¿Cuando piensa en ropa de segunda mano qué es lo primero que se le viene a la mente? Probablemente sean las famosas tiendas de “ropa americana”, muchas cajas y el trabajo exhaustivo que hay que hacer para encontrar buenas prendas a precios bajos.
Tres emprendedoras dieron nuevos aires a este negocio. Ellas se encargan de encontrar “joyas” al explorar por horas dentro de diversas tiendas de segunda, e inclusive, al recircular atuendos y accesorios de personas que ya no los utilizan.
Ellas hacen el proceso de lavado e incluso curaciones para luego promocionar la ropa en sus redes sociales.
La clave de estas tiendas es: darle una segunda oportunidad a prendas que están en excelente estado y venderlas a precios asequibles.
Este es el trabajo de Melissa Neal, quien es la fundadora de Curate by Amore & Mocca.
“La moda es cíclica, la moda actual se inspira constantemente en los ochentas y noventas, y la mejor noticia para modelos de negocio como el mío es que lo que está de moda es lo que esencialmente podemos encontrar en una tienda de ropa americana", explicó Neal.
Así que en lugar de producir ropa, para ella la mejor opción es buscar la ropa que se utilizó en esas décadas e intentar mostrarla visualmente atractiva al consumidor.
El trabajo de Neal se basa en “cazar” las mejores prendas provenientes de tiendas de ropa americana y que se adecuen a las tendencias de moda actual, así como el lavado especial y luego tomarles fotografías para subirlas a sus redes sociales.
La emprendedora dedicó un espacio dentro de su hogar para tener una especie de estudio fotográfico y así ofrecerle a los clientes una buena experiencia visual de las prendas. Una vez en la web, ella especifica la composición, marca, detalles e información de la ropa.
Los rangos de precios que se manejan en Curate by Amore & Mocca van desde los ¢5.000 a los ¢10.000. En ocasiones, también ofrece prendas de alta costura de diseñadores como Christian Dior a ¢35.000 y Escada a ¢40.000, por ejemplo.
La tienda también ofrece la opción que las clientas se prueben las prendas y conozcan la mercancía disponible. Neal ofrece citas los viernes y sábado; con la posibilidad de pagar en efectivo y con tarjeta.
Otra oportunidad
Bajo este mismo modelo opera Botón Rosa, un emprendimiento fundado por Amanda Jiménez, quien es una mujer apasionada de la moda y que busca los mejores precios en prendas que se encuentran en las diferentes distribuidoras.
“Soy fan de las americanas desde los 14 años, nunca fui por necesidad, sino porque hay mucha ropa que no voy a encontrar en ningún otro lugar”, comentó Jiménez.
Todo el proceso de lavado, planchado y producción fotográfica está en manos de Amanda. En caso que alguna prenda requiera de algún trabajo de curación, su hermana que es costurera se la efectúa.
Los precios que se manejan en Botón Rosa oscilan entre los ¢3.000 y ¢10.000.
“La cantidad de ropa que se desperdicia es exagerada. La ropa americana al ser vintage es totalmente diferente, es de gran calidad. Hay que darle una segunda oportunidad a estas prendas”, afirmó Jiménez.
Adriana Vargas, es comunicadora de mercadeo y diseñadora gráfica, pero además es la dueña de Trendy Hunt, un negocio que también se dedica a la venta de ropa de segunda, pero la diferencia es que las prendas no provienen de ropa americana.
“Todos nuestros artículos provienen de closets de mujeres de nuestra comunidad, son prendas que las chicas no utilizan por distintas razones, por ejemplo, cambio de talla, cambio de trabajo, mudanza fuera o dentro del país o incluso, acumulación. En Trendy Hunt promovemos dejar de acumular artículos que no se están utilizando y darle una segunda oportunidad con alguien más”, señaló Vargas.
En Trendy Hunt se efectúa un proceso de aplanchado a vapor previo a la sesión de fotográfica que se mostrará en redes sociales. Ninguna pieza es alterada.
El público meta de este negocio se basa en mujeres de los 25 a los 45 años, trabajadoras, que conocen de marcas y son amantes de las tendencias. “Tanto las que venden como las que compran, saben aprovechar oportunidades inteligentes de consumo”, añadió.
La idea de crear este tienda nació porque según relata Vargas, ella fue en algún momento una acumuladora de prendas y artículos que ya no utilizaba, pero que estaban en una condición impecable. Así vio una oportunidad de generar ingresos.
Las emprendedores coinciden en que las personas viven en una época en donde el consumo consciente ha aumentado. Los consumidores buscan precios bajos y de buena calidad, al tiempo que desean contribuir con el medio ambiente, y la reutilización de prendas es una forma de hacerlo.
Este tipo de ventas generan la oportunidad de tener prendas únicas que se fabricaban hacen años y que tomaban muchísimo en cuenta la calidad, relató Neal.
"Es increíble ver todos los detalles de una ropa vintage, los botones, estampados... Lo mejor de todo es que este tipo de construcciones son casi imposible de conseguir en la actualidad”, mencionó esta empresaria.