Pocos podrían imaginarse que una especie de pez mueva a gran escala la economía. Eso sucede con el atún en Costa Rica, el valor comercial de la captura durante el 2022 se calcula en ¢31.163 millones, monto que creció 30% respecto al año anterior. Es un rubro que genera miles de empleos, casi $10 millones (¢6.020 millones) en exportaciones en fresco o refrigerado, y $150 millones a la industria enlatadora (¢90.300 millones).
En el proceso de pesca y procesamiento se involucran varios sectores, cada uno con sus particularidades pero que convergen alrededor de este pez migratorio de la especie de los pelágicos, que se caracterizan por vivir cerca de las superficies del océano.
En Costa Rica, desde agosto de 2022, el atún fue declarado por ley, como recurso estratégico para el desarrollo nacional. ¿Pero cómo funciona este sector? La Nación conversó con los involucrados de una actividad que ha visto incrementado el volumen de desembarque en 78% en los últimos 10 años, según datos oficiales.
Cifras del Instituto Costarricense de Pesca (Incopesca), indican que el desembarque de atún pasó de 11,33 millones de kilos en el 2013 a 20,19 millones en 2022.
La captura se realiza, principalmente, por medio de dos métodos o artes: la pesca de cerco, autorizada para embarcaciones de bandera extranjera encargadas principalmente de proveer a la industria procesadora (enlatadora) y por palangre , utilizado por pescadores nacionales que abastecen al sector exportador y al mercado nacional.
La pesca de cerco es realizada por embarcaciones de gran potencia que utilizan una gran red de cerco que lanzan al mar para la captura, mientras que el arte del palangre coloca líneas de anzuelos sostenidas por boyas en la superficie.
La recolección por cerco
La autorización de pesca para embarcaciones extranjeras se inició en 1975, con la promulgación de la Ley 5775, conocida como Ley Ferreto, apellido del exdiputado Arnoldo Ferreto, originario de Puntarenas, quien la impulsó. Han pasado casi 50 años y aún Costa Rica no cuenta con embarcaciones de bandera nacional.
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Los barcos de bandera extranjera para la pesca de atún, con la legislación vigente, son los únicos que tienen permiso pescar en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Costa Rica, designada, salvo con esta excepción, para pescadores nacionales, explica Heiner Méndez, presidente ejecutivo de Incopesca.
La ZEE tiene una extensión equivalente a 11 veces el tamaño del territorio nacional. Estas embarcaciones, con la entrada en vigencia de la Ley N.º 10.304, Ley para recuperar la riqueza atunera de Costa Rica y promover su aprovechamiento sostenible en beneficio del pueblo costarricense, vigente desde agosto del 2022, no pueden pescar en las primeras 80 millas cerca de la costa ni de las zonas especiales como el Parque Isla del Coco.
Méndez indica que con esto se pretende buscar la armonía entre las diferentes flotas que pescan en el océano y se controla exigiendo a las embarcaciones de cerco contar con dispositivos de control satelital que supervisa Incopesca para que no ingresen a zonas restringidas.
Los barcos con red de cerco, funcionan en el marco de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), órgano técnico científico para el Océano Pacífico Oriental, que va desde las costas de América hasta las de Asia, que determina los inventarios aprovechables del atún y especies afines en esta parte del planeta. Para las otras regiones funcionan organismos similares.
Méndez sentencia que el atún es tico siempre y cuando se capture en Costa Rica, porque es una especie migratoria con ciclos biológicos en toda la costa del Pacífico Oriental y si no se pesca en estas jurisdicciones “simplemente se va a otros países”.
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derechos del Mar, determina que los estados parte pueden aprovechar los recursos que están dentro de su ZEE o en las aguas internacionales que son patrimonio de la humanidad, es decir no están en los límites territoriales de ningún país.
Para lograr la pesca en Costa Rica, las embarcaciones de bandera extranjera requieren una licencia que es autorizada por Incopesca.
Una vez que las embarcaciones tienen la licencia de pesca de Costa Rica están obligadas a entregar el producto a las industrias procesadoras nacionales. La condición para otorgarla es que debe haber un contrato previo entre la embarcación y la industria que toda la captura que haga durante la vigencia de la licencia se va a entregar en Costa Rica, explica Méndez.
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Las embarcaciones autorizadas actualmente oscilan entre tres o cuatro. “La cantidad depende de las necesidades de materia prima de la industria procesadora y del volumen autorizado que tiene Costa Rica en la ZEE, agrega. La licencia tiene una vigencia de pesca durante 60 días naturales.
Costa Rica, sin embarcaciones de cerco
Pero, ¿por qué Costa Rica después de varias décadas no cuenta con embarcaciones para la pesca de cerco? Todos coinciden que es por asuntos de costos.
Méndez considera que eso ha sido un tema histórico complicado para el país. “No hemos logrado generar las condiciones o la atracción necesaria para estas embarcaciones, son embarcaciones muy caras”.
Mientras que el jerarca del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), Víctor Carvajal, señala que es un tema tributario. “Resulta más atractivo tener su empresa en determinado país, es un tema empresarial dónde quieren embanderar, muchos están en Panamá”, y agrega que igual sucede con barcos recreativos.
En tanto, Hellen Arroyo, directora Ejecutiva de la Cámara Nacional de Exportadores de Productos Pesqueros y Acuícolas (Canepp), estima que es por falta de financiamiento, pues un barco de segunda mano cuesta $17 millones, aproximadamente.
Méndez asegura que hay algunos países interesados en que sus empresas vengan a establecer una flota con bandera costarricense, entre ellos España. También a nivel nacional hay interés, comenta.
“Son inversiones de muchos miles de dólares son embarcaciones muy tecnificadas, inclusive con helicopteros (para visualizar las manchas de cardúmenes de atún) hay dos o tres personas que me han manifestado interés en traer embarcaciones”, agrega.
El funcionario detalla que Incopesca ya cuenta con la normativa pero preparan, junto a otras instituciones, el procedimiento técnico de embanderamiento para estos medios de transporte.
Descarta de plano que se pueda construir una embarcación en Costa Rica. “Seamos claros, aquí nosotros no tenemos capacidad de dique para construir una embarcación de este tipo, es parte de los mitos que se construyen en el ideario popular, estás embarcaciones son grandes, no hay capacidad, la inversión estamos hablando de millones de dólares, $20 o $30 millones”.
En tanto, Carvajal, jerarca del MAG, asegura que hay interés para esto. “No es algo tan sencillo a la hora que uno lo quiere implementar sino que llevará su tiempo y hay que mejorar muchísimas cosas”.
La industria enlatadora
El producto capturado por los barcos por pesca de cerco es vendido a la industria enlatadora. Asdrúbal Vásquez, presidente de la Cámara de Atuneros de Costa Rica (Catun), que agrupa a este sector, señala que esta industria funciona desde hace siete décadas.
Son abastecidos actualmente por los tres barcos de cerco autorizados por Incopesca. Junto al atún acopian en el país las materias primas utilizadas, como el aceite y los vegetales que agregan en algunas presentaciones que comercializan.
Este sector procesa entre 18.000 y 20.000 toneladas al año y con toda la cadena de valor involucrada es una industria que genera más de $150 millones al año, señala Vásquez.
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En Costa Rica operan dos empresas: Alimentos Prosalud, la más grande del país conocida por su marca Sardimar, y la Compañía Enlatadora Nacional que procesa la marca Reina del Mar.
La industria también maquila para terceros que tienen sus propias marcas, por lo que estima que el 80% de la oferta nacional es garantizada por estas empresas, el resto son importaciones, principalmente de El Salvador con la marca Calvo.
Méndez aclara que la industria nacional no tiene un trato tributario especial por lo que compite con las importaciones en igualdad de condiciones.
El sector genera en la zona de Puntarenas un promedio de 3.600 empleos directos, en su mayoría mujeres.
“La industria atunera de conserva es la mayor generadora de mano de obra en el Pacífico Central, porque también incluye la mano de obra utilizada en la descarga del producto, un barco puede descargar en tres turnos de 8 horas y se requieren 40 operarios en cada uno, además de los servicios de transporte, de frigoríficos y los servicios técnicos especiales”, asegura.
El principal mercado es el nacional y resto de Centroamérica, pero además se exporta a unos 20 países, entre ellos Estados Unidos y Europa.
Méndez explica que solo hay dos empresas debido a que es una industria con alto requerimiento tecnológico y las empresas que lo han intentado no logran subsistir por la alta competitividad que existe en la industria de las conservas de atún en el mundo.
El arte del palangre y el pescado fresco
El otro sector protagonista en esta actividad, es la pesca con el arte del palangre, la flota calculada entre 300 a 350 embarcaciones, es totalmente nacional. Ellos venden el atún a las empresas exportadoras que comercializan el pescado fresco o congelado, principalmente en Estados Unidos. También abastecen al mercado nacional.
Este tipo de pesca garantiza especímenes de mejor calidad y tamaño, pero el interés mayor es colocarlo con las exportadoras, comenta Mauricio González, director Ejecutivo del Sector Palangrero Nacional.
La razón de esto es porque el precio logrado por kilo con las exportadoras oscila entre ¢4.000 y ¢5.000, mientras que en el mercado nacional lo colocan en ¢1.200.
La pesca con este arte se realiza en toda la costa del Pacífico en las zonas de Quepos, Cuajiniquil, Puntarenas, Golfito y Playa del Coco. González aclara que no solo se dedican a la pesca de atún, sino que con el palangre pueden pescar otras especies, las principales son tiburones, pez dorado, picudos y en menor escala el atún.
Para la captura deben cumplir una serie de regulaciones relacionadas al transporte marítimo, la pesca y aspectos medioambientales.
Gustavo Valverde, director General y Operaciones de la exportadora Frumar, compra el atún al sector palangrero pero explica que para la empresa y, en general para los exportadores, el atún no tiene ninguna diferencia respecto a otras especies.
“Literalmente los pescadores salen a pescar y lo que viene es lo que traen. Todas las exportadoras reciben la producción de la misma manera, barcos artesanales de Costa Rica que llegan a los muelles y se les compra el producto que traen”, explica.
Indica además que los precios pagados a los pescadores varían diario en cada una de las especies y son cancelados por kilogramo.
De acuerdo con datos de la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer), durante 2022, las exportaciones de pescado fresco, refrigerado y congelado totalizaron 5.434,3 toneladas (se incluyen las de atún), con un valor de $41,75 millones.