a Inglaterra para “hacer una diablura” y le dijo a “sus muchachos”, como les decía de cariño a sus empleados, que fueran a Limón por tierra, cuando todavía no había carretera.
Además de su pasión por los vehículos, doña Nora también es una amante de la pesca. Ella fue la primera mujer en pescar un marlín blanco en Costa Rica. “Cuando desconectaba de la ensambladora me iba a pescar, ahí nadie me molestaba, allá estaba y no hacía nada más”, afirmó.