La desigualdad en sí misma no es mala, sostiene el economista Andrés Fernández, porque el hecho de que crezca puede reflejar el esfuerzo de muchos otros por mejorar su educación y su capacidad, pero al mismo tiempo evidencia el rezago de otros que no están logrando acceder a esas oportunidades y por lo tanto la desigualdad es un tema de oportunidades, de darle herramientas a las personas para que puedan incorporarse al trabajo y al sector formal.
Fernández es el autor del estudio: Desempleo, pobreza y desigualdad en Costa Rica durante la pandemia por el COVID-19: Consideraciones para una recuperación resiliente, que se publicará pronto y en el cual encontró que en nuestro país fueron los trabajadores más pobres los que resultaron más golpeados con la pandemia.
En una entrevista con La Nación, Fernández compartió sus apreciaciones sobre las causas de la desigualdad de ingreso en Costa Rica y vías para mejorar las oportunidades de los que tienen menos recursos. En seguida, un resumen de la conversación.
–En su criterio ¿qué es lo que provoca la alta desigualdad que tiene Costa Rica?, y digo alta porque es la más alta entre los países de la OCDE y América Latina.
–Hay dos variables principales que siempre explican el dato de la desigualdad en un año particular. Uno, es la dispersión en horas trabajadas, y esto lo que quiere decir es que no solo todas las personas trabajan a tiempo completo, sino que muchas de las que no trabajan a tiempo completo, que trabajan por horas, perciben menos ingresos que los demás, están en condiciones un poco más precarias, si es que se quiere llamar de esta manera, y eso está vinculado al empleo informal.
”Lo segundo es el nivel educativo. La variable de años de escolaridad pesa mucho, entonces suena muy obvio, pero tiene un efecto muy importante en la desigualdad, el que tiene estudios universitarios va a tener un crecimiento en sus ingresos medios y en su proyección de ingresos a lo largo de su ciclo de vida mucho más que el que se quedó hasta primaria y secundaria.
”Eso es lo que se llama el ‘premio a la educación’ y este premio sigue creciendo, entonces la desigualdad sigue creciendo por efecto vegetativo solo porque más personas se están graduando de los estudios universitarios y están obteniendo trabajo.
”Luego de esas ya viene el sector de trabajo, público o privado, no solo pesa en la desigualdad de un año en particular. Si analizamos el cambio de un año a otro la diferencia entre lo público y lo privado siempre es el que más pesa; es decir, para que la desigualdad crezca de un año a otro siempre los aumentos salariales del sector público juegan un rol súper importante en incrementar esa desigualdad, y por supuesto que el sector privado no solo se apegue al salario mínimo sino que en algunos casos se incumpla ese salario mínimo, eso juega en contra.
”Por último, las diferencias en ramas de actividad y condiciones de actividad que desempeñan las personas, ese un poco más limitado, es un cuarto factor en importancia”.
–Entonces para usted, en términos de política pública lo que deberíamos hacer como país para reducir la desigualdad iría en esas dos líneas que usted indica (formalidad y la capacitación).
–La desigualdad en sí mismo no es mala porque que crezca puede reflejar el esfuerzo de muchos otros por mejorar su educación, su capacidad, van creciendo y por supuesto se van posicionando mejor que otros, pero al mismo tiempo evidencia el rezago de otros que no están logrando acceder a esas oportunidades y por lo tanto la desigualdad es un tema de oportunidades.
”¿Oportunidades en qué? En darle a las personas mediante el enfoque de capacidades que promueve Amartya Sen, las herramientas para lograr incorporarse al sector trabajo, y en particular al sector formal de la economía, entonces no necesariamente existen recetas para disminuir la desigualdad en un país, sino que conforme aumente la producción y reduzca la pobreza los efectos que va a tener eso sobre la desigualdad son sumamente positivos y por supuesto para reducir la pobreza.
”Más allá de los enfoques asistencialistas, más allá de darles el dinero para que no sean pobres, es lograr que las políticas universales, en particular la educación logre cubrir a la mayor cantidad posible de personas, que hoy no lo hace, por ejemplo, en la educación secundaria todavía no se está graduando ni siquiera el 60% de los jóvenes, y que el currículo sea pertinente y les permita incorporarse a las nuevas demandas laborales”.
–En el último informe de la OCDE, del 2020, menciona que proyectos como el de empleo público podrían ayudar a contribuir a reducir la desigualdad, ahora se está hablando también del impuesto al trabajo, de las cargas sociales, no en eliminarlas, sino en transformarlas en otro tipo de impuesto. ¿Cree que ese tipo de proyectos pueden contribuir?
–¿Por qué la ley de empleo público sí vendría a contribuir enormemente? Porque limitaría mucho el crecimiento inercial que tienen la mayoría de remuneraciones del sector público. Está más que documentado que el principal factor que contribuye a incrementar la desigualdad, año con año, es precisamente que los salarios del sector público crezcan de manera inercial todos los años.
”El tema con las cargas sociales es que como impuesto hoy las estamos cobrando directamente al patrono y esto encarece la contratación, desincentiva la contratación y por supuesto que incentiva la informalidad en la contratación. Las propuestas que más se están comentando últimamente son la de que las cargas sociales existan, pero que estén con cargo al presupuesto nacional, que el mismo Gobierno las financie pero a través de la recolección de otro tipo de impuestos, para que ya no recarguen sobre el patrono, reducen sus costos de contratación, elevaríamos el nivel de contratación y posiblemente incrementaría la formalidad”.
–¿Ha podido estudiar las repercusiones que tiene en otros países el hecho de tener una desigualdad alta? ¿Podría haber alguna relación con la delincuencia, la violencia?
–El tema con Costa Rica es que aunque estamos muy mal en algunos indicadores como el de desigualdad, en otros nos encontramos muy bien posicionados, y hasta somos la excepción respecto a otros países. El Banco Mundial analizó 99 países para ver cómo estamos en términos de desigualdad y Costa Rica está en el top 10 de los países con mayor desigualdad del mundo y en particular con mayor concentración del ingreso en los grupos de hogares más adinerados.
”La ventaja que tenemos es una mayor propiciación de una vida en democracia, menores actividades delictivas y todavía un poco más controlado el tema de cómo se expresa el capital social de las personas a lo largo de los territorios, nos tiene en un punto de inflexión en el cual todavía nos encontramos bien posicionados, pero que si siguen incrementándose los descontentos sociales, las luchas sociales que se han venido dando en los últimos cinco años, podrían dar el traste por cambiar e irrumpir por completo la dinámica que veníamos trabajando acá en el país”.