Víctor Barquero, un adulto mayor de 73 años, vive con su esposa y su nieto en el cantón de Cartago. Ellos se mantienen con el salario de su nieto, quien es misceláneo, además de la pensión mensual de ¢82.000 de don Víctor y lo que él pueda generar ocasionalmente por la corta de zacate o la confección de estatuas de la Virgen de los Ángeles.
Don Víctor explicó que los ingresos mensuales del hogar no superan los ¢480.000, y deben hacer frente a los recibos de agua, luz, alquiler, pagar alimentación, además de otros gastos temporales que surjan, como medicamentos.
“La pensión es apenas para pagar el agua y la luz. Mi nieto y mi hijo, que me ayuda, son los que se encargan de pagar la casa y lo que sobra para comidilla. Ellos se encargan de la casa, yo me encargo de los recibos”, explicó Barquero.
Con todos los ingresos y ayudas, la familia de don Víctor apenas cubre las necesidades básicas generales; eso la ubica en un grupo vulnerable de 230.119 hogares en riesgo de caer en la pobreza. Esta población representó el 13,3% de los hogares en el 2022, que se suma al 23% que ya eran pobres para ese año.
Estas y otras cifras fueron reveladas en el informe del Programa Estado de la Nación del 2023, cuyos resultados se publicaron este jueves 23 de noviembre. El estudio más reciente destaca que entre el 2021 y 2022, la proporción de hogares vulnerables de caer en la pobreza por ingresos aumentó del 12,6% al 13,3%.
El porcentaje del año pasado es el segundo más alto desde el 2010, solo superado por el 13,9% registrado en el 2020, justo cuando la pobreza alcanzó al 26,2% de los hogares, en medio de la pandemia por la covid-19.
Natalia Morales Aguilar, investigadora del Programa Estado de la Nación, explicó que uno de los motivos del aumento es que algunos hogares de clase media disminuyeron sus ingresos, lo que les llevó a formar parte de los hogares vulnerables. Además, sugirió que los hogares que dejan de ser pobres pasan a ser vulnerables, mientras que aquellos que ya eran vulnerables no logran mejorar su situación.
“Tenemos un problema importante de incapacidad de bajar la pobreza a menos del 20% y de incapacidad de bajar el número de hogares vulnerables”, destacó la especialista.
Hogares al filo de la navaja
El Estado de la Nación considera como hogares vulnerables a todos aquellos cuyos ingresos por integrante (per cápita), logran superar la línea de pobreza (LP) pero son inferiores a 1,4 veces esta línea.
La línea de pobreza se establece a partir del costo de la canasta básica alimentaria más un monto adicional para cubrir otras necesidades. Este parámetro se calcula anualmente con la Encuesta Nacional de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
En el 2022, la línea fue de ¢128.406 en zonas urbanas y ¢99.140 en zonas rurales. Los hogares cuyos ingresos no alcanzaron a cubrir ese monto se consideraron pobres, mientras que aquellos cuyos recursos no fueron suficientes ni siquiera para satisfacer el costo de la canasta básica alimentaria se ubicaron en la extrema pobreza.
Esto quiere decir que en la zona rural, los hogares con ingresos entre ¢99.141 y ¢138.796 por integrante eran considerados vulnerables. En la zona urbana ese rango se ubicó entre los ¢128.407 y los ¢179.768 per cápita.
Como se indicó, el año pasado 23% de los hogares (399.439) eran pobres y 13,3% (230.119) estaban en riesgo de serlo. Sumados ambos grupos, significa que uno de cada tres hogares costarricenses enfrentaba alguna dificultad o debilidad a la hora de satisfacer sus necesidades básicas, para un total de 629.558.
Empleo, costo de vida y programas sociales
Factores como el empleo, los aumentos en el costo de la vida y el acceso a los programas sociales presionan a favor o en contra de entrar en la pobreza.
Morales explicó que la principal razón para que los hogares caigan en vulnerabilidad es la falta de empleo o la falta de trabajos de calidad, ya que esto excluye a las familias de tener un ingreso estable que permita salir de esa condición.
La investigadora señaló que, tras la pandemia, hubo una destrucción masiva de empleos informales, y este tipo de trabajo no se logró recuperar, además de que el trabajo formal que se ha creado desde la crisis sanitaria no logra absorber a la población vulnerable.
Ronulfo Jiménez, economista e investigador en pobreza y distribución del ingreso, recordó que el mercado laboral no se ha recuperado tras la pandemia, tanto en la creación de empleo como en los salarios reales de trabajadores dependientes e independientes.
El estudio destaca que la pobreza y la vulnerabilidad pueden variar no solo por el comportamiento del ingreso per cápita del hogar, sino también por el costo de la canasta básica alimentaria (CBA). Si la canasta básica se encarece, a los hogares les alcanza menos el dinero para otros gastos como alquiler o educación
Sobre este aspecto, Luis Oviedo, investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, explicó que la inflación fue determinante para el aumento de hogares vulnerables, ya que una parte importante de sus ingresos provienen de transferencias como pensiones, las cuales no aumentaron recientemente.
En el 2022, debido al aumento en el costo de la vida, el costo de la canasta básica alimentaria se incrementó en 16,4% respecto al 2021, superando incluso el aumento del 101% del índice general de precios al consumidor (IPC), según el PEN. El año anterior, la inflación alcanzó un pico máximo del 12%.
Jiménez explicó que debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, los segmentos de transporte y alimentos experimentaron aumentos considerables en los precios, lo que afectó aún más a los hogares pobres y vulnerables.
Morales añadió que las transferencias de programas sociales también tienen un peso importante y que, si los recortes presupuestarios en la política social se consolidan, el porcentaje de familias en riesgo podría aumentar aún más.
Oviedo indicó que entre el 2021 y 2022, esos programas sufrieron recortes significativos, lo que resultó en menores ingresos para las familias pobres y algunas en situación de vulnerabilidad.
Ingresos de los hogares deben crecer más rápido
Para reducir el porcentaje de hogares vulnerables y su riesgo de caer en la pobreza, el estudio resalta la necesidad de que los ingresos de esas familias crezcan a un ritmo mayor al promedio nacional y de manera sostenida en el tiempo.
Ambas condiciones son más probables cuando este crecimiento está asociado a empleos de calidad, especialmente para la población no calificada.
Sin embargo, Morales destacó que la baja tasa de desempleo presentada durante el 2023 no se traduce en mayores oportunidades de empleo, por lo que es necesario recuperar y superar la cantidad de puestos que existían antes de la pandemia.
Al mismo tiempo, el informe prevé que para 2023, el costo de la CBA aumente nuevamente, pero a un ritmo menor: 4,8% en zonas urbanas y 4% en zonas rurales, a pesar de que el IPC tuvo una disminución del 1%.
Según el estudio, un aumento de los ingresos de los hogares superior al 5% podría permitir que algunos de ellos salgan de esta situación en el 2023, aunque el panorama del mercado laboral no sea positivo ni tampoco el financiamiento de los programas sociales.
Por su parte, Oviedo concluyó que es necesario alcanzar mejoras en la calidad de la educación así como en políticas de creación de empleo, para que las condiciones laborales permitan obtener mejores remuneraciones.