Utilizar las reservas monetarias del Banco Central para atender la crisis provocada por la pandemia debilitaría una de las principales funciones de este fondo: la posibilidad de utilizarlas para afrontar ataques al tipo de cambio.
En esto coinciden Rodrigo Cubero, presidente de la autoridad monetaria y economistas como Dennis Meléndez y Carlos Conejo, al ser consultados sobre algunas propuestas que plantean cambiar el uso de estos recursos.
Las reservas monetarias internacionales del país son un fondo que administra el Banco Central que sirve para intervenir en el mercado cambiario o para hacerle frente a dificultades externas.
El Fondo Monetario Internacional, las define así: “…activos externos que están disponibles de inmediato y bajo el control de las autoridades monetarias para satisfacer necesidades de financiamiento de la balanza de pagos (las cuentas externas del país), para intervenir en los mercados cambiarios a fin de influir sobre el tipo de cambio y para otros fines conexos”.
Al 6 de octubre pasado alcanzaban el monto de $8.181,5 millones; no obstante, si se restan los empréstitos de mediano y largo plazo y los depósitos que son del público, y que están ahí por medio del encaje mínimo legal, (15% de las captaciones en moneda extranjera de las entidades financieras) y los depósitos que tiene el Gobierno, que ha obtenido de préstamos en dólares y que son para sus gastos, la cifra queda, al 30 de setiembre, en $4.825 millones.
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El 2 de octubre pasado la Rectoría, el Consejo Universitario y la Comisión de Alternativas Económicas de la Universidad Nacional (UNA) presentaron el documento Por UNA propuesta fiscal con justicia social, solidaria y progresiva, en audiencia con el presidente de la República, Carlos Alvarado.
El documento incluye una serie de iniciativas para la generación de nuevas fuentes de ingresos económicos para enfrentar la emergencia nacional provocada por la pandemia causada por la covid-19, y entre ellas: “considerar el uso de una parte de las reservas para inyectar liquidez al mercado local. Se propone utilizar un máximo del 20% de las reservas, lo cual se estima en aproximadamente $1.600 millones que podrían utilizarse para enfrentar la crisis sanitaria”.
En marzo pasado el expresidente de la República, José María Figueres Olsen, también había propuesto utilizar parte de las reservas para afrontar la crisis de la pandemia.
Preocupaciones
Cubero y los economistas señalaron varios argumentos por los cuales se oponen a esta opción, pero uno de los principales es la función que tienen las reservas para evitar ataques especulativos.
“Las reservas internacionales de los bancos centrales tienen como objetivo fundamental proveer recursos para hacer frente a situaciones de tensión en los mercados cambiarios, originadas, entre otros, en desequilibrios de la balanza de pagos del país o factores internos”, indicó Cubero.
El economista Dennis Meléndez explicó que si bien las reservas rondan los $8.000 millones, solo $4.825 millones son propios del Banco Central.
Añadió que esos $4.825 millones son dólares que el Banco ha comprado en el mercado al público y es un público que en cualquier momento podría volver a querer sus dólares y provocar un ataque especulativo con riesgo de una fuerte devaluación.
Por eso, para Meléndez, es recomendable que las reservas superen la base monetaria, que son los colones disponibles en la economía para comprar dólares (emisión monetaria más depósitos en cuenta corriente de bancos comerciales y de otros intermediarios en el Banco Central), porque si es menor entonces el Banco no tendría capacidad de devolverle a todos sus dólares si los demandaran.
A setiembre la base monetaria era de $4.645 millones y las reservas propias de $4.825 millones, por lo que le quedan netos cerca de $180 millones para intervenir en el mercado cambiario y por ello, según Meléndez, el Banco debe cuidar las reservas para no quedarse desprotegido en el caso de un ataque especulativo.
“En esta coyuntura, una sólida posición de reservas es esencial no solo para cubrir amortizaciones programadas de deuda externa del sector público en el corto y mediano plazo, sino también para mantener la confianza en la capacidad del Banco Central de enfrentar eventuales presiones en el mercado cambiario”, indicó Cubero.
Por su parte, el economista Carlos Conejo añadió que no es recomendable utilizar parte de las reservas monetarias para financiar al Gobierno, por la incertidumbre que podría generar en toda la economía y debilitar la eficacia de la política cambiaria que con mucho acierto ha venido implementando el Banco Central.
“La economía es una disciplina de expectativas; positivas y negativas, donde la variable más sensible es precisamente el tipo de cambio, cuyo control debe ser tarea prioritaria del Banco Central, ya que es la variable que más efectos tiene sobre la inflación y la estabilidad macroeconómica del país”, dijo Conejo.
Otros dos argumentos que indicó Cubero es que más allá del mecanismo excepcional de las Letras del Tesoro, la Ley 7558 (Ley Orgánica del Banco Central) le prohíbe expresamente al Banco Central proveer financiamiento al Gobierno, sea en moneda doméstica o extranjera.
El financiamiento del déficit fiscal por parte del Banco Central, sea con reservas internacionales o emisión de colones, podría suscitar preocupaciones sobre la capacidad del Gobierno de hacer frente al pago de sus obligaciones, y dificultaría su acceso al financiamiento por parte de organismos multilaterales y de los mercados financieros domésticos e internacionales, agregó Cubero.
Como plan C
Sobre estos argumentos, el economista Olman Segura, uno de los autores de la propuesta de la UNA, indicó que esta idea es una tercera opción.
“En mi caso, yo prefiero no utilizar las reservas monetarias internacionales del Banco Central, para evitar bajas calificaciones internacionales a nuestro país y porque gran parte de ellos son encaje mínimo legal de los bancos comerciales y depósitos de Gobierno, y por esa razón creo que es mucho más conveniente firmar un acuerdo con el FMI (Fondo Monetario Internacional) y luego, con el sello de garantía de disciplina fiscal, poder conseguir otros recursos y renegociar la deuda”, explicó Segura.
“Sin embargo -añadió- ¿qué sucede si no firmamos con el FMI? ¿cuál sería el Plan B o C del Gobierno? Hasta ahora no lo sabemos; por lo tanto, aunque es recomendable no recurrir a estas reservas, si fuera estrictamente necesario, eventualmente sería necesario utilizarlas a modo de préstamos, por un monto pequeño (máximo 20%) para inyectar liquidez al sistema económico y apoyar al Gobierno por un periodo corto en que deba atender obligaciones urgentes", argumentó Segura.
Consideró que la alternativa para no utilizar las reservas podría ser que el Ministerio de Hacienda emita bonos de emergencia covid-19, por una suma aproximadamente equivalente a ese 20% a un plazo razonable (tres a cinco años plazo que serían adquiridos por el Banco Central.