El Banco Central propuso utilizar una herramienta poco convencional para dar liquidez a las entidades financieras con el fin de que mejoren las condiciones de crédito a las empresas y hogares afectados por la pandemia; una que puede tener consecuencias en la inflación, el tipo de cambio y las tasas de interés.
La autoridad monetaria puso en consulta este lunes 3 de agosto una propuesta para dar recursos a las entidades financieras por ¢700.000 millones utilizando su poder de emisión, monto equivalente a cerca del 2% de la producción, por medio del Mercado Integrado de Liquidez, a una tasa de interés de 0,80% y un plazo de cuatro años.
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En teoría, cuando un Banco Central emite más moneda, colones en este caso, las personas utilizan esos colones para gastar o ahorrar. Si las personas los gastan y la oferta de bienes y servicios no crece al mismo ritmo podrían darse presiones al alza sobre los precios.
Por esa razón, el Banco Central se cuida en mantener calibrada la cantidad de recursos disponibles con el crecimiento de la producción.
Otra posibilidad es que las personas utilicen esos recursos que entrarán en la economía para demandar divisas y, entonces, se podrían generar presiones al alza sobre el tipo de cambio.
También puede suceder que, como los bancos obtienen recursos a muy bajo costo del Banco Central, bajen sus tasas para ahorros pues es menor la necesidad de conseguir recursos del público.
La coyuntura lo permite
Para algunos economistas consultados por La Nación, y para el presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, en las circunstancias actuales, disminuye el riesgo de que la emisión extraordinaria se transforme en inflación o presiones sobre el tipo de cambio.
“En las condiciones macroeconómicas actuales no creo que esta monetización vaya a significar presiones inflacionarias. Es una forma inteligente de emplear una herramienta poco convencional, desde mi punto de vista”, consideró el economista José Luis Arce.
“Los riesgos en inflación y tipo de cambio los veo bajos por la coyuntura de baja demanda –el primero– y la forma en cómo se canalizan esos recursos –el segundo– y, además, el BCCR (Banco Central de Costa Rica) puede calibrar el funcionamiento del esquema dependiendo de cómo se mueva la coyuntura macroeconómica”, añadió Arce.
Por su parte, el economista Félix Delgado respondió que para evaluar los riesgos inflacionarios, hay que situarse en las condiciones particulares que existen hoy.
Hay un riesgo de que actividades y personas solventes en el mediano y largo plazo, enfrenten en este año (al menos) un problema severo de liquidez por las restricciones en todo el mundo derivadas de la pandemia de covid-19. Son condiciones claramente anormales. Además, en estos momentos los bancos tienen mucha liquidez.
“Bajo estas circunstancias particulares, con un ritmo de inflación descendente, por debajo del 2% (límite inferior del rango de la meta de inflación) a lo largo de este año y en junio con un porcentaje cercano a cero, el Banco Central puede ser expansionista sin mayor riesgo, al parecer, en lo que resta del año y siempre que no se presente ningún problema de desconfianza de los depositantes que ponga en aprietos a los bancos comerciales”, expresó Delgado.
Delgado sí dejó claro que hay que tener cuidado con abrir portillos (claros o no legalmente) para que el Banco Central vuelva a actuar como en las épocas precrisis entre 1980 y1982, financiando lo que no es propio de un banco central, acumulando pérdidas.
Para él, el problema es que no se sabe si en el 2022 y en años siguientes la situación de liquidez va a cambiar y el Banco ya no puede recoger la emisión, porque la hizo con compromiso a plazo más largo, de cuatro años.
“El Banco Central lo que debe hacer es garantizarles que si hacen eso con créditos buenos pero que necesitan ayuda ahora, tendrán el soporte de liquidez necesario, cuando lo ocupen, para solventar el problema de descalce de plazos. Así, el Banco seguiría administrando decisiones de liquidez de corto plazo, pero listo para apoyar cuando los bancos comerciales lo necesiten, por este problema actual”, indicó Delgado.
El presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, explicó que el monto de ¢700.000 millones está calibrado para que se puedan canalizar recursos a los afectados sin poner en peligro el objetivo inflacionario.
“En un contexto donde vemos más bien fuertes presiones desinflacionarias y donde el instrumento básicamente representa un 2% del PIB (producto interno bruto), un poco más del 3% de la cartera total de crédito al sector privado, por lo cual realmente el Banco Central y sus modelos no proyectan que se vaya a dar un impacto inflacionario”, recalcó Cubero.
Sobre posibles impactos en las tasas para ahorros, Arce consideró que podrían bajar en la medida en que no deban competir por recursos de mayor plazo con el Gobierno, en el mercado de depósitos.