El ansiado ingreso a la Alianza del Pacífico le reforzará a Costa Rica un mercado de 216 millones de consumidores, en cuatro países que juntos son la octava economía del mundo.
Pese a eso, y a otros beneficios, la mayor parte del sector productivo costarricense tiene dudas,
Costa Rica se integrará a un grupo que está en la mirada del mundo, se fortalecerá en su meta de abrir más mercados y se integrará a planes de cooperación conjunta, pero el precio será una mayor competencia del agro y la industria nacionales con los de México, Colombia, Perú y Chile, los cuatro socios de la Alianza.
Así, el balance general de beneficios de momento opaca a las críticas y dudas. El bloque representa el 40% del producto interno bruto (PIB) de Latinoamérica y tiene un ingreso por persona al año promedio de poco más de $14.000, superior a los $10.528 de Costa Rica.
Además, 21 países ya son observadores del grupo y los presidentes de las naciones miembros se jactan de estar en la mira mundial. Costa Rica estará bajo ese lente.
También se gana en planes mancomunados para exportar productos a terceros mercados, en especial de Asia-Pacífico y Europa, así como en oficinas conjuntas de promoción comercial y hasta en embajadas compartidas, lo que reduce costos para el país.
También hay beneficio con programas conjuntos de producción y protección ambiental.
La adhesión a la Alianza es un paso más en la política de apertura comercial que adoptó Costa Rica desde hace más de 20 años, como lo reconoció la presidenta de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), Mónica Segnini.
Además, en ese grupo no se paga membresía ni otras cuotas por comités y la presidencia se rota anualmente entre los integrantes.
Temor. La agresiva apertura comercial que implica el ingreso a la Alianza es lo que genera más incertidumbre a los productores de Costa Rica, luego de que la presidenta de la República, Laura Chinchilla, firmara el lunes pasado la carta de adhesión a dicho grupo.
Ese mismo día, los cuatro países se comprometieron a eliminar los aranceles o impuestos de entrada a un 92% del comercio de manera inmediata. El protocolo debe ser aprobado por los congresos.
El otro 8%, que incluye especialmente productos agrícolas como café, banano, azúcar y frijoles, llegará al libre comercio en distintos plazos, con un máximo de 27 años.
Esa apertura comercial conjunta es más profunda que la acordada en los Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales, negociados entre los países, pero como dice el exministro peruano de Comercio Exterior, Eduardo Ferreyros, si un país no logra hacer competitivo a un sector en tanto tiempo, es mejor importar lo que produce.
No obstante, las cámaras de Agricultura y Agroindustria (CNAA), de Industrias de Costa Rica (CICR) y Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia) dudan de esa apertura y se quejan porque desconocen los términos de la adhesión. Los presidente de esos gremios, Juan Rafael Lizano, Juan Ramón Rivera y José Manuel Hernando, respectivamente, coinciden en la afirmación de que comercialmente se gana poco y se arriesga mucho, pues ya se negociaron TLC bilaterales con esos países.
Las exportaciones nacionales a esos cuatro mercados son relativamente bajas: $365 millones en el 2013, contra, por ejemplo, $2.166 millones a América Central (incluido Panamá).
Otro punto que crea controversia es la facilitación del tránsito de personas de negocios entre los países miembros, lo que pasa por eliminar el requisito de la visa.