El Banco Central de Costa Rica (BCCR) bajó su tasa de política monetaria (TPM) el miércoles, con lo cual envía una señal positiva que refuerza el proceso de desaceleración de la inflación en los últimos meses. Pero el cambio de tendencia es a su vez cauteloso, al hacer un ajuste moderado debido a que aún existen riesgos internos y externos que pueden cambiar el comportamiento de los precios.
La Junta Directiva de la autoridad monetaria aprobó una reducción de 0,50 puntos porcentuales (p. p.) en la TPM para ubicarla en 8,50%, desde el 9% en el que se encontraba. La disminución es la primera en los últimos 15 meses, ya que comenzó a incrementar en diciembre del 2021.
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Pese a esa reducción, economistas consultados por La Nación coinciden en que la cautela con la que se ejecutó la decisión de disminuir la tasa de política monetaria responde a que todavía existe incertidumbre en el comportamiento de los precios, por lo que el Banco Central debe manejarse con prudencia para evitar un impacto en la inflación.
Juan Robalino, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica, dijo que el ajuste a la baja en el indicador es una muy buena noticia, pues a pesar de que la tasa de política monetaria sigue en niveles altos, la reducción de 0,50 puntos es una señal importante para los mercados.
“(La decisión) muestra un cambio en la política monetaria y sugiere en qué dirección podrían ir los próximos pasos. Aunque el crecimiento de los precios se ha reducido significativamente ya, todavía hay cierta incertidumbre, y es importante tomar estas decisiones con prudencia para evitar alguna repercusión sobre la inflación”, explicó Robalino.
El economista añadió que, por la cautela con la que se dio la reducción, es muy poco probable que cambie la tendencia del crecimiento en los precios en lo que resta del 2023. Agregó que el cambio de dirección en la política monetaria del Banco Central representa algo de alivió para los hogares y las empresas que mantienen deudas.
Por otro lado, el economista Melvin Garita, gerente general de BN Valores, explicó que la disminución en esta tasa busca ajustar las condiciones monetarias a un entorno donde la inflación ha venido disminuyendo, pero que aún se ubica fuera del rango meta del Banco Central (3%, con una desviación de un punto porcentual hacia arriba o abajo).
“De este señalamiento monetario se puede esperar que los siguientes ajustes a la baja dependerán de la evolución de la inflación y de las expectativas de las personas y las empresas respecto a la inflación”, comentó el gerente general de BN Valores.
Garita agregó que la inflación es un fenómeno inestable, por lo que la mayoría de los bancos centrales prefieren estar lo más seguros posible de que el indicador se ha estabilizado en niveles bajos y positivos antes de implementar cambios en la política monetaria.
Según el economista, existen múltiples factores que pueden incidir en las expectativas de inflación y en el comportamiento del indicador como tal. Entre ellas están una disminución significativa en la entrada de divisas que presione al alza el tipo de cambio, un recrudecimiento de la guerra entre Rusia y Ucrania, así como inyecciones de liquidez a nivel internacional que eleven los precios de materias primas, entre otras.
En agosto del año pasado, el índice de precios al consumidor (IPC) alcanzó un máximo del 12,13%. A partir de ese mes, empezó a reducirse hasta alcanzar el 5,58% en febrero pasado, según los datos más recientes publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Política monetaria ‘menos restrictiva’
En el anuncio más reciente sobre el ajuste a la baja, el Banco Central consideró que existe espacio para que la postura de política monetaria sea menos restrictiva, aunque reiteró el compromiso de adoptar de manera oportuna las medidas que sean necesarias ante cambios en las perspectivas de inflación.
El Banco destacó la desaceleración de la inflación como parte de las consideraciones para fundamentar la decisión de reducir la tasa de política monetaria. Agregó que su trayectoria actual es coherente con la senda desinflacionaria prevista, aunque aún excede el límite superior del rango de tolerancia.
Sin embargo, la autoridad monetaria reconoció que persisten riesgos al alza que podrían retrasar el retorno de la inflación al rango meta, como la resistencia de las expectativas del indicador, a 12 y 24 meses, de ubicarse dentro de esos niveles establecidos por el Banco.
Añadió que en el ámbito externo también está el riesgo de una mayor inflación importada asociada a los efectos que puedan derivarse de tensiones geopolíticas, o bien, de una pausa en el proceso de control del aumento de los precios por parte de las economías avanzadas.
El Banco Central reiteró que los modelos de proyección de la inflación reafirman que el indicador general ingresará al rango de tolerancia hacia finales del 2023, mientras que en el primer semestre del 2024 lo hará la inflación subyacente, tal y como se expuso en enero pasado.
La tasa de política monetaria es una referencia que establece el Banco Central y es importante porque tiene impacto en el resto de tasas de interés del mercado, tanto de ahorros como de créditos.
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