Son las 9:00 a. m. y en el centro de la calle, en vez de carros, se observan personas caminando bajo el sol mañanero que empieza a sofocar. En las orillas de los que fueron los carriles centrales, múltiples flores coloridas atraen mariposas e insectos y pequeños árboles dejan imaginar la sombra que habrá en el futuro.
Eso es lo que tienen ahora a la vista los vecinos de la conocida como “calle ancha” (calle 93) de Freses, en Curridabat, que va desde la Universidad Fidélitas hasta la línea del tren, frente a la estación del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA).
Pero este panorama es así desde hace relativamente poco. Hasta hace unos cinco años, esto no era más que una calle común, asfaltada y calurosa, pero particularmente más ancha que cualquier vía residencial, de ahí su nombre popular. De hecho, la calle tiene ese tamaño pues estaba contemplada como parte del segundo anillo de Circunvalación, un proyecto que nunca vio la luz. Ni tan siquiera aún se ha podido cerrar el primer anillo de esta carretera.
Al ver esa realidad, los vecinos tuvieron la inquietud de transformar su calle ancha. Ese fue el punto de partida.
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Crónica de un bulevar anunciado
“Todo surgió al ver una calle tan gigantesca metida en un residencial y poco transitada (...). Empezó como un sueño que era transformar la calle”, contó Roberto León, líder comunal del barrio Freses.
La calle no solo era caliente y gris, sino que insegura: se daban asaltos y se usaba para hacer piques y dar clases de manejo.
Una de las ideas que surgieron fue crear un bulevar, por lo que los vecinos empezaron a buscar referencias de otros lugares del mundo y ayuda profesional. Acudieron al estudio de arquitectura Tándem y a la Municipalidad de Curridabat. El gobierno local acogió el proyecto y pagó un proceso participativo del que salió un primer diseño elaborado por Tándem.
Cuando la idea de construir un bulevar estaba madura, crearon la página de Facebook “Boulevard Freses”, que ha servido desde entonces como la principal plataforma para difundir información sobre el proyecto, que se ha desarrollado por etapas a lo largo de estos años.
La primera etapa consistió en delimitar el bulevar en el centro de la calle solo con líneas amarillas pintadas sobre el asfalto. Esto tenía como fin estudiar el comportamiento de los conductores. Algunos respetaban la demarcación y evitaban invadir el área demarcada, pero la mayoría no lo hacía.
La segunda etapa nació en el seno de la propia comunidad: las macetas de colores. Los vecinos se organizaron para crear macetas y plantar árboles en ellas, las cuales colocaron en las orillas del área demarcada, con lo que querían empezar a apropiarse del espacio.
Esta iniciativa atrajo a otros actores. Estudiantes de universidades públicas y privadas, el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), entre otros, se acercaron para hacer intervenciones y estudios.
“Con ese proyecto (las macetas) logramos presionar a la ‘Muni’ para que nos siguieran apoyando, para pasar de lo temporal de la maceta a algo más permanente”, comentó León.
La tercera etapa vino este año. La Municipalidad de Curridabat inició la esperada intervención: se rompieron partes del asfalto de la calle para sembrar árboles sobre el terreno y ya no en macetas, empezando a esbozar lo que será el bulevar definitivo.
Se han creado “islas” de 20 árboles sembrados, entre los que están especies como el cortez amarillo, el roble sabana y el lorito. A futuro, los árboles crearán un corredor biológico que se sumará a los parques del barrio y al río que pasa por la zona.
Estos esfuerzos siguen la metodología del urbanismo táctico, que se caracteriza por ser un proceso colaborativo para recuperar el espacio público y estudiar el comportamiento de los ciudadanos.
La siguiente fase, que sucederá este año, será la colocación de mobiliario urbano para crear zonas de descanso a lo largo del naciente bulevar, proceso en el que interviene otro actor más: la Fundación Yamuni Tabush, que donará todo el mobiliario valorado en $28.000.
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“Estamos pensando en mesas, sillas, bancas y cotizando a ver si es posible tener pérgolas. Estamos a la espera de que la Municipalidad nos presente las propuestas de proveedores”, explicó Andrea Terán, directora de Programas para la Persona Adulta Mayor de la Fundación, la cual se enfoca en desarrollar proyectos para crear ciudades amigables con este sector de la población.
La Fundación es parte de una red de ciudades amigables con adultos mayores, integrada por 20 municipalidades, y trabaja actualmente en proyectos en tres cantones: Tibás, Montes de Oca y Curridabat.
En Freses se involucraron por invitación de la Municipalidad. En 2019 empezaron un diagnóstico de caminabilidad para adultos mayores en ese cantón, cuyo plan de acción ya se presentó al Concejo Municipal local. La falta de infraestructura peatonal es el principal punto de dolor de esta población, según Terán.
Además, otro paso del bulevar será unir las actuales islas de árboles con cordones de vegetación para cerrar completamente la parte central. Mientras eso sucede, los vecinos seguirán tapando los bordes vacíos con macetas.
En el centro irá un sendero para peatones y ciclistas. “Pasamos de tener una calle completamente abandonada, gris y muerta, a tener un espacio sostenible, accesible, verde”, resaltó el líder comunal.
Así, la calle será compartida: peatones, bicicletas y autos a baja velocidad, siguiendo el nuevo paradigma que persiguen otras ciudades, principalmente en Europa. Para León, esta será la calle más completa del país.
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Aunque han contado con el apoyo del gobierno local, los vecinos siguen presionando de forma persistente para que se culmine el proyecto y piden a la Municipalidad el mantenimiento de lo que existe hasta hoy, principalmente en verano.
El bulevar que se construye se basa en aquel diseño inicial que sirve de referencia, pero en el camino se ha ido replanteando. El costo total no se ha actualizado. Ese anteproyecto del 2018 estimaba una inversión de ¢2.000 millones, pero posiblemente llegue a ser más por la inflación de estos años.
“Es un costo muy elevado, por lo cual no se ha podido desarrollar todo. Por eso es importante desarrollar estas etapas de urbanismo táctico para monitorear el comportamiento y ver si es positivo invertir esa cantidad de dinero”, dijo Martín Umaña, ingeniero de Gestión Vial de la Municipalidad de Curridabat.
El proyecto está ahora en manos del gobierno local, por lo que su avance depende del presupuesto disponible. La Municipalidad estima unos tres o cuatro años más para culminar el bulevar de 530 metros. Mientras tanto, los vecinos seguirán persistiendo en su sueño.
Más valor
El bulevar no solo suma más valor estético y de calidad de vida para los habitantes de Freses, sino que también tiene una arista económica: elevará el valor de las propiedades circundantes debido a un mejoramiento general del entorno.
“Les mejora por mucho la calidad del espacio público, reduce la posibilidad de estar involucrado en un hecho vial, mejora la calidad del aire, el paisaje... Es un espacio más disfrutable”, acotó Umaña.
Los vecinos también están seguros de que aumentará el valor de sus propiedades a futuro. En los alrededores quedan lotes que se cotizan a altos precios. Ya hay casos de personas que llegan a vivir a la zona solo por el bulevar.
Actualmente, el uso de suelo de la calle es residencial, pero lo cierto es que tiene un gran potencial comercial: por el norte tiene conexiones de buses y por el sur una estación de tren cercana; está a poca distancia de universidades y oficinas. El bulevar probablemente atraerá inversiones.
León indicó que una mayoría de los vecinos desea que la zona permanezca residencial, aunque otros difieren y quieren ver un crecimiento comercial. Incluso el líder comunal ve con buenos ojos poner mesas para comercios a lo largo del bulevar.
Lo cierto es que el cambio en el uso de suelo es una potestad de las municipalidades. En el caso de Curridabat, su gobierno está cambiando la filosofía del plan regulador cantonal, dirigiéndolo al diseño orientado al transporte, a la densificación y los usos mixtos del suelo. Aunque Umaña no precisó que se esté contemplando para esa calle, pues no es tarea de su departamento, mencionó que “tiene todas las variables” para que se pueda dar una conversión hacia un uso mixto.
Curridabat es hoy uno de los cantones más atractivos para la construcción. Proyectos como Aleste, un complejo de uso mixto, y otros en zonas como Guayabos o Granadilla se levantan o se han culminado en años recientes. Incluso en Freses se han construido torres de apartamentos.
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Estos fenómenos y el desarrollo comercial, sin embargo, ocasionan con frecuencia la huída de vecinos de antaño, como ha sucedido en otras zonas de la ciudad. Por eso la organización comunal es clave.
El bulevar Freses puede ser una semilla que germine en otras comunidades. León animó a otros barrios a organizarse, tocar puertas y actuar. “No importa que no tengan permiso municipal, ese primer paso ayuda a presionar a la ‘Muni’ y otros sectores”, dijo.
En Freses, sus vecinos seguirán creando macetas y organizándose por mejorar su barrio. En unos años, la cara de la calle cambiará con un espacio central amigable para los peatones, con zonas para descansar a la sombra de los coloridos árboles.