Alexandre Meira da Rosa, vicepresidente de países del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), visitó Costa Rica para reunirse con las autoridades del Poder Ejecutivo, con el fin de constatar el estado de la cartera de 10 préstamos otorgados al país por esa entidad financiera.
La Nación conversó con Meira, quien analizó el estado actual del país en materia fiscal, las señales que se lanzan y los caminos que podría seguir, luego de una eventual reforma tributaria.
– Hacienda ha dicho que el BID le daría a Costa Rica un crédito de $1.000 millones de apoyo presupuestario si se aprueba el proyecto fiscal que está en la Asamblea Legislativa, ¿cuáles son los términos de dicho préstamo?
– No vi la declaración exacta de Hacienda sobre el monto, pero en un horizonte de tiempo, es un monto razonable. Es cercano a lo que podríamos apoyar, efectivamente, a Costa Rica.
"Hoy por hoy, Costa Rica no tiene lo que llamamos una evaluación positiva de sostenibilidad macroeconómica, un término muy feo para decir que creemos que Costa Rica efectivamente no tiene una sostenibilidad de su deuda a largo plazo, en este momento.
"Con el déficit fiscal que tiene, con la deuda que tiene, con los números de crecimiento que tiene, no hay una buena perspectiva para su deuda en el futuro. Cuando no tenemos ese tipo de confianza y de sostenibilidad, no podemos prestar directamente al presupuesto, o un préstamo de rápido desembolso. Y ningún otro multilateral grande lo puede hacer. Eso limita, tremendamente las posibilidades de financiamiento de Costa Rica.
"Desde el Banco hay un optimismo condicional, porque realmente creo que Costa Rica está en un punto de inflexión muy importante. Están en un punto donde, de no hacer una reforma fiscal sustantiva, realmente van a ver un camino de limitación del crecimiento, de dificultad de financiamiento externo, el potencial que ustedes tienen es enorme.
"Ustedes están a las puertas de la OCDE, para un país de la economía del tamaño de Costa Rica, eso no es poca cosa. Es un país que ha avanzado mucho, pero que su futuro depende de un cambio en esa realidad fiscal. Nosotros vemos todo el potencial que tiene el país, hoy secuestrado de cierta manera, por un momento fiscal muy grave".
– ¿Cuál es la importancia de dicho préstamo para estabilizar las finanzas públicas, ¿consideran que el proyecto es insuficiente?
– La primera relevancia es que son recursos libres de disponibilidad. Va a la caja de la Hacienda Nacional, para que el Gobierno haga uso de esos recursos, como le parezca. Segundo, son recursos a nuestros costos, que son mucho más bajos que a los costos que hoy a Costa Rica le presta el mercado.
"Mi experiencia en otros países y ,conociendo un poco de la realidad costarricense, es que el impacto no es menor. Estoy seguro que el BID no va a ser el único organismo al que va a poder acceder Costa Rica. Estoy seguro de que una vez que nosotros abramos esa cancha, otros organismos seguirán y creo que la lectura de la comunidad internacional, es también un voto de confianza en el país".
– ¿Les satisface el último texto presentado por el Gobierno sobre este proyecto?, ¿cuáles señales ha dado este nuevo mandato?
– Las señales son muy positivas, según la estimación de impacto que entiendo, fue hecha por el mismo Gobierno y que nos gustaría por supuesto evaluar. Haciéndose la reforma, se podría reducir el déficit que hoy está en 7%, siete punto algo, en 4,11% del PIB, si todo lo que está en la Asamblea pasa. Y eso es un impacto mayor, un impacto realmente sustantivo. Yo diría que es un Game Changer.
"Ese tipo de reformas nunca es un paquete que solo se envía al Congreso. Está la necesidad de que la población comprenda que es un costo que será compartido por todos. El costo de hacer la reforma y el costo de que la reforma no pase, también va a llegar a la vida cotidiana de las personas. El sector privado también debe entender que tiene un rol a cumplir. Encarar su parte del costo y también el Gobierno, porque con la reforma, si hay una continua expansión de los gastos, no es sostenible en el largo plazo".
– El proyecto fiscal que está presentado, sumado a las medidas que ha tomado el Gobierno, ¿son suficientes?
– Nosotros consideramos que sí. El proyecto fiscal como está, es un avance muy muy sustantivo. Pero vuelvo a repetir, una reforma fiscal no es simplemente un paquete de medidas, demanda también que el Gobierno se mantenga dentro de esta disciplina fiscal, de manera consistente a lo largo de los años. Demanda que la sociedad entienda que va a haber un costo. Acá van a haber costos que todos van a tener que abarcar.
"Lo que está en el Congreso hoy es un cambio de juego, pero es el inicio de un proceso. Un inicio muy importante que va a avanzar en el tiempo".
– ¿Considera que el problema de las finanzas públicas que afronta Costa Rica amenaza sus logros sociales?
– Basta mirar los números de equidad. Costa Rica sigue siendo uno de los países más equitativos de la región latinoamericana, pero los números se han deteriorado en los últimos años. Mi punto no es lo que la situación fiscal hizo al país, sino lo que la situación fiscal hará a la sociedad en el futuro. Porque los retos de productividad, de escapar de la trampa de la renta media, las oportunidades que tienen, con las estrategias del país de ser carbono-neutral, va a ofrecer oportunidades enormes de innovación.
"Diría que Costa Rica está en los países de la región mejor posicionados para abrazar la renovación que está sobre la mesa y aprovecharse de las tecnologías disruptivas y de la economía digital para avanzar en su desarrollo. Pero sin un equilibrio fiscal, nada de eso es posible. Ese es mi punto".
– ¿Qué reformas en el empleo público consideran que son urgentes en Costa Rica?
– Hablando en general, no solo de Costa Rica, hubo una tendencia en los últimos años de hinchar la máquina pública en los países. Es algo que no es solo del tamaño o de la cantidad de funcionarios públicos, es de la productividad del sector público. No es solo que el Estado es demasiado grande. Si es demasiado grande, pero provee excelentes servicios, se justifica bien, pero no es el caso.
"Creo que hay una necesidad de aumentar la productividad del sector público. No solo cortar la cantidad de empleados del sector, sino incrementar la capacidad del Estado de proveer un buen servicio por cada colón o dólar que el ciudadano paga al Estado. Desde el Banco, creemos que la transformación digital del Estado es un elemento clave de ese proceso. Ese es uno de los puntos que traemos al presidente Alvarado".
– ¿Sigue siendo Costa Rica un ejecutor lento de proyectos financiados con recursos externos o ha mejorado?
– Ha mejorado. Nuestra cartera hoy es una cartera relativamente sana. Pero, en realidad, la demora en Costa Rica, que es excepcional, que realmente llama la atención, es la demora en aprobar los proyectos en el Congreso. Es en empezar la ejecución, no es la ejecución en sí.
"La ejecución (de proyectos) en Costa Rica tiene sus limitaciones, pero yo no diría que está mucho peor que el resto de Centroamérica ni mucho mejor. En el mismo contexto latinoamericano, no es terrible. Todo puede mejorar, pero el reto acá es el tiempo que se toma en aprobar un proyecto.
"Un ejemplo es el préstamo que el Banco pone a disposición del país en diciembre pasado, $20 millones por la emergencia de Nate y recién ahora, seis meses después se ve".
– ¿Cuál es el camino para disminuir el rezago en infraestructura?
– La infraestructura es donde la ciudadanía siente la crisis fiscal primero. Después la empieza a sentir en educación y en salud. Pero lo que se deteriora primero es seguridad e infraestructura.
"Invertir en infraestructura en un período de crisis fiscal es un reto muy difícil. Costa Rica tiene que mirar muy seriamente la participación privada en el proveimiento de infraestructura. Echar mano de las APP (alianzas público privadas), por dos razones. La primera es que hoy el Gobierno no tiene la capacidad fiscal de invertir, las APP permiten dividir esa inversión a lo largo de 20 años y eso no es una cosa mala. Es la capacidad de proveer al ciudadano hoy con una infraestructura de calidad y pagarla por 20 años, en vez de pagarla en cuatro o cinco.
"La segunda razón es que el Estado perdió su capacidad de ejecutar infraestructura de manera eficiente, porque pasaron los últimos 25 años en crisis fiscales, sin invertir masivamente en infraestructura, entonces, la capacidad de ejecutar proyectos rápido, bien y barato, se perdió. El sector privado tiene esa capacidad, pero además la responsabilidad de entregar el proyecto en el tiempo determinando, porque si no entrega, no recibe. Costa Rica va a tener que pensar en utilizar ampliamente las APP".
– Parte importante de la estrategia costarricense para atraer IED es el capital humano, ¿qué necesita Costa rica para volverse más competitiva a nivel mundial, en esa área?
– Hay un desfase entre lo que necesitan esas empresas exportadoras que ustedes fueron capaces de atraer y en sectores de alto valor añadido, como tecnología, servicios médicos, etcétera. No es la calidad del capital humano, es cómo ese capital humano puede contribuir. No es que se forme mal la gente, tal vez no formen su gente para lo que necesitan las empresas y el mercado.
"Estamos formando personas para los trabajos de hoy, que se van a graduar en cinco años. Tenemos que preparar a las personas pensando en cinco, 10, 15 años en el futuro. Surgen algunos temas, por ejemplo el tema del idioma, más gente que hable inglés fluidamente como mínimo. El país tiene una ventaja comparativa tremenda en servicios médicos, por ejemplo y no necesariamente forma a la gente con las capacidades para atender esa industria.
"Otro tema es que hay una diferencia enorme entre las industrias grandes y las industrias pequeñas y medianas, las locales, son mucho menos competitivas que las del resto de la región. Se debe a la informalidad pero también a la falta de encadenamiento productivo. Conectar a esas Pymes locales, con esas industrias exportadoras".
– ¿Ha visto buenas señales en este nuevo Gobierno?
– Sí, he visto muy buenas señales. He visto un Gobierno que sabe que tiene una ventanilla de oportunidad. Un Gobierno que sabe el mínimo que tiene que hacer, muy claro, clarísimo, y que sabe que tiene una agenda del Siglo XX de rezagos a cumplir, pero que está con su mirada en la agenda del Siglo XXI.
Colaboró la periodista Patricia Leitón.