La decisión de ahorrar e invertir en el negocio durante 19 años fue la base sobre la cual el restaurante Bocadito del Cielo, en Cervantes de Cartago, se apoyó para soportar el impacto de la pandemia, de los cierres para evitar el contagio y los temores de las familias para visitar ese tipo de locales.
Ese sentido de inversión permitió que, en mayo del 2020, en plena pandemia, el negocio gastronómico se trasladara a un local mucho más amplio, a 30 metros del edificio original. “Este lugar nos tiene vivos”, dice el propietario José Mena.
En ese nuevo local hay espacio para 800 personas y un centro de convenciones para 1.000 personas. Así que, pese a las reducciones de aforo, Bocadito del Cielo pudo seguir recibiendo a 400 personas simultáneamente.
El nuevo local se comenzó a construir mucho antes de la pandemia. Es parte de la estrategia de la familia propietaria para reinvertir siempre alrededor del 50% de las ganancias. Así se hizo durante los 19 años de vida del negocio familiar.
Y en un momento sumamente difícil, las nuevas instalaciones resultaron la salvación, aduce Mena.
Pero dice que también hubo una combinación de factores: el trabajo de la familia y de los colaboradores, que el 80% de los clientes sean frecuentes, el sitio donde están ubicados y la atracción de gran cantidad de clientes de toda la zona central del país.
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Este resultado es aún más notable frente a las dificultades que la pandemia ha traído al sector de comidas en Costa Rica.
De acuerdo con los datos de la Cámara Costarricense de Restaurantes y Afines (Cacore), unos 5.000 locales de un total de 19.000 que había en Costa Rica, no lograron reabrir en el 2020, luego de la relajación de las medidas sanitarias adoptados para enfrentar la covid-19. Esto incluye bares, sodas y restaurantes.
A partir de diciembre se ha dado algún repunte, pero Cacore todavía no tiene datos de un censo más reciente.
La situación del año pasado causó la pérdida de unos 8.000 empleos, con corte a noviembre, una cantidad de plazas que difícilmente se podrá recurperar, según ese gremio.
Pese a la situación general del sector, el éxito del negocio gastronómico en Cervantes es tal que, desde hace dos meses, Mena y su familia comenzaron con remodelaciones pequeñas (pintura del edificio, pintura de parqueos, instalación eléctrica) al antiguo local, pues la intención es abrirlo en el Día del Padre, este 20 de junio, si las medidas del Gobierno lo permiten.
Con los dos locales, la familia espera tener espacio disponible simultáneo para unas 550 personas, a 50% de capacidad, pues se espera mucha afluencia para esa celebración.
Visión futurista
Aparte de incrementar la capacidad para recibir clientes, las nuevas instalaciones pretenden captar un segmento de mercado para el cual no había oferta de servicios en Cartago.
Se trata del salón de eventos o sala de conferencias, que tiene capacidad para 1.000 personas y ofrece 500 puestos de estacionamento.
“Estamos en una región donde, las escuelas y colegios, realizan actividades de graduación y otras al oeste de la capital, en el cantón de Belén de Heredia, por ejemplo, porque aquí no encontraban opciones”, explicó Mena.
Eso implica, agregó, que ese mercado de reuniones y eventos está completamente abierto para la provincia de Cartago y sus alrededores.
Por eso, uno de los objetivos fue captar ese tipo de clientes (centros educativos, empresas, compañías promotoras) que realizan eventos, convenciones y reuniones en un sitio de gran impacto por la belleza natural escénica.
Mena aseguró que a su negocio asiste, por ese atractivo natural y por otras razones, una gran cantidad de clientes de diversas zonas del área central del país. La mayoría llegan por referencia de otros visitantes, dijo el dueño del restaurante que abrió el 12 de mayo del 2002.
El lunes que concedió la entrevista, el empresario reveló que el día anterior, domingo 30 de mayo, había sido de gran movimiento. Calculó que llegaron entre 600 y 700 personas. Una de las razones, consideró, fue la campeonización de Saprissa en el fútbol de la primera división.