Definir con claridad los objetivos de la política económica será clave para el nuevo Gobierno pues el país camina cerca de un terreno peligroso.
Costa Rica tiene un alto endeudamiento, déficit fiscal y comercial significativos y casi la mitad de los créditos están otorgados en dólares.
La deuda total del sector público del país ronda el 55% de la producción, por encima de los estándares aceptados internacionalmente que sugieren como máximo un 50%.
Si las tasas de interés internas o externas suben mucho el endeudamiento puede crecer a niveles más peligrosos.
La semana pasada la Reserva Federal de Estados Unidos subió sus tasas y podría aplicar nuevos aumentos.
El país también mantiene un significativo déficit fiscal (exceso de gastos sobre ingresos) y déficit en la cuenta corriente (exceso de importaciones de bienes y servicios sobre las exportaciones).
Para este año el déficit fiscal representará un 3,4% de la producción y el de cuenta corriente un 4,6%, según estima el Banco Central.
Nuevos aumentos en los precios del petróleo podrían afectar más la cuenta externa.
A esta situación se suma la dolarización de los créditos que implica un riesgo cambiario para las personas y para el sistema financiero.