Esta columna aparecerá en este periódico una vez más, el lunes 24 de junio y luego se descontinuará su publicación. Agradezco a La Nación que hayan sido sus anfitriones. Reconozco todos los esfuerzos de jefes de la sección en la cual se publica, de los correctores de estilo que deben haber corregido muchos de mis errores y de otros cuyas funciones son logísticas. Valoro el ambiente de respeto mutuo y libertad en el cual hemos convivido. Nunca una restricción, nunca una insinuación, nunca una cortapisa. Considero de justicia mencionar que fue gracias a la invitación y al entusiasmo inicial de la señora Marcela Angulo, que me vi en medio de esta fecunda experiencia.
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Tal vez a los lectores les interese saber por qué escribo esta columna. He dedicado a la docencia universitaria más de 30 años. Mi trabajo en las empresas como consultor por 40 años ha estado enfocado en diseño estratégico, trabajo en equipo, gestión del cambio, desarrollo de personas, gestión de acuerdos. He compartido este esfuerzo con peones y capataces bananeros en una empresa multinacional, en procura de mejorar la calidad; y con grupos gerenciales en un banco estatal, acompañándolos a diseñar la primera estrategia que tuvo esa institución.
Eso me ha dado conocimiento y experiencia sobre lo que funciona o no funciona, en las empresas y en las personas, cuando se proponen metas, cuando enfrentan problemas o cuando se ven en la necesidad de mejorar la convivencia. Todo esto lo he tratado de presentar en un lenguaje que sea accesible a un gran número de lectores, sin distingos de formación. Los más de 1.000 artículos publicados, son un destilado de actitudes, buenas prácticas, buenos hábitos que contribuyen a la eficacia y al desarrollo de las personas. En cuanto a temas he escrito entre otras cosas sobre liderazgo, comunicación, cambio, innovación, trabajo individual, trabajo en equipo, educación, política y espiritualidad.
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Muchos lectores han sido muy generosos en su valoración de la columna y en los elogios que a menudo le hacen. Se de muchos que recortan y coleccionan los artículos. De docentes que los utilizan en sus clases. De ejecutivos de empresas que los convierten en ocasión de diálogo formativo con sus colaboradores. A esos lectores les informo que continuaré el esfuerzo que inició y apoyó La Nación. Toda la colección de artículos queda recogida en la página web alvarocedeno.com. Continuemos esta conversación ahí.
acedenog@gmail.com