Cada vez más mujeres participan en el mercado laboral, pero también cada vez hay un mayor porcentaje de ellas que enfrentan subempleo, que trabajan en ocupaciones no calificadas, que ganan menos del salario mínimo y que laboran sin seguro social.
Según la Encuesta Continua de Empleo, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el subempleo femenino (las que laboran menos de 40 horas a la semana aunque quisieran laborar más), pasó de 10% en el primer trimestre del 2011, a 16% en el segundo trimestre del 2013. Además, quienes laboran en puestos no calificados subieron de casi 26% en el segundo trimestre del 2011, a 30% en el primero del 2013.
Las que ganan menos de un salario mínimo pasaron de 17% en el primer trimestre del 2011, a 23% en el primer trimestre de este año, y la parte sin seguro social subió de 36% a 41% entre el segundo trimestre del 2011 y el primero del 2013.
El investigador de la Universidad de Costa Rica, Pablo Sauma, resaltó que si se comparan las cifras absolutas del primer trimestre del 2011 al primer trimestre del 2013, se obtiene que cerca de 117.000 mujeres consiguieron trabajo: 70.624 obtuvieron puestos de calificación media y 45.622 no calificados.
Efecto en pobreza. El aumento en el porcentaje de puestos no calificados también se puede ver del lado positivo, pues generalmente son puestos para mujeres pobres.
No obstante, según el investigador del mercado laboral, Juan Diego Trejos, esta tendencia no necesariamente alivia la pobreza, pues muchas consiguen trabajo porque el hombre proveedor dejó el hogar.
Trejos explicó que estas tendencias se observan en las dos últimas décadas. Detalló que, contrario al pasado, ahora ingresan más mujeres con menor educación para elevar los ingresos del hogar.
“Esta necesidad de apuntalar los ingresos familiares responden a cambios en la configuración de los hogares (más con jefatura femenina por el hombre ausente) y problemas de generación de empleo y mejoramiento de los ingresos en general”, señaló Trejos.
El investigador Miguel Gutiérrez añadió que, también en tiempos de desaceleración económica, una estrategia de supervivencia de los hogares es incorporar a otros miembros, por lo general no calificados, al mercado de trabajo.
Trejos consideró que la incorporación de las mujeres al trabajo se da sin tener resuelto el cuido de los hijos, por lo que se hace a tiempo parcial y como trabajadoras por cuenta propia (vendedora ambulante) o en servicio doméstico, lo cual explicaría el aumento del subempleo y del empleo informal.